Almudena Fernández Madrid | miércoles, 12 de junio de 2013 h |

Bajo el lema ‘Embarcados hacia una vida plena’, la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes) ha celebrado, junto con la Federación Feafes Galicia, su XIX Congreso Nacional en A Coruña.

Manuel Fernández, presidente de Alume, explicó a GM en el marco de este encuentro que la asociación trabaja en dos proyectos relacionados con las personas con alguna patología mental que se encuentran en una situación de exclusión.

El primero de ellos, en marcha desde 2011, es el Programa de Atención Integral a Personas con Enfermedad Mental (Paiem), que se desarrolla en las prisiones de Bonxe y Monterroso. Un psicólogo, un terapeuta ocupacional y un trabajador social se desplazan a los centro penitenciarios para tratar de ayudar a los pacientes con enfermedad mental reclusos en el manejo de su enfermedad, primero, siendo conscientes de ella, y después, ayudándolos a adaptarse al tratamiento farmacológico, en la adherencia al mismo y, además, realizando actividades terapéuticas para mejorar las habilidades de la vida diaria y las sociales, así como rehabilitación cognitiva que ayuden a estos pacientes a ganar autonomía y les facilite la vida dentro de prisión.

La mejora de las personas que han participado en el programa ha sido “evidente”, tal y como aseguró Fernández, y la necesidad del mismo viene derivada de que la incidencia de las enfermedad mental es mucho mayor que entre las personas libres y, además, sufren el estigma y el rechazo con mayor intensidad.

El otro programa, Espertar, tiene solo ocho meses de vida y está enfocado a personas con este tipo de patologías que no tienen hogar. Está formado por un equipo de tres personas que identifican a los pacientes con enfermedad mental que están en la calle, tratan de ganarse su confianza y, una vez ganada, acuden con ellos al médico para comprobar si están diagnosticados y tienen tratamiento, y se les hace un seguimiento en la medida de lo posible para garantizar que cumplen con el mismo.

En este caso, se está trabajando en dos direcciones, por un lado, con la intervención directa y, por otro, coordinando. Y es que parten de la idea de que existen todos los servicios necesarios — sanidad universal, servicios de atención a las personas sin hogar…—, pero su patología impide que encuentre un comedor social o un albergue, o no lo aceptan en el mismo si se encuentra en un estado de excitación, por lo que debe ayudársele a estabilizarse para poder beneficiarse de los servicios que hay disponibles.

Por otro lado, Fernando Bellver, presidente del Patronato de Fundación Emplea, abogó por impulsar el empleo con apoyo —trabajo en el mercado libre con el apoyo que la persona requiera para poder desempeñarlo— en el camino de la inclusión laboral para las personas de colectivos desfavorables, en este caso, con algún trastorno mental. En esta línea, incidió en que “la diversidad enriquece a las empresas y mejor clima laboral”. Asimismo, Bellver señaló que la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad respalda este modelo de empleo.

“Queremos que los empresarios en su plan de RSE incluyan la incorporación de la diversidad en su fuerza laboral”, recalcó para añadir que estos empleos podrán tender al diez por ciento de la plantilla, para ser un reflejo de la sociedad.

María José Sánchez Cruz, usuaria de recursos residenciales de la Asociación APEM, por su parte, comentó que este modelo de atención mejoró su calidad de vida, incrementó su autonomía y favoreció su relación familiar.