Las células madre mesenquimales tienen capacidades inmunoreguladoras con tendencia a disminuir los fenómenos inflamatorios. Esto, unido a su buena tolerancia, invita a usarlas en el contexto de enfermedades en las que el sistema inmune está regulado de manera anómala y existen fenómenos de inflamación, como son las enfermedades autoinmunes reumatológicas. “En concreto, los estudios en lupus eritematoso sistémico (LES) y síndrome de Sjögren, con células alogénicas, procedentes de donantes, han tenido buenos resultados”, según indicó Benjamín Fernández-Gutiérrez, jefe de Sección de Reumatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, durante el pasado 41º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Reumatología (SER), celebrado en Sevilla. A juicio del experto, “en dicha investigación, las células fueron transfundidas vía sistémica en pacientes que habían sido refractarios a otras terapias. El problema sigue siendo la falta de estudios controlados”.
Las células madre mesenquimales son capaces de diferenciarse a distintos tipos celulares entre los que se incluyen los osteocitos, los condrocitos o los tenocitos, entre otros. Además, presentan propiedades inmunomoduladoras (pueden reducir los fenómenos de inflamación). “Estas dos características, unidas a su capacidad de migración y su prácticamente total ausencia de rechazo por el receptor de las mismas, hacen que potencialmente puedan utilizarse en el tratamiento de patologías en las que se precise un recambio celular y/o en patologías en las que necesitemos modular a la baja el sistema inmunológico y/o disminuir los fenómenos inflamatorios”, explicó Fernández-Gutiérrez. Asimismo, añadió, “las células madre mesenquimales apenas expresan en superficie moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad, por lo que son aptas para tratamientos alogénicos sin precisar compatibilidad genética ni tratamiento inmunosupresor concomitante. En este sentido pueden administrarse como si fuera una transfusión”.
Por otra parte, los estudios realizados en artrosis se basan, en casi todos los casos, en tratamientos con células madre mesenquimales autólogas (del mismo paciente) en el contexto de inyección intrarticular en rodilla. En general, son estudios no controlados y asociados con otros tratamientos como artroscopia, ácido hialurónico, plasma rico en plaquetas, microfracturas y/o meniscectomía. En opinión del experto, “los resultados son, en general, buenos. Si bien, la heterogeneidad de los estudios y la falta de grupo control no permiten sacar conclusiones claras al respecto”.
Respecto a la artritis reumatoide, comentó Fernández-Gutiérrez, “no existen, en la actualidad, datos claros sobre la utilidad de las células madre mesenquimales frente a esta patología. Existe un estudio controlado, usando células madre mesenquimales obtenidas de tejido adiposo que fueron administradas como transfusión. Se trata de una investigación diseñada como estudio de seguridad y en ese sentido es exitosa; sin embargo los datos en cuanto a efectividad no son concluyentes”.
“La potencialidad de las células madre mesenquimales es enorme tanto en el campo de reparación de tejidos como en el campo de la inmunoregulación”, según Fernández-Gutiérrez. A su juicio, existe una serie de pasos obligados para desarrollar toda la potencialidad de este campo que pasan por avanzar en el estudio de los mecanismos básicos que regulan la funcionalidad de estas células, estudiar materiales biocompatibles que puedan hacer que las células desarrollen sus funciones de manera más eficaz, determinar la fuente de células idónea (médula ósea, grasa, pulpa dental…) y que puede ser diferente dependiendo de la patología a tratar, el uso de las células solas o en conjunción con otros tratamientos (ácido hialurónico, plasma rico en plaquetas, tratamientos inmunoreguladores…), investigar las rutas de administración más eficaces en cada caso y realizar estudios controlados en aras de obtener conclusiones claras en cuanto a eficacia.