| viernes, 28 de mayo de 2010 h |

Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3

Antes de pasar el control de seguridad en el aeropuerto de Alicante, veo en la cinta un libro titulado Expectativas y realidades de la atención primaria española. No veo el autor, pero compruebo que es de la Fundación 1º de Mayo. Me giro y le digo al propietario: ”¿Es usted médico?”. ”Sí”. ”¿Y este libro? Yo no lo conocía”. ”Es de Comisiones Obreras”, me señala. “Pues debe estar muy bien”. Me pareció que el texto tenía buena pinta. Estuve hojeándolo y me di cuenta de que estamos en un debate en el que hay que preservar la esencia de la atención primaria. Y de la misma manera que en la medicina de empresa, y en la del trabajo, los sindicalistas son “oro de ley” en esto de la atención primaria me gustaría saber por dónde andan. Me meto en ello y lo recomiendo como un análisis certero de lo que nos queda por vivir.

Estamos en la UVI de la sanidad entera y estoy seguro de que Javier Rodríguez Mercadilla, el gerente de la Federación Nacional de Empresarios de Ambulancias, las debe tener todas preparadas para comprobar cómo es el tránsito del disgusto al colapso.

Menos mal que en la izquierda de toda la vida más concienzuda queda gente como Fernando Lamata, el consejero de Castilla-La Mancha, que no sólo aguanta los cambios de gobierno, sino que profundiza en la calidad asistencial a los dependientes. Empieza a gustarme mucho esa autonomía en el aspecto sanitario, pues van dando puntada a puntada con el hilo conductor de las más importantes necesidades.

Los de la Sociedad Española de Cardiología, tanto el presidente, Carlos Macaya, como Leandro Plaza Celemín, mandan invitación para iniciarnos en ese camino que busca bajar los factores de riesgo cardiovascular patrocinados por un totus tuus en el que no falta ni el sector de la nutrición ni tampoco la posología de los fármacos más preventivistas. Mientras tanto José Luis Rodríguez Zapatero prepara un cambio de Gobierno para julio para que la crisis no coja a los suyos con el “corazón partío”. Seguro.