| viernes, 08 de marzo de 2013 h |

El déficit sigue acosando a las comunidades autónomas. En especial a aquellas que no han cumplido con el techo establecido. Murcia, Baleares, Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana tienen sobre ellas la sombra amenazante de nuevos ajustes anunciados por Montoro. Teniendo en cuenta que la revisión del sistema de financiación no llegará hasta 2014 conseguir el objetivo del déficit pasa sólo por un camino. Sin embargo, la necesidad de ahorros en sanidad choca incluso con las recomendaciones de la Unión Europea que aconseja seguir manteniendo los niveles de inversión para evitar que una bajada de la calidad empeore la salud de los ciudadanos y se generen más costes, siendo peor el remedio que la enfermedad. Y en esta línea las medidas adoptadas han ido más a buscar ahorros inmediatos que a eliminar bolsas de ineficiencia de largo alcance. Valencia y su decreto ley de prestación farmacéutica representan el último ejemplo de una normativa impuesta al albur del ahogo presupuestario.

Es el momento de decidir si el sistema necesita una serie de reformas o directamente el cambio hacia un modelo diferente. La experiencia dice que las grandes revoluciones suelen resultar contraproducentes, pero eso no significa que se deba excluir una de las patas del sistema. Desde la decisión de la Comunidad de Madrid de externalizar la gestión de varios de sus hospitales, determinados grupos de presión se han dedicado a demonizarlo. Ahora que la necesidad de reforma parece más urgente que nunca carece de sentido apartar a la sanidad privada cuando representa más del 26 por ciento del gasto sanitario en España. Independientemente de la gestión que se escoja, el paciente debe continuar siempre en el centro.