br
Describen esta nueva función de la proteína, asociada a la región hemopexina
Los nuevos fármacos deberían ir dirigidos a neutralizar este dominio
Cecilia Ossorio
Barcelona
Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha abierto una nueva puerta estratégica para el diseño de futuros tratamientos contra la leucemia linfocítica crónica B (LLC-B), la de mayor incidencia en los países occidentales, hoy una enfermedad incurable y mortal.
En el trabajo, publicado en Cancer Cell, han estudiado los mecanismos que intervienen en la migración y la supervivencia de las células LLC-B, centrándose en la metaloproteinasa de matriz-9 (MMP-9).
Según explicó a GM Ángeles García-Pardo, directora de la investigación, utilizaron células obtenidas de sangre de 35 pacientes con LLC-B, de los cuales la mayoría no había recibido terapia en el momento del estudio. “Siete de los pacientes habían sido tratados con fármacos apropiados, pero no habían respondido bien y seguían manteniendo una población importante de células leucémicas. En algunos de ellos, hemos utilizado también células leucémicas procedentes de los ganglios linfáticos o de la médula ósea, que son los primeros órganos que colonizan estas células”, explicó la experta.
Región carboxilo terminal
Ya se conocía que la enzima MMP-9 degrada la matriz extracelular facilitando el avance de las células de LLC-B. Ahora bien, el grupo del CSIC ha descrito una nueva capacidad, la de inducir la supervivencia de las células leucémicas.
García-Pardo puntualizó que esta función se realiza a través de la región carboxilo terminal, conocida como dominio hemopexina de la MMP-9, que interacciona con proteínas específicas de la membrana celular (receptores celulares) y envía señales de supervivencia a la célula leucémica. Por tanto, es una región que constituye una nueva diana para el tratamiento de la leucemia linfocítica crónica B.
“El pensamiento actual es que la localización de las células leucémicas en órganos linfáticos las protege y las hace resistentes a fármacos. Por eso se están desarrollando estudios enfocados a atacar moléculas presentes en estos microambientes. La metaloproteinasa-9 es una de ellas”, declaró García-Pardo.
Como detalló, durante la investigación emplearon la proteína MMP-9 purificada a partir de medios de cultivo de células monocíticas, así como varias proteínas MMP-9 recombinantes. De estas últimas, algunas estaban mutadas y no poseían actividad enzimática. “Este mutante ha sido vital para establecer que la nueva función de la MMP-9 no requiere su actividad enzimática”, aclaró la investigadora, añadiendo que también utilizaron un fragmento recombinante que contiene la región hemopexina (y no la enzimática), y comprobaron que tiene la misma función que la MMP-9 completa.
Ensayos fallidos
Hasta el momento, se han desarrollado ensayos clínicos dirigidos a neutralizar la actividad enzimática de la MMP-9 tanto en leucemias como en otros tipos de tumores, pero no se han obtenido los resultados esperados. “Nuestro trabajo demuestra que además de la actividad enzimática, hay que poner especial atención a la región hemopexina. Los nuevos fármacos deben ir dirigidos a neutralizarla, aunque evidentemente han de pasar todavía unos años hasta que los resultados puedan aplicarse en la clínica”, apuntó García-Pardo.
En este trabajo para ahondar en el conocimiento de la LLC-B, que representa en España entre el 25 y el 30 por ciento de todos los casos de leucemia, el equipo del CSIC ha contado con la colaboración de hematólogos del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid y del Clínico de Valencia, así como de científicos de la Universidad de Lovaina (Bélgica) y de la Justus Liebig (Alemania).