Julio Zarco es presidente del Consejo editorial de GACETA MÉDICA. Blog ‘Ser médico’ – www.juliozarco.com Es evidente que lo que ha hecho fuerte y coherente nuestro sistema sanitario ha sido la visión global e integral de la salud de los ciudadanos, es decir, todos somos iguales para el sistema sanitario independientemente de quiénes seamos, dónde vivamos y cuál sea nuestro nivel de renta. Tras la descentralización de las competencias sanitarias, el SNS pasó a configurarse en 17 mini-sistemas sanitarios y el calendario vacunal conllevó a uno de los mayores ataques y desgastes en cuanto a la equidad del sistema. Cada comunidad autónoma planifica su salud pública en función de sus necesidades regionales, perdiendo de vista “el todo” que supone el Estado. Un calendario vacunal unificado podría ser una herramienta vertebradora y cohesionadora del SNS y, sobre todo, facilitaría la gestión económica, ahorrando costes. Algo que todas las sociedades científicas veían como factible, sensato y científicamente sólido, los políticos parece que lo ven complejo y de difícil negociación. Después del último Consejo Interterritorial, algo que se consideraba asumible comienza a plantear dificultades que pone en peligro un consenso sobre el calendario único. Por un lado, está la vacunación antineumocócica, implementada actualmente solo en Madrid y Galicia y que, de generalizarse en todas las CC.AA., representaría la vacunación de una mayor población de niños, con un coste de entre 55 y 67 millones de euros, ¿quién los tiene en nuestros días? El caso es que ninguna CC.AA. está para derrochar dinero y que, por encima de todo, está la equidad y la no discriminación por razón económica, ya no de los pacientes, sino también de sus gobiernos. Por otro lado, la vacuna de la varicela implica consensuar si se vacunan a adolescentes o a niños, pero el colmo del despropósito se encuentra en la vacunación de la hepatitis, donde hay siete comunidades autónomas más Ceuta y Melilla que no vacunan en hospitales a los recién nacidos, poniendo la primera dosis a los dos meses de vida, y la ejecución de esta medida conllevaría un coste excesivo para garantizar las coberturas vacunales. En fin, mi diagnóstico tras una exploración superficial es que la descentralización de la salud pública ha generado una situación que ahora se vuelve en contra del propio SNS, pues nos encontramos con que no hay recursos económicos suficientes, ni dispositivos preparados para garantizar un calendario unificado. Y lo que es peor, sobre la planificación sanitaria sigue incidiendo de manera incontrovertible los costes/beneficios. ¿Podremos conseguir que la salud deje de ser utópica para poder ser una realidad? viernes, 16 de marzo de 2012 h