| viernes, 22 de julio de 2011 h |

Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3

Va ha hacer falta mucha actividad para salir del atolladero. Claro que de hiperactividad ya tenemos un experto. Lo confirma con su nuevo libro el doctor Ignacio Pascual-Castroviejo sobre la frontera entre personalidad y patología que bajo el título “Hiperactividad” nos da una entrega innovadora y certera sobre este ente nosológico.

Sin embargo, me inquieta Cataluña. En los últimos días en Barcelona se ha hecho pública una noticia que indica que es la ciudad española con menos riesgo de padecer ictus o infarto cerebral, que es lo mismo. Los datos recopilados durante la acción del Bus Ictus revelan que los sevillanos son los más propensos a padecer un infarto cerebral, con el doble de riesgo que los barceloneses. El Bus Ictus es una iniciativa promovida por el Observatorio del Ictus y patrocinada por varias sociedades médicas. Sabemos que la sanidad catalana, junto con la española, es de las mejores y más avanzadas del mundo y son generadores de continuos avances que favorecen a los pacientes. Quiero destacar que un equipo de investigación del Hospital del Mar dirigido por el doctor Antoni Bulbena, director del INAD de este hospital y catedrático de la UAB, han confirmado que la hiperlaxitud articular tiene relación directa con la ansiedad y las fobias. La psiquiatría busca siempre marcadores biológicos que puedan predecir la aparición de enfermedades psiquiátricas. En este caso, las personas con las articulaciones hiperflexibles tienen 23 veces más probabilidad de presentar ansiedad y las terribles crisis de angustia o ‘panic attacks’. En Cataluña, donde cuentan con Boi Ruiz al frente de la Sanidad, igual o más que en otras comunidades, preocupa mucho en la calle el tema del copago, la gente teme tener que pagar tasas y asustan también los constantes recortes, a todos los niveles, en los hospitales catalanes. A todo ello se suma el ERE que acaba de presentar esta semana el Centro Médico Delfos, que afectará a 77 trabajadores, el 20 por ciento de la plantilla. El mismo centro médico asegura, para callar voces de protesta, que la medida no afectará para nada a la atención al paciente ni a la calidad de los servicios. Pero algunos sindicatos, como el del Parc Salut Mar, ya están preparando huelgas para esta última semana de julio, en protesta por los numerosos despidos que se están programando en hospitales públicos catalanes. El transporte sanitario urgente catalán también se revela ante la precaria situación que viven, y las amenazas de huelgas están a la orden del día.

Y más tajo para la industria farmacéutica que preside Jordi Ramentol. Ante esta dramática situación, la reciente reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, no logró esclarecer demasiado la situación. La ministra Leire Pajín repite que el ahorro y la eficiencia son necesarios para paliar el terrible déficit que sufre la sanidad pública española, una deuda de más de diez millones de euros. Por su parte, el consejero catalán propone implantar una tasa fija a cada usuario según su renta, pero ni el Partido Popular ni el PSOE apoyan el cargo directo al paciente. La solución, por mayoría, para ahorrar en sanidad, ha quedado en la receta masiva de genéricos. Se aplicará la prescripción por principio activo, y no por marca comercial, en toda España; con lo que se pretende ahorrar más de dos mil millones de euros.

Para aquellos que no lo sepan, se denomina genérico a aquel medicamento que ya ha perdido la patente porque lleva más de 10 años en el mercado. En la mayoría de comunidades autónomas, cualquier medicamento nuevo que no sea declarado de interés inmediato, sufre una cuarentena de 4 años en la que sufre una prescripción limitada. Los nuevos medicamentos acostumbran a ser más caros que los viejos, por lo que la Administración explica que así ahorra. Sin embargo, la mayoría de médicos no están a favor de esta medida porque consideran que se está generando una medicina para ricos, que podrán acceder al medicamento nuevo pagando en la farmacia, y una medicina para pobres, que deberán esperar cuatro años para tener acceso a los medicamentos a través de la seguridad social. Muchos profesionales médicos catalanes consideran que la solución de prescribir genéricos es “pan para hoy y hambre para mañana”, porque si se priva a la industria farmacéutica de obtener beneficios, ¿quién investigará los nuevos medicamentos del futuro?