Carmen m. lópez Env. especial en París | viernes, 21 de noviembre de 2014 h |

El paradigma en el abordaje de los trastornos por consumo de alcohol ha evolucionado en los últimos tiempos. Si hasta hace unos años la finalidad era que el paciente dependiente llegara a la abstinencia, ahora el foco está puesto en la reducción de su consumo. “Con la ayuda de la industria los especialistas han ido cambiando este abordaje hacia la idea de que hay que ofrecerle al paciente una alternativa a la abstinencia”, apunta Gabriel Rubio, profesor de psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. De esta manera, indica que nalmefeno —un modulador del sistema opioide que actúa sobre el sistema de recompensa del cerebro— contribuye a colaborar en este cambio de tratamiento.

El fármaco, comercializado por Lundbeck como Selincro, está concebido para reducir los efectos de recompensa y refuerzo del alcohol y, por tanto, reduce el deseo de beber o craving. En este sentido, Antoni Gual, jefe de la Unidad de Alcohología del Hospital Clínic de Barcelona, remarca que “a diferencia de otros, es complementario a los tratamientos”, como en el caso de las terapias psicosociales que en combinación con el modulador del sistema opioide es eficaz en la desintoxicación del alcohol. En esta línea, el experto explica que los ensayos clínicos en los que se probó la eficacia del nuevo fármaco —participaron 2.000 pacientes de 20 países diferentes— se observó que la intervención psicosocial y el nalmefeno reducen el consumo de alcohol del 60 por ciento al cabo de seis meses de tratamiento, y del 40 por ciento al término de mes. “Esta disminución persiste hasta los trece meses”, apunta Gual, quien también señala que el fármaco está indicado para tomar cada día de riesgo, según el patrón de consumo de alcohol. Eso sí, matiza que el medicamento no es aconsejable en pacientes muy deteriorados, como los cirróticos. A juicio de los investigadores, este nuevo enfoque puede mejorar la tasa de diagnóstico, ya que “más del 40 pacientes dependientes que precisan tratamiento no lo solicita”, añade Rubio.

Corresponsabilidad del paciente

A juicio de Gual, el principal avance en el nuevo abordaje terapéutico “es la posibilidad de que el paciente elija qué quiere hacer con su tratamiento y negocie con el especialista las posibilidades y planifique conjuntamente la terapia farmacológica y psicológica que mejor vaya en su caso”. De manera que, “el paciente y el médico compartan responsabilidades, haciendo protagonista al paciente de su recuperación”, matiza Rubio. Una idea que también se puso sobre la mesa, durante el Simposium ‘Progress in Mind focus on alcohol use disorders’, promovido por Lundbeck y celebrado la semana pasada en París. Los expertos incidieron en la importancia de que si desde el principio el médico propone abstinencia, los pacientes no vuelven a la consulta. “El abordaje debe ir por reducir el consumo”, explicó durante el encuentro Jürgen Rehm, de la Universidad y del Centro de Adicciones y Salud Mental de Toronto.

De esta manera, la posibilidad de mejorar la adherencia al tratamiento en pacientes con dependencia fue otro de los temas que centraron el encuentro internacional. La necesidad de una continuidad de cuidados y de detectar en fases precoces la dependencia del alcohol es fundamental. “Uno de cada once pacientes diagnosticados llega tarde a la consulta, con diez años de evolución de la enfermedad”, indicó Rehm. En este punto, detectar la patología en atención primaria permitiría obtener mejores resultados desde el principio. Los expertos incidieron en que el médico de familia es el que, a través de instrumentos eficaces validados —entrevistas motivacionales—, pueden detectar hasta el 80 por ciento de los enfermos dependientes de alcohol. Sin embargo, para Gual en la mayoría de ocasiones “los pacientes jóvenes, con problemas de alcoholismo, se escapan del diagnóstico de los médicos de familia porque mienten a la hora de ser preguntado por el facultativo y éste no profundiza”. Una forma de centrar la atención en estos pacientes, disminuyendo el margen de error es, a juicio de Rhem, trabajando en red con primaria y aseguró que sólo existe una red en toda Europa que trabaja en esta línea y se encuentra en Cataluña, donde los médicos tienen una unidad específica para los enfermos alcohólicos consiguiendo que reduzcan el consumo de alcohol”.

Comorbilidades

Muchos pacientes con dependencia desarrollan síntomas psiquiátricos, que se agravan durante la abstinencia. Para Henri Jean Aubin, profesor de la Universidad de París, el alcohol y la depresión comparten factores de riesgo comunes. En este sentido, las mujeres son más proclives a sufrir dependencia, aunque a ellas primero les llega el episodio depresivo y luego la intoxicación con alcohol. Sin embargo, en los hombres, “el trastorno de alcohol no es el que induce a la depresión”, asegura Aubin. En este punto, los expertos aconsejan tratar primero los problemas de dependencia y no recurrir a los antidepresivos en la primera fase del problema, “si el paciente no evoluciona en tres o cuatro semanas se puede pasar al tratamiento depresivo”, comentó el experto francés, al tiempo que recalcó que la intoxicación imita a los síntomas psiquiátricos, por tanto, no se permite diagnosticar síntomas mayores. Además, Aubin aclaró que las mujeres se vuelven dependientes del alcohol porque lo utilizan como automedicación al tratamiento depresivo.

Interacciones

A diferencia de otros fármacos, el modulador del sistema opioide actúa sobre el circuito de recompensa cerebral y reduce el deseo de beber. Para los expertos, la principal ventaja de nalmefeno es la adherencia que conlleva para el paciente, ya que sólo se tiene que tomar un comprimido al día. Además, cuando el enfermo se encuentre en situación de riesgo puede recurrir a ella y tomársela antes de recaer.

Los efectos secundarios del medicamento son naúseas, mareos, insominio con una duración de entre 3 y 5 días. De modo que “teniendo en cuenta el beneficio son asumibles”, añadió Wim van den Brink, académico de la Universidad de Amsterdan, que además, explicó que los ensayos clínicos mostraron como los efectos secundarios eran muy parecidos en placebo y nalmefeno.

En definitiva, durante el encuentro se hizo hincapié en que este nuevo enfoque terapéutico que implica la reducción, no la abstinencia total, tiene un objetivo y es que los pacientes “no saldrán huyendo pensando que lo único que les vamos a decir es que dejen el alcohol del todo. Cuando les mencionamos la abstinencia como única terapia muchos adictos se van de la consulta”, indicó Carsten Grimm de la Unidad de Tratamiento de Alcohol de Kirkless, Reino Unido.

Europa

En Europa, sólo una pequeña fracción, el 8,3 por ciento de las personas con diagnóstico de dependencia del alcohol recibe tratamiento. Los expertos aseguran de que se trata de una enfermedad infradiagnosticada y, por tanto, poco tratada. Para Rubio, “la tasa de diagnóstico es tan baja por varios factores. En primer lugar, muchos pacientes sienten vergüenza de reconocer que tienen problemas porque siguen pensando que es un vicio en lugar de una enfermedad”. Esta dolencia, crónica, progresiva y recurrente está arrojando cifras preocupantes para los expertos. Tan sólo en España hay un 0,7 de la población adulta con dependencia del alcohol, frente al 4 por ciento en Europa. Además, se relaciona con el riesgo de desarrollar más de 200 enfermedades y provoca más de tres millones de muertes en todo el mundo. En España la cifra de mortalidad asciende al 3,6 de las muertes.