Eurocámara/ El texto irá al Pleno en un mes, previo paso por el Consejo de la UE

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La industria estaría obligada a dar información al paciente cuando éste la solicite

Sus detractores desmontan los argumentos a favor y sólo ven publicidad encubierta

| 2010-10-29T17:17:00+02:00 h |

Carlos b. Rodríguez

Zaragoza

El cambio de perspectiva introducido en la directiva de información al paciente no logra vencer las reticencias contra la industria. La intención del ponente, Christopher Fjellner, era cambiar el acento, es decir, no se trata de permitir a la industria informar directamente al paciente, sino de obligarla a darle la información que éste solicita, sólo cuando la pida. Pero tras este argumento sus detractores sólo ven publicidad encubierta. A un mes de ir al Pleno, previo paso por el Consejo de la UE, el futuro de la directiva es más incierto que nunca.

Andrés Perelló, eurodiputado socialista de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria (ENVI), presentó una enmienda de retirada y habla de ella como “la directiva que nunca debió ser”. Sus calificativos van más allá y afirmó que está “tocada de irracionalidad y de un liberalismo salvaje”. Fjellner decía poder lograr un consenso, pero los males de raíz son difíciles de curar. “Cuando cuesta más modificar una directiva que hacer una nueva, hay que rehacerla”, dijo Perelló, que la semana pasada rechazó de nuevo el texto en la primera de las jornadas sobre el paquete farmacéutico organizadas por la Eurocámara en Zaragoza.

Lo cierto es que el debate ha levantado ampollas incluso en el seno de los grupos. Una diputada del mismo grupo de Perelló, la alemana Dagmar Roth-Behrendt, es defensora acérrima de esta directiva, al igual que Françoise Grossetête. Podría parecer un choque entre países, pero ambas diputadas se han enfrentado duramente a compañeros de sus propios países que también se oponían al texto. Perelló habla, incluso, de una “dura campaña” contra quienes querían retirarlo.

La palabra lobby estaba servida, y en su peor cariz. “A diario recibo lobbies de todo tipo. Pero nadie vino a decirme que su vida pasa por una directiva de información al paciente”, añadió el eurodiputado. Lo cierto es que el comisario de Salud, John Dalli, ya se mostró partidario de retirarla. Hay quien cree, incluso, que si el texto sale adelante en segunda lectura (algo que en el mejor de los casos no ocurrirá antes de septiembre u octubre de 2011) esta posibilidad no está descartada.

Antes de hablar de retirada, la directiva intentará frenar rechazos totales, como el de España, expresado en Zaragoza por la directora general de la Aemps. Cristina Avendaño se mostró partidaria de mejorar la información que les llega a los ciudadanos, aunque resaltó que la que ya se ofrece cuando se autoriza un fármaco (informe de evaluación, ficha técnica y prospecto) es suficiente.

“No acabamos de entenderlo. ¿Queremos seguir mejorando una información ya revisada, objetiva y completa? ¿Queremos sustituirla por una información dada desde la industria, cuando es la interesada en vender el medicamento?”, se preguntó Avendaño, especialmente crítica con el cómo se ha planteado una norma que pide a las agencias recursos para mejorar “materiales alternativos probablemente parciales o sesgados”.

Colaborar, no sustituir

Por su parte, Fran Franco, del departamento internacional de Farmaindustria, comprendía las reservas de dedicar recursos a esta tarea, sobre todo en momentos de austeridad. Sin embargo, subrayó que “no se trata de sustituir una información por otra, sino de complementar y colaborar”. La patronal reiteró que la directiva habla de información no promocional sujeta a criterios estrictos de calidad, de la que estarían excluidos los mass-media y que tampoco debería exceder la información oficial, si bien a gusto de la industria debería ser más legible.

Hay margen para el consenso, pues no todas las críticas son totales. Así, la consejera de Salud de Aragón, Luisa María Noeno, dijo que la correcta información farmacéutica “es un derecho de los ciudadanos y un reto”, si bien no debe verse empañada por “intereses mercantiles de las empresas”. Más allá del debate de separar información y publicidad, nadie duda de que el perfil del usuario ha cambiado. Sobre todo, los pacientes. “Los laboratorios tienen el derecho y la obligación de informarnos, no de hacernos publicidad”, precisó Emilio Marmaneu, presidente de la AGP.

Aunque Avendaño dijo que esta directiva “no tiene nada que ver con el gasto sino con la mejora de la salud”, lo cierto es que el texto extiende el temor a que uno de sus efectos sea precisamente para el erario público en tiempos de crisis. Según Ricardo Canals, portavoz de la Comisión de Sanidad de las Cortes de Aragón, la idea de informar al paciente puede tener muchas contraindicaciones: más presión sobre el médico, deterioro de su relación con el paciente, más recetas, más gasto, más polimedicación, solicitudes de segundas opiniones, cambios de médico…

Se trata, en todo caso, de efectos posibles, como posible también es una información sobre fármacos de prescripción sin efectos perversos. Sobre ella habló el jefe del equipo asesor de Fjellner, Klas Hjört, que explicó a los asistentes los buenos resultados obtenidos en Suecia con el programa FASS (un modelo de partenariado público-privado “más ambicioso” al que a Farmaindustria le gustaría ir), en el que la industria participa con códigos de autorregulación y contenidos aprobados por el Gobierno. Podría ser exportable si la reticencia contra la industria no fuera tanta. “Funciona bien en Suecia, pero hay países que no podrían aceptar la autorregulación de la industria”, añadió Hjört.

Para ello sería necesario, a juicio de la industria, desmitificar aspectos que perjudican su imagen. Sobre las prácticas promocionales aún sobrevuelan sospechas vinculadas a viajes y congresos, como las mencionadas por Josep María Esquerda, presidente de la Comisión de Sanidad del Senado. “La autorregulación existe, pero hay camino por recorrer. Tendría que ser más transparente”, dijo.

Los farmacéuticos, por su parte, apostaron por actualizar la directiva pero piden, con el máximo respeto a la industria, cuidado a los legisladores. “El medicamento no es una mercancía. Acceso a la información, sí, pero con el apoyo de prescriptores y dispensadores”, dijo Carmen Peña, presidenta del CGCOF.