rocío chiva Madrid | viernes, 02 de octubre de 2015 h |

Con un objetivo claro en mente, el de ser capaces de predecir qué pacientes con cáncer desarrollarán metástasis y cuáles no en un primer diagnóstico, decenas de expertos se han reunido en la jornada ‘Inicio de las Metástasis: mecanismos de acción y oportunidades terapéuticas”, enmarcada dentro de la serie de encuentros científicos internacionales ‘CNIO Frontiers Meeting’ que el propio Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) celebra periódicamente.

Hasta ahora, siempre se ha estudiado el tumor primario del paciente, y la aparición de metástasis no ha variado el protocolo de tratamiento, una actuación que, como subraya David Lyden, del Weill Cornell Medical College de Estados Unidos, “no funciona”. ¿Por qué? porque metástasis y tumor primario son diferentes. De hecho, un estudio que acaba de ser publicado en la revista Cancer Discovery revela que las metástasis cerebrales y el tumor primario a partir del cual se generaron evolucionan de forma separada y son genéticamente distintos.

De ahí la necesidad de “ir un paso antes”, apunta Lyden, e investigar en los pasos previos a la formación de las metástasis para intentar encontrar señales que indiquen que se van a producir esas metástasis antes incluso de que aparezcan. De momento, explica Lyden, la caracterización de las metástasis les ha hecho aprender que esto no es un proceso aislado, sino una una enfermedad sistémica, y que todos los tumores primarios poseen las llamadas “células de inicio metastásico”. El reto está en averiguar cuáles de ellas van a formar metástasis finalmente. En cuanto a su mecanismo de actuación, estas células transportan la información del ADN tumoral, junto con factores de crecimiento y proteínas tumorales, a las zonas elegidas mediante exosomas, “como una infección viral”, enfatiza Lyden.

Una vez allí, son estos exosomas los que “educan” a las células normales para que se comporten como células inflamatorias y los que preparan la zona para atraer a más células tumorales, creando lo que se conoce como “nicho premastásico”. Por eso, ser capaces de aislar las proteínas circulantes en sangre responsables de este proceso sería muy importante, ya que permitiría a los profesionales tratar antes a los pacientes que ya se sabe que van a desarrollar metástasis y ahorraría al mismo tiempo tratamientos inncesarios a otros pacientes.

Una meta científica que no está tan lejos, ya que Lyden y Héctor Peinado, jefe del grupo de Microambiente y Metástasis del CNIO y anteriormente investigador en el laboratorio de Lyden, tienen pendiente de publicación a finales de este año los resultados de unas proteínas receptoras de membrana que han demostrado ser capaces de predecir metástasis en modelos in vitro y murinos. “Hemos observado en lineas tumorales con distintos tropismos hacia un órgano concreto que, bloqueando estas proteínas, prevenimos este tropismo”, explica Peinado, quien detaca también que esta detección podría hacerse a través de una biopsia líquida como la que ya existe en el Clínic o la Fundación Jiménez Díaz.

De hecho, del análisis de muestras de sangre retrospectivas, Peinado y su equipo han podido detectar niveles aumentados de estos marcadores en pacientes que después han terminado desarollando metástasis en pulmón.

Actualmente, el grupo de investigación de Peinado en el CNIO se encuentra trabajando en un modelo de melanoma y el en proceso de formación de metástasis a nódulo linfático, donde ya tienen potenciales candidatos que se sobreexpresan en el tumor y predisponen a la formación de metástasis en este órgano. Ahora, el grupo va a abrir su campo a cáncer gástrico y cáncer de mama con el objetivo, apunta Peinado, de “encontrar un mecanismo común en varios tipos tumorales”. Datos muy prometedores para la prevención, pero que chocan con la realidad clínica: los pacientes que llegan a consulta ya tienen metástasis. En este sentido, Peinado destaca que sería necesario el desarrollo de técnicas de imagen con mayor sensibilidad, capaces de detectar microcélulas.