53er Congreso de la Sociedad Americana de Hematología (ASH)

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Cecilia Ossorio Env. esp. a San Diego (California) | viernes, 16 de diciembre de 2011 h |

A lo largo de los años, el abordaje del mieloma múltiple se ha basado en un paradigma de quimioterapia caracterizado por periodos de terapia activa seguidos de intervalos largos libres de tratamiento.

Sin embargo, como se puso de manifiesto durante la 53 Reunión Anual de la Sociedad Americana de Hematología (ASH), celebrada en San Diego (California), se ha demostrado que la terapia temprana y continua logra una supresión sostenida y a largo plazo en todos los marcos de tratamiento, desde el MM latente hasta el recientemente diagnosticado, no apto para un trasplante de células madre o bien tras este trasplante, o en el paciente con enfermedad recurrente.

En este encuentro se presentaron datos de un estudio fase II con pomalidomida (de Celgene) en monoterapia o combinado con una baja dosis de dexametasona en pacientes con mieloma múltiple refractario y recurrente previamente tratados con un régimen que incluyese lenalidomida (Revlimid, comercializado por Celgene) y bortezomib (Velcade, de Janssen).

Como presentó Paul G. Richardson, del Centro de Cáncer Dana-Farber de la Escuela de Medicina de Harvard de Boston, y primer firmante del estudio, se incluyó a 221 pacientes, de los cuales 191 fueron evaluables, y se vio que la combinación de pomalidomida más dexametasona se asocia a un mayor beneficio clínico que la pomalidomida sola, sin incurrir en mayor toxicidad.

“Los datos se sostienen con una alta tasa de respuesta, de larga y mantenida duración, y más supervivencia libre de progresión”, declaró el experto, en el marco de un workshop organizado por la International Myeloma Foundation (IMF) durante el congreso.

A raíz de estos resultados, el régimen combinado está en fase III de estudio y como parte de otro tratamiento que también incluye bortezomid.

En concreto, la supervivencia libre de progresión media fue de 4,6 meses en el grupo que recibió la combinación (en cinco ciclos de tratamiento de media, durante cinco meses), en comparación con 2,6 meses en el grupo tratado con monoterapia. La supervivencia global fue similar en ambos grupos, de 14,4 y 13,6 meses, respectivamente.

Y en términos de duración de respuesta, fue de 7,7 meses de media en la primera rama, frente a 8,3 logrados con pomalidomida sola.

En ambos grupos, la principal razón para suspender el tratamiento fue la progresión de la enfermedad (51 por ciento en la primera rama, y 44 por ciento en la rama de monoterapia). Según informó Richardson, la suspensión del tratamiento por efectos adversos se dio en el 7 y el 12 por ciento de los casos, respectivamente. Entre los de grado 3 y 4, en el grupo de la combinación y de la monoterapia, se observaron, respectivamente, neutropenia (38 y 47 por ciento), neutropenia febril (2 por ciento en ambos casos), trombocitopenia (19 y 21 por ciento), anemia (21 y 17 por ciento), neumonía (19 y 8 por ciento) y fatiga (10 y 8 por ciento).

Terapia de mantenimiento

Por otro lado, Brian Durie, presidente y cofundador de la IMF, presentó datos actualizados del estudio fase III MM-015, que evalúa la eficacia y seguridad de la terapia continua con lenalidomida en pacientes a partir de 65 años con mieloma múltiple de nuevo diagnóstico y no candidatos al trasplante de células madre.

Como señaló, el estudio se desarrolló con una muestra de 459 pacientes que recibían uno de los siguientes regímenes de tratamiento: lenalidomida en combinación con melfalán y prednisona, seguido por solo lenalidomida continua (MPR-R); lenalidomida en combinación con melfalán y prednisona, seguido por placebo; o placebo, melfalán y prednisona, seguido por placebo (MP).

En pacientes de hasta 75 años en terapia continua MPR-R, la supervivencia libre de progresión media fue de 31 meses, mientras que los pacientes del subgrupo MP presentaron una SLP media de 12 meses.

En cuanto al riesgo de progresión, la terapia MPR-R lo redujo en un 68 por ciento, comparado con los otros dos regímenes.

Además, Durie destacó que la supervivencia global era de cuatro años en un 69 por ciento de los casos del primer grupos, frente al 58 por ciento de los que recibieron MP.

Los expertos destacaron que, hasta hoy, la terapia mantenida con lenalidomida ha obtenido una de las mayores tasas de supervivencia libre de progresión, de 31 meses, frente a los otros regímenes terapéuticos disponibles (24-27 meses con bortezomid, prednisona y melfalán; 28 meses con melfalán, prednisona y talidomida; 37 meses con bortezomib, melphalan, prednisona y talidomida).

Respecto a los efectos secundarios, el mantenimiento con lenalidomida fue “generalmente bien tolerado” y no se ha visto evidencia de toxicidad acumulada. La tasa de abandono debido a eventos adversos fue del 12 por ciento en pacientes de MPR y del 4 por ciento en pacientes de MP.

Entre los más frecuentes, de grado 4, están la trombocitopenia (5 por ciento), neutropenia y anemia (4 y 3 por ciento).

Los eventos no hematológicos adversos más frecuentes de grado 3 ó 4 fueron infecciones (5 y 3 por ciento), dolor óseo (5 y 1 por ciento) y fatiga (3 y 1 por ciento). Respecto a la aparición de otros carcinomas hematológicos y tumores sólidos, el estudio reveló que tanto durante la fase inicial como durante el mantenimiento de la terapia, la existencia de éstos era inferior a lo esperado, del 3, 2’6 y 1 por ciento en cada rama.

Los firmantes de este estudio, liderado por Antonio Palumbo, de la Universidad de Torino (Italia) consideran que MPR-R debería ser considerado un estándar para este subgrupo de pacientes.

La combinación de pomalidomida y dexametasona está hoy en fase III de desarrollo

La terapia continua logra una supresión sostenida en todos los marcos de tratamiento

El tratamiento con lenalidomida y dexametasona en fases tempranas de mieloma múltiple (MM) latente asintomático seguido de terapia continua con lenalidomida retrasa la aparición de síntomas y ofrece ventajas en cuanto a supervivencia. Es la conclusión de otro estudio fase II, randomizado, multicéntrico y abierto, presentado durante el congreso ASH.

De los 119 pacientes evaluados, 57 fueron tratados con lenalidomida (25 mg al día los días 1-21 de un ciclo de 28 días) y dexametasona (20 mg los días 1-4 y 12-15 de un ciclo de 28 días) durante nueve ciclos de cuatro semanas, y luego continuaron el tratamiento con una dosis más bajas de lenalidomida (10 mg al día los días 1-21 de un ciclo de 28 días) hasta la progresión de la enfermedad, mientras que los 62 pacientes restantes no recibieron el tratamiento.

Después de un seguimiento de 22 meses, el 15 por ciento de los pacientes evolucionaron a la fase sintomática en el subgrupo tratado con terapia continuada, frente al 59 por ciento del brazo que no la recibió.

La supervivencia global a tres años de seguimiento fue del 93 por ciento para el grupo tratado y de un 76 por ciento para el otro brazo.

Un dato destacable es que 20 de los 37 pacientes del grupo no tratado, desarrollaron lesiones en los huesos como síntoma de la enfermedad. Y en cuanto a los efectos adversos, en su mayoría de grado tres, se observaron astenia, diarrea, infección y erupción cutánea.

En la actualidad, lenalidomida en combinación con dexametasona está indicado para el tratamiento de pacientes con mieloma múltiple (MM) que hayan recibido al menos una terapia anterior.