Desde hace unos años, Andalucía ha apostado por incentivar la evaluación de la excelencia en los centros sanitarios y a los propios profesionales. De ello se encarga la Agencia de Calidad Sanitaria de la Junta, cuyo objetivo es dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos dentro del sistema sanitario tanto público como privado.
Con la intención de trasladar su modelo a otros espacios sociosanitarios, el interés por dar un soporte de calidad se hace más necesario, en tiempos difíciles. Su director, Antonio Torres, explica que “la finalidad es el impulso y la promoción del modelo andaluz de calidad, con personalidad propia. Su misión es el impulso de la calidad en el sistema sanitario, de forma genérica y básicamente trabaja en tres líneas definidas”. La primera es la acreditación a instituciones sanitarias, centros, unidades, formación continuada, profesionales individualmente, páginas web, etc. Además, se le ha sumado la seguridad del paciente. “Con un observatorio que se encarga de impulsar las buenas prácticas de seguridad”. La tercera pata es el desarrollo profesional.
En un contexto de crisis económica se hace más necesaria la calidad, de este modo para Torres “se convierte en un instrumento muy importante porque en el sector salud la no calidad conlleva unos costes adicionales mucho mayores”. Aunque es consciente de que hay que acabar con el desencanto de algunos profesionales sometidos a una mayor presión, reconoce que no han detectado una caída del interés por la acreditación. “La ACSA es la única que hay en España y tenemos más de 600 unidades de gestión clínica acreditadas y el volumen en estos momentos no ha disminuido. En cuanto a profesionales existen más de 200 profesionales en proceso de acreditación”, matiza.
Precisamente, para el director de la agencia la gestión clínica es intentar que los profesionales se preocupen de la gestión de los recursos que utilizan en la práctica clínica. “Lo de hacer un modelo homogéneo para todo el Estado no tiene mucho interés, ya que son dos temas contradictorios. Cada hospital y cada nivel asistencial tiene sus propios condicionantes y la gestión clínica debe ser enormemente versátil a la hora de implementarse”. Así, considera que una UGC debe tener definido qué cartera de servicios tiene, qué procesos asistenciales aborda y cómo los aborda. Además, debe contar con un mapa de competencias de los profesionales que forman parte de la unidad y tener un modelo de desarrollo profesional con un cuadro de mandos y sistemas de información que les permita saber con la eficiencia que están trabajando y en base a ello, autoevaluarse internamente. Del mismo modo, indica que la evaluación debe ser hecha externamente por agencias que tengan la solvencia necesaria para hacerlo y por supuesto, la gestión se tiene que basar en el liderazgo clínico y por tanto, tiene que tener capacidad para ser dirigida por líderes clínicos. A su juicio, el mejor ejemplo de un buen modelo es Andalucía, que considera que está a la vanguardia en materia de gestión.
En definitiva, Torres precisa que es necesario que existan más instituciones de este tipo, ya que la Unión Europea, a través de su directiva de sanidad transfronteriza, exige que los centros tengan una evaluación de la calidad y que sea transparente a los ciudadanos. “Se puede aprovechar nuestra experiencia para desarrollar actividades de este tipo”. No sería algo novedoso, ya que como asegura, actualmente la agencia ha ampliado su ámbito de actuación en Portugal.