gm Madrid | viernes, 25 de abril de 2014 h |

Según datos de la OCDE, la población mayor de 80 años podría triplicarse en España de aquí a 2015, pasando de representar un 5 por ciento del total de la población en 2010 a llegar incluso al 15 por ciento en 2015. Una situación para la que no estamos preparados, tal y como se ha puesto de manifiesto en la 6ª Reunión Nacional de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (Semeg), celebrada en Pamplona.

Y es que, actualmente, solo el 12 por ciento de los hospitales españoles cuenta con Unidades de Geriatría de Agudos y apenas un 30 por ciento de ellos dispone de algún dispositivo asistencial geriátrico especializado, existiendo además importantes desigualdades entre comunidades autónomas. Un problema que Juan F. Macías, presidente de la Semeg, cree que se debe a “una falta de cultura sobre el envejecimiento de la población” y a “la concepción errónea de que la implantación de estas unidades es cara” cuando, según un estudio realizado por el Hospital de Asturias, “la incorporación de la geriatría a las unidades de urgencias supondría un ahorro de más de dos millones de euros y ahorraría casi 4.000 estancias en el hospital”.

Pero este no es el único problema al que se enfrenta la geriatría, que lleva décadas denunciando la exclusión de los pacientes ancianos de los ensayos clínicos, con la consiguiente dificultad a la hora de extrapolar los resultados “de un paciente joven y relativamente sano a uno mayor, pluripatológico y polimedicado”, destacó Nicolás Martínez, presidente del Comité Organizador, que celebró propuestas como las ‘Guías para la prescripción en ancianos complejos’ de Graziano Onder o las sugerencias en el tratamiento de la diabetes en ancianos institucionalizados de Sinclair y Morel.

Además, durante el Congreso se instó a la prescripción de programas de ejercicio físico multicomponente (entrenamiento de fuerza, resistencia cardiovascular, resistencia aeróbica y equilibrio) de manera individualizada y gradual en ancianos, ya que se ha demostrado que esta es la mejor manera de combatir la sarcopenia, clave en la fragilidad, un síndrome que afecta a un 7 por ciento de los mayores de 65 años, según los datos del estudio ‘Cardiovascular Health’.