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Mejorar la eficacia pero sobre todo la eficiencia a largo plazo es la base de la estrategia implantada en el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) con la llegada del consejero de Sanidad, Rafael Bengoa, aunque esté teniendo un “coste electoral y social” importante.
Esta se asienta en tres líneas de trabajo: la racionalización estructural de la atención convencional, una reorientación del sistema hacia los crónicos y una gestión basada en criterios de empresa para “hacer más con menos”, tal y como expuso Julián Pérez Gil, director gerente de Osakidetza durante la III Conferencia sobre Central de Compras Hospitalarias organizada por Intereconomía.
Según explicó, es en esa última área en la que entran en juego las compras estratégicas, cuyos criterios generales define un órgano central. Así, el plan de austeridad de 2009 contempló, en el apartado económico, medidas enfocadas a la compra agrupada, la mejora de la gestión de almacenes o los temas energético y de transporte, otorgando más peso a la evaluación económica que a la técnica y aumentando la sensibilidad por la reducción del precio en las adjudicaciones a través de acuerdos marco y con un diálogo “competitivo”. Por su parte, la Comisión Corporativa de Farmacia, que asesora de forma no vinculante, establece criterios comunes a la hora de proponer posicionamientos terapéuticos en la inclusión de nuevos medicamentos en los hospitales.
Sin embargo, Pérez Gil señala que, además de reducir el gasto farmacéutico, también han paralizado infraestructuras “innecesarias”, han convertido hospitales de agudos en de subagudos, han agrupado los laboratorios y han potenciado las consultas no presenciales, el consejo sanitario y la hospitalización a domicilio, además de cerrar Puntos de Atención Continuada (PAC) y algunas plantas hospitalarias. “Seguimos valorando los sistemas según sus recursos y no sus resultados, algo absurdo que hay que cambiar”, sentenció.
