Julio Zarco es presidente del Consejo editorial de GACETA MÉDICA. Blog ‘Ser médico’ – www.juliozarco.com Un español eterno como D. Miguel de Unamuno gritaba a los cuatro vientos la tan traída expresión “que inventen ellos”, para definir la eterna desidia del español hacia la investigación, argumentando que ¡somos los primeros en ingenio, pero unos auténticos desastres en cuanto a planificación y desarrollo de lo ingeniado! Otro coetáneo suyo, de la envergadura de D. Santiago Ramón y Cajal, coincidía con este “diagnóstico unamuniano” y además afirmaba que España carecía del medio adecuado para desarrollar la investigación, pues no todo son recursos económicos, que también; sino que es imprescindible el espíritu de búsqueda y la curiosidad científica, cimentada sobre una sólida formación básica para investigar. Estas afirmaciones se vuelven de la más reciente actualidad, si tenemos en cuenta que asistimos, una vez más, a la desestructuración de una red de investigación, señalando de nuevo a la asfixia presupuestaria como la causa. Durante los últimos años de la legislatura socialista, asistimos al despropósito de desubicar el Instituto Carlos III, centro fundamental en la gestión de la investigación española, del Ministerio de Sanidad y, con precariedad y más improvisación que planificación, ubicarlo en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, carente de presupuestos y líneas claras y definidas en la investigación científica en general y específicamente de la biomédica. De esta suerte, la excelente labor realizada por gestores anteriores como el Dr. Antonio Campos, que desarrolló y cimentó la investigación biomédica española de los últimos años, fue puesta en riesgo, por la insensatez y prepotencia de gestores como la Dra. Flora de Pablo. Desgraciadamente los tiempos para la investigación biomédica no pasan por los mejores momentos, debido a la crisis económica, lo que hace que una institución del prestigio del Instituto Carlos III, pase a depender estructural y funcionalmente de dos ministerios tan distintos como Sanidad y Economía, y ya se sabe, que pasando por economía, las cosas se complican. Como venimos adelantando desde esta tribuna, no todo es atribuible al recorte y a la austeridad, ya que grandes dosis de imaginación e innovación pueden a veces, sino salvar el barco, sí mantenerlo a flote. En este momento, la Plataforma Española para Ensayos Clínicos (Caiber), que ha pasado de un presupuesto de diez millones de euros a tan solo tres, desaparece, para tratar de destinar esa cuantía a reformular una nueva red de investigación, basada en hospitales de alta calidad y que, coordinados por una figura clave, concluya los más de sesenta ensayos clínicos que ya están en marcha y en diseñar las estrategias de futuro. Me consta que el actual director del Instituto, Joaquín Arenas, que conoce bien los entresijos, está preocupado por tal hecho y quiere a toda costa salvar al menos los muebles de la ciencia española, pero mi cuestión es más básica, ¿por qué no se definió desde el principio la estrategia de investigación biomédica en España? ¿por qué no se vinculó directa y únicamente al Ministerio de Sanidad? … y ¿por qué sólidas figuras de la investigación no ostentan los puestos claves de la gestión en la misma? Una vez más la investigación de nuestro país peligra; la mejor inversión en futuro e innovación, en riqueza y prosperidad, está en manos de la crisis económica. Hay que ser valiente y decidido, con los mejores a la cabeza, sin ser cicateros en las ideas, sino con la grandeza de miras, de una nación llena de esperanza y futuro. Señores del gobierno, “no sólo de recortes vive la economía, sino más bien de la sobriedad estoica y de la imaginación platónica del hombre creativo y capaz”. | viernes, 18 de mayo de 2012 h |