Rocío chiva Madrid | viernes, 14 de febrero de 2014 h |

Los trastornos de ansiedad son la patología más frecuente de la enfermedad psiquiátrica, por encima incluso de la depresión o de los trastornos por abuso de sustancias, representando aproximadamente un tercio del total del costo sanitario que se dedica a toda la patología psiquiátrica. Y eso sin contar los costes indirectos como, por ejemplo, las bajas laborales, que suponen un 10 por ciento del total de todas las que se producen en nuestro país.

Entre los motivos, Salvador Ros, presidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (SEPP), destaca “la irrupción de la psiquiatría en la medicina”, que ha generado una mejor y mayor identificación de problemas de ansiedad que antes no se identificaban. Además, cada vez se diagnostica más la llamada patología subumbral, “que no es tan potente para que sea motivo de consulta inmediata y a veces pasa desapercibida”, explica Ros. Dos motivos a los que hay que añadir la aparición de patologías emergentes y la situación actual de crisis económica y de valores.

De esto precisamente se ha hablado durante la celebración del 7º Congreso Nacional de Ansiedad y Trastornos Comórbidos, en el que se ha presentado una importante innovación en el tratamiento de la agitación en esquizofrenia y en episodios maníacos agudos en trastorno bipolar, un aspecto que, apunta Ros, “ha sido siempre el gran drama de la psiquiatría”. Así, si bien existen fármacos efectivos para tratar la agitación en estos momentos, su tiempo de latencia es largo (incluso de horas), mientras que con staccato de loxapina esas horas se reducen a unos diez minutos.

En concreto, el nuevo dispositivo staccato, de un solo uso, permite una rápida administración de loxapina por vía pulmonar a través de un mecanismo térmico. Así, al hacer el paciente una aspiración en este dispositivo, el aparato se calienta a unos 200 grados centígrados aproximadamente. Debido a la alta temperatura, se forma entonces una vaporización que se enfría posteriormente de forma brusca y se inhala por vía respiratoria, pasando a los pulmones directamente. Precisamente el nombre del dispositivo, staccato, viene de una fórmula musical cuyas características recuerdan mucho al mecanismo de acción de este pequeño aparato. Tal y como describe el presidente de la SEPP, “stacatto es una nota separada, muy corta, tocada en un solo golpe de violín y que va seguida de un silencio, lo cual representa exactamente lo que significa este fármaco, que se administra de una forma brusca, inmediata y en un solo golpe y que además produce un efecto inmediato al que sigue un silencio”.

Un nuevo mecanismo que administra una molécula no tan nueva, ya que este antipsicótico, la loxapina, ya se comercializaba en Estados Unidos en 1975 para el tratamiento de la esquizofrenia e incluso estuvo unos años en el mercado español, aunque sin mucho éxito. Posteriormente, en los años 90, se volvió a comercializar una fórmula vía intramuscular de esta molécula, el clorhidrato de loxapina, que ya incluía, además de la esquizofrenia, el tratamiento de la fase maníaca del trastorno bipolar. Y así hasta ahora, con la llegada de staccato de loxapina, un tratamiento que ha sido posible gracias a una importante ventaja de esta molécula que, al calentarse, no ve alterada su estructura.

Pero esta no es su única ventaja. Tras la realización de 11 ensayos clínicos (cinco estudios de fase I de farmacología clínica, tres estudios de fase I de evaluación de la seguridad pulmonar, un estudio de fase II y dos estudios de fase II que evaluaron entre una y tres dosis de staccato de loxapina en pacientes con esquizofrenia) y publicaciones en las revistas British Journal of Psyquiatry y Bipolar Disorders, Ros asegura que es posible afirmar la eficacia de este tratamiento a los diez minutos de su aplicación tanto en esquizofrenia como en las fases maníacas del trastorno bipolar.

Asimismo, los estudios también demuestran un perfil bueno de seguridad y tolerabilidad a excepción, señala Ros, de “un episodio de reactividad bronquial que se revertió sin problemas con la administración de un broncodilatador”. Otra de las ventajas del fármaco frente a otros antipsicóticos, señala este profesional, es que “no se produce un efecto de disminución clara de conciencia, de sedación”, un inconveniente habitual de este tipo de tratamientos. Además, su facilidad de uso podría hacer incluso que la figura del psiquiatra se tornase menos hostil. En el futuro, Ros cree que este dispositivo podría servir para administrar otro tipo de fármacos como analgésicos, ansiolíticos o inductores del sueño más rápidamente.

Además, se habló también de nuevas terapias para el tratamiento del alcoholismo o el juego patológico como nalmefene, nuevos fármacos en el TDA en adultos como atomoxetina y nuevos antipsicóticos como aripiprazol, con mejores resultados de tolerabilidad. Y también hubo espacio para la agomelatina, un fármaco “muy potente”, destaca Elena Ros, psiquiatra del Vall d’Hebrón, en el tratamiento de la depresión en pacientes de entre 65 y 75 años, tal y como se muestra en el estudio Heun. Una ventaja del fármaco es su buena tolerabilidad, principal motivo por el que se produce el abandono de la terapia en este grupo poblacional, con una sintomatología inespecífica en depresión.