Entrevista/ Ganador del Premio Nacional de Genética 2011
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E. Sainz Corada
Madrid
Este jueves recibirá el Premio Nacional de Genética. Otorgado por la Sociedad Española de la especialidad y la Fundación Pryconsa el galardón reconoce la trayectoria de Enrique Cerdá dentro de la investigación básica y su labor como catedrático en la Universidad de Sevilla, cuyo Departamento de Genética fundó en 1969.
Pregunta. El premio reconoce toda su trayectoria pero, ¿de qué se siente más orgulloso?
Respuesta. En la concesión del premio han hablado de dos cosas: de mi labor científica y de la de crear una escuela de profesionales de la Genética. Esta segunda es la que me causa mayor emoción porque he dedicado mucho tiempo. Pero también me ha aportado a mi, porque el trabajo científico mío es sobre todo hecho en colaboración con esas personas, por eso el premio es colectivo, porque quiere reconocerme a mi este trabajo colectivo y yo agradecérselo a ellos por ‘crearme a mi’, porque también ellos han hecho lo que al final acaba siendo sido una labor enriquecedora enorme.
De lo que estuve muy orgulloso primero fue de la relación entre inducción de mutaciones y la replicación del ADN, en su momento era extraordinariamente pionero y abría una vía técnica para estudiar el genoma, y era verdad pero era tan complicada de hacer que no se ha desarrollado y se ha hecho de otra forma. Pero visto en retrospectiva (puesto que el tiempo cambia las perspectivas de todo, y también de los resultados científicos) de lo que estoy más orgulloso es de mi primer trabajo en Sevilla. Fue la primera ruta de transducción sensorial que relaciona los estímulos externos que recibe una célula y sus respuestas a esos estímulos. La ruta describe el material genético que usa la célula sucesivamente para detectar los estímulos, integrarlos, tomar decisiones y responder de varias maneras. Eso ahora es un tema muy caliente que ha crecido enormemente.
P. Es catedrático en la Universidad de Sevilla, ¿cómo valora la formación en esta área en España?
R. Este país es muy burocrático y la Universidad es una especie de caja de hierro bien atornillada. Tenemos un Área de Genética, pero durante mucho tiempo solo se estudiaba Genética en Biología y Agrónomos. En Medicina ha sido prácticamente la gran desconocida. ¿Cómo es posible que estemos en el siglo XXI no haya una enseñanza completa, decente y buena de Genética en Medicina? Ahora lo están intentando con un retraso espectacular. Eso es letal. La facultad de Medicina tiene un nivel de enseñanza bastante bajo y ahora están intentando cambiarlo. Y lo mismo sucede en Farmacia. Lo que ha pasado es que casi todas las disciplinas biológicas son ahora genéticas. No se llaman Genética pero lo son.
P. Pero se han puesto en marcha centros de investigación en red, Genoma España etc.
R. Soy poco partidario de los grandes centros de investigación, no tengo esa personalidad pero comprendo que para ciertos problemas hay que abordarlos de esa manera. Pero yo no quiero estar ahí, soy un artesano: pocos colaboradores y medios bastante limitados para resolver problemas biológicos interesantes. Que hagan falta no me cabe duda, pero creo que ésa no es la solución al problema. Sin ese mundo de artesanos no puede funcionar la ciencia en nuestro país. Eso lo puedo argumentar bastante bien.
P. Usted cuenta con una docena de patentes, pero uno de los problemas de la investigación es la falta de retorno económico. ¿Cuál es, en su opinión, el problema?
R. España espera que yo sea buenísimo en todo: que sea un gran organizador empresarial, profesor, investigador y capaz de buscar las aplicaciones y desarrollos industriales. Uno no puede hacerlo todo. De hecho, lo que yo he hecho normalmente ha sido colaborar con la industria y las patentes se las han llevado ellos, me han dado un propinilla y se acabó. ¿Por qué? Porque nunca he tenido gente que me defendiera y yo no quiero aprender ni quiero batallar. Tengo muchas cosas que hacer, si no, no haría otra cosa. Carecemos por completo de gente que busque a un tipo como yo y le diga: “no te preocupes, nosotros lo sacamos adelante”. Eso falta aquí pero no en otros países.
P. Trabaja en Genética Microbiana y desde hace mucho se viene advirtiendo del aumento de las resistencias de estos a los antibióticos. ¿Podrá dar solución a este problema la Genética?
R. Ésa es la eterna guerra entre los proyectiles y las corazas. Es un problema que ha existido siempre en el mundo microbiano. Es inevitable. Cómo hacer que el proceso sea el más conveniente para nosotros es otra cuestión. De lo que se trata es de no abusar de los antibióticos, está clarísimo, para no acelerar ese proceso, pero, como los antibióticos me han salvado la vida in extremis varias veces, su uso no me produce una sensación de desasosiego.
P. Díganos, usted que ha sido pionero en este campo, ¿en qué área de la Genética se ha experimentado un mayor avance?
R. El hacer Genética Microbiana vino forzado por mi intención de ser un artesano en España y cuando volví había que trabajar en algo barato y la Microbiana lo es. Además era la rama de la Genética que estaba creciendo más deprisa. Ahora no, la que más está creciendo es la de los organismos superiores, aplicando enfoques procedentes de los trabajos con microbios.
P. ¿En qué proyecto trabaja en la actualidad?
R. Ahora mismo soy sexólogo, pero de los microbios, de los hongos mucorales, como Phycomyces. Del sexo de estos organismos se ignoran muchas cosas y además tiene aplicación industrial. Las feromonas sexuales fueron descubiertas con estos hongos en 1924 y ahora estamos desentrañando el mecanismo químico de esas hormonas. Este año llevamos una buena racha y hemos resuelto de golpe un problema que arrastraba desde hace mucho tiempo. Para ello soy el nexo de unión entre los grupos que dirigen el químico gallego A. F. Barrero en Granada, el enzimólogo sirio S. Al-Babili en Alemania, el genómico australiano A. Idnurm en EEUU y los genéticos españoles L. Corrochano y A. P. Eslava. Ha salido un bonito ejemplo de globalización.