José A. Rodríguez Barcelona | viernes, 01 de julio de 2016 h |

Por primera vez, un fármaco muestra eficacia en un estudio fase 3 en pacientes con carcinoma hepatocelular (CHC) irresecable que han progresado tras la terapia con sorafenib (Nexavar, de Bayer). Una importante noticia, como destacó Josep Tabernero, director del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) y vicepresidente del comité científico del 18° Congreso Mundial de Cáncer Gastrointestinal, organizado por la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO). “No hay terapias en segunda línea para estos pacientes, y este fármaco aumenta la supervivencia y presenta un perfil de toxicidad aceptable”, comentó.

Esta patología es el tipo más común de cáncer de hígado y representa aproximadamente el 70-85 por ciento de todos los tumores en este órgano. Asimismo, es el sexto cáncer más común y la segunda neoplasia en cuanto a mortalidad.

Como explicó Jordi Bruix, autor del trabajo y responsable del grupo Barcelona Clinic Liver Cancer del Hospital Clínic de Barcelona, en la investigación se ha comparado regorafenib (Stivarga, de Bayer) con placebo, y el principal resultado es que “este fármaco incrementa la mediana de supervivencia global de 7,8 meses a 10,6 meses”. Además, la hazard ratio (HR) para la supervivencia global (SG) de los pacientes que recibieron el fármaco en comparación con el grupo control fue de 0,62, con un intervalo de confianza del 95 por ciento, “lo que significa que regorafenib reduce en un 38 por ciento el riesgo de muerte, un resultado muy importante”, señaló Bruix.

En este ensayo internacional y multicéntrico (Resorce), 573 pacientes fueron randomizados en una ratio de 2:1 para recibir 160 mg de regorafenib una vez al día durante un ciclo de cuatro semanas (tres semanas de administración y una semana sin fármaco) más el mejor tratamiento de soporte (MTS) o placebo más MTS. “Y fueron estratificados en función de varios criterios —comentó Bruix—. Si eran de Asia o no y si presentaban o no presentaban síntomas, invasión vascular, diseminación extrahepática o alfafetoproteína incrementada por encima de 400 ng/ml”.

Asimismo, este experto añadió que “únicamente un 10 por ciento de los pacientes tuvieron que abandonar el tratamiento por culpa de los efectos secundarios, que suelen ser manejables”. Las reacciones adversas más frecuentes fueron hipertensión (15,2 por ciento en el grupo de regorafenib vs. 4,7 en el grupo control) y el síndrome de mano-pie (12,6 por ciento vs. 0,5 por ciento).

En cuanto al mecanismo de acción, Bruix destacó que se trata de un “fármaco promiscuo, es decir, que actúa en diferentes quinasas, ya que es antiangiogénico y también actúa sobre procesos fundamentales en la proliferación celular y en el estroma”.

Inmunoterapia en CCR

En el apartado del cáncer colorrectal (CCR) metastásico con estabilidad de los microsatélites se presentaron los resultados de un estudio fase 1b que indican que añadir el anti-PD-L1 atezolizumab (Tecentriq, de Roche) al inhibidor de MEK cobimetinib (Cotellic, también de Roche) podría ser eficaz en esta patología. En concreto, se ha estudiado esta combinación en 23 pacientes y se ha visto que, en cuatro de ellos, el tumor se reducía un 30 por ciento y que en cinco de ellos la enfermedad se mantenía estable. La duración de las respuestas se prolongó entre 4 y 15 meses.

A pesar de lo preliminar de la investigación, Tabernero valoró estos resultados como “muy importantes”, ya que la inmunoterapia no está avanzando de forma tan rápida en esta patología como en otras neoplasias.

Biomarcador ZEB1 en sangre

Otro de los trabajos presentados ha explorado la validez del análisis en sangre del biomarcador ZEB1 en cáncer gástrico y en cáncer de esófago. Como explicó Federico Longo, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, su grupo ha analizado la expresión en plasma de este biomarcador (que ya se sabe que es de mal pronóstico cuando se detecta su presencia en muestras de tejido), en pacientes con cáncer gástrico o de esófago localizado, pacientes con metástasis y voluntarios sanos. La principal conclusión es que “el análisis del marcador en sangre permite diferenciar a los pacientes que están enfermos de las personas que están sanas”, afirmó Longo. Aunque este experto enfatiza que es necesario realizar más estudios para validar este biomarcador en plasma, “es el primer paso para disponer de una prueba muchos menos invasiva”. De este modo, en lugar de realizar biopsias de tejido, “valdría realizar un screening para, del mismo modo que se hace con el PSA en el cáncer de próstata, detectar aquellas personas que tienen riesgo y realizar sólo en ellas pruebas más invasivas, como la endoscopia, que exige anestesia”, apuntó.

ZEB1 es una de las vías moleculares implicadas en el desarrollo de los tumores. Más en concreto, explicó Longo, esta vía está implicada en la transición a mesénquima. “Los tumores epiteliales, como el gástrico o de esófago, en ocasiones pierden ese carácter epitelial, es decir, pierden la adhesión que hay entre las células, y ese proceso se conoce como la transición epitelio-mesénquima, lo que lleva a la invasión celular y la proliferación”, añadió Longo.

Regorafenib incrementa la mediana de supervivencia global de 7,8 meses a 10,6 meses

Añadir atezolizumab a cobimetinib podría ser eficaz en CCR con estabilidad de los microsatélites