ENTREVISTA
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E.M.C.
Madrid
Pregunta. ¿Qué lastra la investigación en el sistema inmune en España?
Respuesta. Falta apoyo institucional en el entorno investigador, académico y sanitario. En los ochenta y noventa la Inmunología tuvo un enorme impacto, a pesar de ser pocos los especialistas. Pero el apoyo ha menguado en los últimos años y personas muy bien formadas en Inmunología siguen buscando un trabajo estable. No existe un centro nacional de inmunología, al estilo del CNIO o el CNIC, ni un Ciber o Retic de Inmunología. Sólo hay 56 profesionales numerarios de Inmunología en las 50 universidades españolas, en comparación con 400 de microbiología, y a pesar de que son disciplinas de similar importancia básica y clínica. La inmunología ha perdido apoyo y se diluye en especialidades diagnósticas generalistas como análisis clínicos, mientras aumentan los tratamientos y las enfermedades de base inmunológica.
P. En comparación con otros países del entorno, ¿qué posición ocupa la investigación en esta área en España?
R. Según datos del Ministerio de Ciencia e Innovación estamos por debajo de Holanda, Italia, Francia, Alemania e Inglaterra.
P. ¿Es proporcional al peso de la investigación en general en nuestro país?
R. Ocupa la posición 15 de 21 áreas analizadas por el Micinn, por detrás de Ciencias Agrarias, Ciencias del Espacio, Microbiología, Matemáticas, Ecología y Medio Ambiente, Ciencias de la Computación, Ciencias de las Plantas y los Animales, Química, Física, Neurociencias, Ingeniería, Biología Molecular, Economía, Biología y Bioquímica.
P.¿Qué posibilidades hay de avanzar en este campo?
R. Muchas si se invierte más desde el Estado y las empresas.
P ¿Se tiene en cuenta el impacto real que tiene en patologías relacionadas?
R. No lo suficiente, en mi opinión. La Ley de Sanidad prevé equipos multidisciplinares en las patologías y, por tanto, debería haber inmunólogos en casi todas.
P. ¿Hasta qué punto los equipos de investigación plantean un abordaje multidisciplinar en estas patologías?
R. No se prima la multidisciplinariedad científica, porque la evolución prima la producción del investigador principal más que las colaboraciones.
