C. R. Sandianes Madrid | viernes, 09 de enero de 2015 h |

Cada año, alrededor de 1.100 niños enferman en España. Del total, el 30 por ciento sufren algún tipo de leucemia; el 21,5 por ciento, tumores en el sistema nervioso central; el 12,9 por ciento padecen linfomas y un 8,8 por ciento, presentan tumores en el sistema nervioso simpático.

A continuación, pero con menor incidencia, siguen los retinoblastomas (tres por ciento), tumores renales, hepáticos y óseos (4,9 por ciento, 1,4 por ciento y 5,5 por ciento respectivamente) y los melanomas y epiteliales (2,1 por ciento). Detrás de cada patología, niños que afrontan la enfermedad como adultos, familias que luchan para suavizar los síntomas y las secuelas y profesionales que buscan alternativas para seguir mejorando la supervivencia de los menores, la cual se sitúa, hoy en día, en torno al 75-80 por ciento.

Desde el Hospital Vall d’Hebron, el jefe del Servicio de Oncología y Hematología Pediátrica, Josep Sánchez de Toledo, explica que las líneas de trabajo que se desarrollan en el centro se basan en el estudio de la enfermedad residual mínima en diferentes neoplasias, como pueden ser los sarcomas de partes blandas o el neuroblastoma y en la búsqueda de dianas terapéuticas para los sarcomas de partes blandas y los rabdomiosarcomas.

Mientras, en Santiago de Compostela, se tratan entre 20 y 25 casos nuevos cada año —cifra que representa el 50 por ciento de los casos diagnosticados en Galicia y el 1,6 por ciento de España—.

El jefe del Servicio de Hemato-Oncología Pediátrica del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), José Miguel Couselo, reconoce que en investigación, “los medios siempre son escasos”. Aparte, están las dificultades económicas a las que tiene que hacer frente la investigación y la baja rentabilidad que supone para la industria. Couselo añade que la investigación en niños exige una serie de garantías legales que no son necesarias en adultos y el requisito de obtener la aprobación de los 17 Comités Éticos de Investigación Clínica.

Para Ana Fernández-Teijeiro, directora de la Unidad Intercentros de Oncología Pediátrica de los Hospitales Universitarios Virgen Macarena y Virgen del Rocío, “la incorporación de nuevos fármacos y nuevas rutas de administración como la quimioterapia intrarterial ha abierto nuevas posibilidades para muchos de estos tumores”. Otro ejemplo es el de la radioterapia, dado que, gracias a los aceleradores lineales permite limitar mejor la radiación a la zona que se desea tratar.

Cuando se habla de esta patología, los expertos alcanzan rápidamente el consenso. Todos inciden en la importancia de abrir nuevas líneas investigadoras y conseguir una mayor colaboración entre agentes.

Así, Lucas Moreno, coordinador de la Unidad Clínica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y del Hospital Niño Jesús para Ensayos Clínicos Pediátricos en Onco-Hematología, cuenta que hace unos años se construyó en el hospital una ‘Sala Blanca’ que permite la realización de terapias celulares para cánceres infantiles. Se trata de una sala que cuenta con la acreditación de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) y que facilita la manipulación de células de pacientes, que después se vuelven a implantar en el menor.

En el Hospital Niño Jesús, se cuenta también con un laboratorio de investigación preclínica, donde los profesionales se centran en la búsqueda de nuevas dianas terapéuticas para neuroblastomas y leucemia linfoblástica, agrega. Para la mayoría de los especialistas, la falta de financiación es una de las principales razones que propician la aparición de obstáculos.

Conocer mejor la biología del tumor es, para Victoria Castel, oncóloga pediátrica del Hospital Universitario y Politécnico La Fe, una opción que facilita la separación de grupos de pacientes con un mismo tumor, pero diferente pronóstico. De este modo, no se trata a todos los menores de la misma manera, sino que se administra la opción terapéutica más adecuada, en función del riesgo vital que tienen de sufrir recaídas y las posibilidades de responder al tratamiento. Es importante, declara, separar a los pacientes de más alto riesgo —que son los que llevan tratamientos más intensivos— de los que tienen riesgo bajo y, a su vez, disminuir la intensidad terapéutica en aquellos pacientes de bajo riesgo.

Ensayos clínicos

“Los niños no son adultos en miniatura”. Esta frase es repetida por los expertos. La edad pediátrica exige unos tiempos y unas normas distintas a las de los adultos y, por eso, la escasez de ensayos clínicos en este rango de edad —de 0 a18 años—

es una realidad.

Una de las razones alegadas por María Ángeles Calvo, del Servicio de Oncohematología del Hospital Universitario Miguel Servet, respecto a la falta de estudios es que la legislación europea es “muy estricta y hace complicado su desarrollo”. Además, para la industria farmacéutica no es rentable el dinero ni el tiempo invertido en el desarrollo de un nuevo fármaco, cuyo uso será exclusivamente para niños, apostilla.

Está claro que los ensayos que se están realizando en estos momentos “no son suficientes”. Así lo asegura Elena Cela, especialista del Servicio de Hematología Oncológica, del Hospital Universitario Gregorio Marañón, quien, a pesar de reconocer que se ha producido una mejora en la última década, afirma que se necesita “más tiempo y dedicación”. “Si hubiese centros de referencia para cada tipo de tumor o para grupos de tumores parejos, se podría aumentar la experiencia de los especialistas”, sugiere. Indirectamente, esto traería consigo una serie de beneficios para los pacientes oncológicos.

Pero no todo son obstáculos. Son muchos los centros investigadores y hospitales que están desarrollando ensayos clínicos en niños y muchos los profesionales que se muestran esperanzados ante posibles resultados positivos.

En concreto, José Luis Fuster, de la Unidad de Oncohematología Pediátrica, del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, cuenta que en Murcia abrieron hace unos dos años una línea de investigación en la que tratan de analizar un tipo de células del sistema inmunológico —células killers—. “Tienen un papel interesante en la defensa que dispone el propio organismo contra el cáncer y las situaciones víricas”, comenta. “Son células capaces de eliminar células tumorales, pero se trata de que estas sean capaces de reconocer a las tumorales y las ataque”, prosigue. Finalmente, Fuster concluye que, por el momento, este estudio se realiza para leucemias, linfomas y se empieza a ampliar el estudio a pacientes con neuroblastoma.

Por otro lado, Manuela Muriel, adjunta de la Unidad de Hemato-Oncología Infantil, del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, informa de que, desde el hospital, colaboran con el Centro de Investigación del Cáncer en el estudio de modelos transgénicos murinos de leucemia infantil y, con la Unidad de Citogenética de Hematología, en el estudio de alteraciones genéticas en la leucemia linfoblástica infantil. “También lo hacemos a nivel nacional en Ensayos Clínicos de la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátricas (Sehop) como es el abierto para el uso de anticuerpo monoclonal anti-CD20 en el linfoma de Burkitt —linfoma de células B—”, declara.

Un ejemplo de cuáles son las vías que están abiertas en el Hospital Universitario 12 de Octubre es, según María Puy, adjunta del Servicio de Farmacia del hospital; el estudio de cómo funciona rituximab (que se emplea ampliamente en adultos que padecen leucemia linfoblástica crónica), en niños y cómo sacar más partido de la combinación de fármacos como pueden ser doxorubicina y ciclofosfamida.

En el caso de La Fe, está abierto el ensayo HRNBL1 para neuroblastoma de alto riesgo, en el que los pacientes se tratan con un anticuerpo monoclonal fabricado específicamente para ellos. El estudio LTI trata de encontrar otra vía de administración menos tóxica de dicho anticuerpo, explica Castel, quien adelanta que el LDK378 se abrirá “muy pronto” para pacientes pediátricos con tumores malignos con alteraciones en el gen llamado ALK —neuroblastoma, rabdomiosarcoma y linfoma anaplásico, fundamentalmente— y, por último, el LDCDE, para meduloblastoma en recaída.

Asignaturas pendientes

Hablar de cáncer infantil sigue imponiendo, pese al optimismo que arrojan las cifras. Por eso, los expertos subrayan constantemente que el reto principal es alcanzar una supervivencia del 100 por ciento. No se conforman con cerca del 80 por ciento.

Diego Plaza, especialista del Servicio de Hemato-Oncología Pediátrica, del Hospital Universitario La Paz, destaca que la clave está en rescatar a los pacientes que han fracasado en primeras líneas de tratamiento o que tienen enfermedades muy diseminadas, donde la tasa de supervivencia “cae dramáticamente”. Y, de acuerdo con Laia Ferres, adjunta de la Unidad de Oncología-Hematología Pediátrica, del Hospital Universitario Son Espases, aunque se ha avanzado mucho en el tratamiento antiemético, del dolor y el tratamiento precoz de las infecciones, el gran reto de la oncología es el avance en la terapia génica y molecular, lo que permitirá “combatir la enfermedad de una forma más directa y al mismo tiempo disminuir los efectos secundarios que conllevan los tratamientos quimioterápicos actuales”.

Respecto a los efectos secundarios, son muchos los profesionales que aseguran que la toxicidad de los fármacos repercute, en muchos casos, en la calidad de vida de los menores, de modo que esta también es una de las asignaturas pendientes en este terreno.

Calvo no duda y recalca que no se trata solamente de aumentar la supervivencia global, sino de conseguir que “cualquier niño y adolescente tenga acceso al mejor tratamiento posible para su patología en cualquier país” y que debería haber una “mayor inversión de los sectores públicos y privados en la investigación a todos los niveles para el desarrollo de terapias más eficaces y menos tóxicas”.

La detección temprana es todavía una tarea pendiente. “No se ha demostrado ningún método de diagnóstico precoz de cáncer en el niño que disminuya el número de casos”, dice Couselo, mientras que Cela reconoce que, efectivamente, hay muchas limitaciones. De todas formas, la incorporación de nuevas técnicas de imagen como las modernas resonancias magnéticas nucleares o la tomografía por emisión de positrones, junto con la mejor caracterización biológica de las neoplasias permiten un diagnóstico “más exacto”, señala Fernández-Teijeiro. La mejora de las técnicas quirúrgicas permite un abordaje más seguro de los tumores para su resección, así como la biopsia por técnicas menos invasivas como la neuronavegación, la toracoscopia, la laparoscopia o la toma de muestra por punción bajo control de imagen, precisa.

Ante la dificultad que entraña la prevención primaria, sin duda el punto clave reside en el uso de las opciones diagnósticas y terapéuticas con las que se cuenta en la actualidad. ¿Se conseguirán estos objetivos? El sentimiento que prima entre los expertos es de esperanza, ya que, sin duda, un pequeño avance en oncología infantil, siempre suma.

Las células killer son capaces de eliminar células tumorales, por lo que podrían ser clave para la investigación

La tasa de supervivencia
se sitúa en torno al 80%,
pero para los expertos el reto reside en alcanzar el 100%

Financiación para cáncer infantil

La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) cuenta desde 2007 con una línea de financiación de proyectos que investigan los tumores infantiles para tratar de aumentar la supervivencia y la calidad de vida de los menores. De acuerdo con la responsable de Investigaciones Biomédicas de la Fundación Científica de la AECC, Marta Puyol, “muchos de los proyectos financiados desde la Fundación podrán beneficiar a pacientes del resto del mundo y, además, colocan a la investigación española en oncología pediátrica en la élite internacional”. Algunos de los ejemplos que ofreció Puyol son el trabajo de María José Blanco, investigadora de la universidad de Navarra, quien pretende utilizar la nanotecnología para diseñar nuevos sistemas terapéuticos para la administración de fármacos por vía oral que permitan una terapia eficaz frente al osteosarcoma, así como la inhibición de las metástasis”. Y, por otro lado, el proyecto de María Luisa Toribio que trata de establecer la eficacia de un tratamiento dirigido a bloquear la función del factor de crecimiento IL-7 —en leucemia linfoblástica aguda (LLA)—. “Gracias a los datos preliminares obtenidos de la inhibición de esta proteína se puede constituir una terapia universal para la prevención de recaídas y tratamiento de las LLA”, puntualiza Puyol.

Mayor sensibilización

Desde la Fundación Caíco, Ayuda y Cooperación al cáncer infantil, demandan a la administración más atención a las familias y a los pacientes, así como “ayudas para las familias que están en situación de precariedad debido a la enfermedad de sus hijos y que muchas veces no pueden ni cubrir las necesidades básicas”, afirma la directora de la Fundación, Lucía Pérez. Asimismo, pide mayor apoyo por parte de fundaciones y asociaciones y que la sociedad se sensibilice con el cáncer infantil. De entre los proyectos que llevan a cabo, Pérez destaca el apoyo económico a las familias —desde 2007, se han beneficiado 211 familias—, la terapia psicológica que ofrecen, la convocatoria de becas de formación e investigación —desde 2009, han financiado 14 becas—, sesiones de musicoterapia para niños en fase terminal, el proyecto online www.adolescentesyjovenesconcancer.com y el proyecto Asunción que se desarrolla conjuntamente entre el Centro Materno Infantil de Asunción (Paraguay), el Hospital Universitario Niño Jesús y la Fundación Caíco.

La mejora de la supervivencia

La presidenta de Asión, Teresa González, lo tiene claro. “Nuestro objetivo fundamental es mejorar calidad de vida de las familias y niños, por lo que nuestros programas se centran en atender sus necesidades económicas, pero también las psicológicas, educativas y emocionales”, asevera.

El siguiente reto es que el nivel de atención en España sea idéntico para todos los niños y sean tratados en unidades especializadas en cáncer infantil. “Como asociación de padres, creemos que se necesitan hospitales bien dotados y con personal muy especializado. Queremos unidades de referencia”, reitera. En este sentido, González recuerda que, según diversos informes médicos y científicos de envergadura internacional, la supervivencia de los adolescentes es mejor cuanto son tratados en unidades pediátricas.

A su vez, Ignacio Martín, responsable del programa ‘La Hucha de Tomás’, cuenta que, actualmente, están colaborando con el Instituto de Investigación de Enfermedades Raras —centro perteneciente al Instituto de Salud Carlos III—, utilizando técnicas de Secuenciación Masiva para realizar estudios personalizados de casos seleccionados de cáncer infantil recurrentes y con mal pronóstico. De este modo, se tendría más información sobre las características genéticas específicas del tumor y las alternativas terapéuticas que existen para ofrecer “soluciones más personalizadas”.

Haciendo magia cada día

Pablo Arango, presidente de la Fundación Aladina, creó y produjo una serie de televisión con el nombre de ¡Ala…Dina! “Gustaba a los niños y tenía magia”, por tanto, no hubo duda a la hora de escoger el nombre de la Fundación.

Su objetivo prioritario es ofrecer apoyo integral desde el momento en el que reciben el diagnóstico, haciendo especial hincapié en las terapias lúdicas, indica la directora, Ishtar Espejo. Pero no solo eso, la Fundación realiza reformas en hospitales para que la calidad de la estancia “sea superior”. Ejemplo de ello, la creación de la Unidad de Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos, conocida como Centro Maktub, del Hospital Niño Jesús. Espejo concluye rotunda: “lo importante es estar a su lado y acompañarlos en todo el camino”.

Más acción y menos burocracia

Mariano Ugarte, el presidente de la Asociación Pablo Ugarte, comenta que el objetivo clave es dejar a los oncólogos en paro. “¿Cómo lo conseguimos?, investigando”, indica. “Únicamente, queremos impulsar la investigación del cáncer infantil, que es a lo que invertimos el 100 por ciento de los fondos recaudados”, agrega. Actualmente, tienen nueve líneas abiertas pero, según asegura Ugarte, se podrían abrir más. Casi todas las propuestas, las consultan con la que fue la oncóloga de su hijo Pablo, que falleció en 2010 a causa de un ‘Sarcoma de Ewing’, y con la Sehop. “Nosotros nos dejamos de tanta burocracia (…) y aportamos dinero , cuando se necesita”, precisa, al tiempo que subraya que, en estos años que han pasado desde la creación de la Asociación, ha habido avances “muy buenos” y así tiene que continuar.