r.C.
Madrid
| viernes, 28 de febrero de 2014 h |

Medicina personalizada, predictiva o de precisión. Muchos nombres para, tal y como lo define Eduardo Díaz-Rubio, jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico San Carlos, un “cambio de concepto” en el tratamiento de los pacientes. Porque este tipo de medicina, más que encargarse de enfermedades, se preocupa de tratar a cada paciente atendiendo a sus particularidades.

De esto precisamente se debatió durante la Jornada “Realidades y futuro de la medicina personalizada”, en la que la Fundación Salud 2000, organizadora del encuentro, aprovechó también para presentar el ejemplar número 19 de su colección de Monografías de Bioética y Derecho Sanitario, una obra sobre los aspectos científicos, bioéticos y jurídicos de la llamada medicina personalizada.

Un tipo de medicina que ya se aplica en especialidades como la oncología, a través de la identificación de biomarcadores capaces de prever la respuesta de los pacientes a fármacos, o la esclerosis múltiple donde, si bien no existen todavía biomarcadores en la práctica clínica, sí hay otro tipo de mecanismos de pronóstico de evolución de la enfermedad a través del análisis del líquido cefalorraquídeo y la detección de inmunoglobulina M (IgM). El reto ahora es “aplicar esta medicina personalizada al resto de las especialidades”, subrayó Díaz-Rubio, que señaló la necesidad de crear consorcios internacionales de hospitales, plataformas centralizadas, biopsias en tiempo real consecutivas y técnicas refinadas de imagen para conseguirlo.

Y paralelo a esto, emergen problemas éticos muy parecidos a los que surgieron ya en los años 90 en relación a la genética. Sobre este tema, Lydia Feito, profesora de Medicina Preventiva de la UCM, advierte de la importancia del “empoderamiento de los pacientes” y de la responsabilidad individual que crea este tema tanto con uno mismo como con la sociedad, al vivir en interrelación.