Cardiología/ 28ª Lección Memorial Fernández-Cruz

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El gran desconocido por los médicos en el abordaje de la patología

La enfermedad vascular periferica está, además, infradisgnosticada.

| 2009-11-02T09:57:00+01:00 h |

Otro tema debatido en el Memorial fue el papel de la frecuencia cardiaca (FC) como nuevo factor de riesgo en los pacientes con cardiopatía isquémica. Para Arturo Fernández-Cruz este es un concepto que se consolida, más que confirmar, “algo que era una creencia clínica y de un buen profesional ahora constituye una evidencia”.

Joaquín Alonso, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital de Fuenlabrada iba más allá lanzando la pregunta de si existe evidencia suficiente para establecer que es un factor predictor de eventos cardiovasculares y no un mero marcador de riesgo. En cualquier caso, los beneficios de reducir el ritmo cardiaco están claros. “Cada vez estamos más convencidos, y hemos visto que los resultados de reducir la FC en la cardiopatía isquémica con ivabradina son espectaculares sobre la morbiortalidad, que afecta de forma seria a estos pacientes”, señala Fernández-Cruz.

El debate, en el que también participó Joan Brugada, concluyó con la indicación de detectar a los pacientes con cardiopatía isquémica que deberían tener una FC por debajo de 60 pulsaciones por minuto.

E. sainz Corada

Madrid

“La enfermedad vascular periférica (EVP) no está adecuadamente enfocada ni por el médico de primaria ni tampoco por los cardiólogos en general. Es muy provocativo pensar que a la mayoría de estas personas, que requieren una exploración física rutinaria no compleja, no se les realice, y como consecuencia nos encontramos ante la tesitura de que se llega tarde”.

Así se expresó Arturo Fernández-Cruz, jefe del Servicio de Medicina Interna y director del Área de Prevención Cardiovascular del Hospital Clínico de Madrid durante el 28º Memorial Fernández-Cruz y que este año giró en torno a la prevención y predicción del riesgo cardiovascular en la práctica clínica.

El problema de la EVP —de la que la claudicación intermitente representa el síntoma típico produciéndose en hasta un tercio de los pacientes afectados por esa enfermedad— va más allá del infradiagnóstico. Y es que existen alternativas terapéuticas que son también infrautilizadas. Tal es el caso de cilostazol, un inhibidor de la fosfodiesterasa de tipo III que fue inicialmente diseñado para la identificación de la vasodilatación y el manejo de la contractilidad muscular. Pero, posteriormente se vio que tenía un efecto “dramáticamente poderoso” sobre antiagregación, trombosis, vasodilatación y corrección de las molestias que presenta un paciente con claudicación intermitente (CI).

De ello habló Juan Tamargo, catedrático de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid, quien presentó datos de varios meta-análisis que demostraban su eficacia, como uno de la Cochrane con ocho ensayos controlados, en los que cilostazol mejora los resultados tanto de placebo como de pentoxofilina.

También hizo referencia a un trabajo, publicado en 2006 en el que el fármaco conseguía reducir la restenosis post-stent en animales, si bien estudios posteriores, como el publicado en la revista Circulation, han confirmado esa evidencia en pacientes coronarios diabéticos que han recibido stent, pues los que tomaron cilostazol tenían un diámetro mayor que los que no.

Asociado a otros fármacos

A pesar de todo ello Fernández-Cruz no duda en llamarlo “el gran tapado”, lamenta, pues para el especialista el gran avance en este campo “ha sido descubrir que se trata de un fármaco de altísima eficacia para los pacientes que tienen CI y que además tienen efectos muy beneficiosos desde el punto de vista cardiovascular, por lo tanto se puede asociar con todos los fármacos que nosotros utilizamos para manejar los factores de riesgo o la cardiopatía isquémica si es que existe, o la isquemia cerebral”, concluye.