Juan Pablo Ramírez Madrid | viernes, 05 de diciembre de 2014 h |

No se cumplieron las quinielas. Ni siquiera las reclamaciones de los profesionales sanitarios que pedían un perfil técnico para liderar el sistema sanitario. Tras la dimisión de Ana Mato por el ‘caso Gürtel’, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha entregado las riendas del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en el último tramo de la legislatura a Alfonso Alonso, hasta ahora portavoz del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados.

Licenciado en Filología Románica y en Derecho, su nombre había aparecido entre los ministrables a finales de septiembre para suceder al también dimitido Alberto Ruiz-Galllardón al frente del Ministerio de Justicia, pero tras el nombramiento de Rafael Catalá, nadie había reparado en él para ocupar el cargo de ministro de Sanidad.

Con algunas salvedades, el sector ha valorado de manera positiva que Rajoy haya apostado por uno de sus hombres de confianza y un peso pesado político dentro del PP, a pesar de su nulo bagaje sanitario. Alonso conoce mejor la otra rama del ministerio, la de Servicios Sociales e Igualdad. Sin ir más lejos en la pasada legislatura, cuando el Partido Popular se encontraba aún en la oposición, ejerció el cargo de portavoz de Asuntos Sociales del Grupo Popular en el Parlamento.

Esta experiencia se notó el pasado miércoles durante su toma de posesión en la sede del ministerio. Ante una nutrida representación del sector sanitario y farmacéutico, el nuevo titular de Sanidad realizó un discurso con una fuerte orientación social y económica con el compromiso de trabajar para “sacar adelante el proyecto de recuperación de España”. La ocasión lo requería así. Coincidía que era el Día Internacional de la Dependencia y se acababa de confirmar un nuevo caso de violencia machista en Melilla.

Su principal valedora y la que ha mediado para su desembarco en el Paseo del Prado, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, destacó precisamente su “vena social”, así como su compromiso en “la defensa de los servicios sociales más cercanos a los ciudadanos” el martes poco después de que Rajoy desvelase la noticia.

Guiños a la sanidad

Pese al predomino de los asuntos sociales, también hubo guiños a los agentes que conforman el Sistema Nacional de Salud en su primer discurso como ministro. Arropado por Sáenz de Santamaría; su predecesora, Ana Mato, y el presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, alabó la labor de los profesionales sanitarios que “hacen que la sanidad española sea la mejor del mundo”.

Durante su intervención lanzó una promesa: “Compromiso de trabajo, respeto y disposición al diálogo”. Precisamente diálogo ha sido una de las palabras que más han utilizado políticos, sindicatos y profesionales antes y después de que se conociera el nombre del nuevo ministro. Una de las críticas que la oposición ha reiterado con más vehemencia contra Mato ha sido su escasa participación en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados y en el Senado. La ya ex ministra fracasó en la consecución de un Pacto por la Sanidad con todos los grupos políticos, una tarea en la que no ha podido avanzar tampoco ninguno de sus predecesores.

Alonso se encuentra más acostumbrado al cara a cara, como le acredita estos tres años como principal espada del Grupo Parlamentario Popular. Años antes y con el PP en la oposición se había ganado la confianza de Soraya Sáenz de Santamaría, que durante la última legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, ocupaba el cargo de portavoz del partido en el Congreso. El recientemente elegido ministro se convirtió en número dos, pero su trayectoria en el Parlamento comenzó en 1996, como diputado por Vitoria, tras la llegada de José María Aznar al Gobierno.

Perfil de gestor

Tanto Mato como Alonso tienen en común su marcada trayectoria política. Pero existen diferencias. El nuevo ministro cuenta con experiencia en la Administración. Fue alcalde de Vitoria, cargo que ocupó entre 1999 y 2007.

Alonso llega con la agenda cargada para este último año de legislatura, con un fuerte sesgo electoral. Además de los comicios generales previstos para finales de 2015, en mayo tendrán lugar las elecciones autonómicas y locales. Quedan asuntos pendientes: la evaluación del Real Decreto-ley 16/2012, el registro de profesionales, la gestión clínica o la troncalidad… (ver GM nº536). Deberá intervenir en otros asuntos que no son competencia de su ministerio como la Ley Colegios Profesionales, atascada en la antesala del Consejo de Ministros; la financiación de la sanidad de las comunidades autónomas; o la reforma de la Ley del Aborto, que precipitó la renuncia de Gallardón y que parece que pasará otra vez a Sanidad. El pasado jueves se produjo ya el primer despacho con su equipo y la dimisión de la secretaria general, Pilar Farjas.

Es la segunda pieza que cae en Sanidad tras la dimisión de Mato, que el pasado miércoles se despidió del ministerio. Después de dar la bienvenida a Alonso y desearle suerte, aprovechó su discurso para realizar una defensa de su gestión y destacar “la calidad extraordinaria de los profesionales sanitarios con los que se han suscrito importantes acuerdos”. En la misma línea que el ministro entrante, insistió en la sanidad española como “una de las mejores del mundo”. La ya ex ministra aseguró durante su intervención que se marchaba “con la conciencia tranquila” porque ha “servido a los españoles sin escatimar ningún esfuerzo”.

Desde la oposición llegaron las críticas, especialmente del PSOE. Su portavoz de Sanidad en el Congreso, José Martínez Olmos, considera a Alonso “coautor de los recortes”.

Alonso alabó la labor de los profesionales “que hacen de la sanidad española la mejor del mundo”

Mato defendió en su despedida “los importantes acuerdos suscritos” con médicos y enfermeros