C. OSSORIO Barcelona | viernes, 07 de febrero de 2014 h |

El diagnóstico de los tumores de próstata es cada vez más precoz debido a la detección de los marcadores clínicos, pero uno de los objetivos que persisten es el hallazgo de biomarcadores de respuesta y de predicción del fracaso al tratamiento, según señala José López Torrecilla, presidente de la SEOR y jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Universitario de Valencia.

En el contexto de la la VI edición de OncoUrology Forum, organizado por la SEOR y Astellas Pharma España, más de un centenar de especialistas de referencia en Oncología Radioterápica de todo el territorio nacional realizaron una revisión de los últimos avances en cáncer de próstata destacados en congresos internacionales.

Sin ir más lejos, se acaba de celebrar el Simposio sobre Tumores Genitourinarios de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO GU) en San Francisco (EE.UU.), donde se han presentado nuevos resultados del estudio fase III Prevail, con enzalutamida, en pacientes con tumores de próstata metastásicos resistentes a castración.

“Inicialmente, cuando se empezó a utilizar este fármaco en pacientes, se utilizó solamente en aquellos que habían sido resistentes o que había fracasado tras quimioterapia basada en docetaxel. Pero en este caso, se demuestra que en pacientes que no habían recibido aún quimioterapia, cuando se han resistentes a la hormonoterapia, la administración de enzalutamida es más efectiva que placebo porque prolonga la supervivencia, alarga el tiempo libre de progresión de metástasis y mejora la calidad de vida”, valora el presidente de la SEOR.

A su juicio, estos resultados podrían impulsar la utilización del fármaco en etapas más tempranas del cáncer, en tumores de alto riesgo. En concreto, uno de cada nueve hombres son diagnosticados de cáncer de próstata, de los cuales entre el 10 y el 20 por ciento progresa a cáncer de próstata resistente a la castración (CPCR), la última etapa de evolución del cáncer, durante los 5 primeros años de seguimiento.

En cuanto a la clasificación del riesgo, son varias las consideraciones a tener en cuenta. Existen claros marcadores clínicos que son el valor del PSA, el valor en la Escala de Gleason (la histología del tumor) y la extensión locorregional de la lesión por resonancia magnética para conocer si el tumor está encapsulado.

Estos factores con los que se estratifica el riesgo sirven también como armas de predicción de respuesta, “a la espera de la aparición de factores moleculares que es lo numerosos grupos de todo el mundo está buscando en estos tumores”.

Así, los tumores con un gleason alto, o que presentan un 5 en una de sus dos cifras, tienen un peor pronóstico. Y a mayor velocidad de incremento del PSA, mayor riesgo de peores resultados debido a que el tumor tardará poco en diseminarse.

En lo referente a los cánceres de bajo riesgo, que son los de mejor pronóstico, López Torrecilla afirma que se ha visto que son tumores que tienen una evolución muy lenta, y que incluso en alguno de ellos no hace falta efectuar ningún tratamiento invasivo. “Hay estudio que está valorando las pruebas de vigilancia activa, haciendo resonancia magnética para ver si el nódulo se ve muy claro o si ha crecido…”, indica el experto, enfatizando que, al evitar un tratamiento, se evitan también efectos secundarios.

En los de riesgo intermedio, el tratamiento está bien establecido. “Es un grupo que se beneficia de las técnicas de cirugía y de radioterapia asociadas o en monoterapia, e incluso en algunos pacientes que llamamos grupo intermedio de mejor pronóstico la braquiterapia podría ser una técnica adecuada”.

Por su parte, en el grupo de alto riesgo es donde más se focaliza la investigación debido a la mayor probabilidad de fracaso terapéutico. En la última reunión de ASCO, se han presentado datos a más largo plazo que defienden la combinación de hormonoterapia más radioterapia, frente a hormonoterapia sola.

Avance en equipos

El avance en los equipos radioterápicos se hace patente en los equipos con sistemas de imagen guiada, con márgenes de radiación más pequeños que permiten aumentar la dosis por fracción y reducir el número de sesiones. “Ya hay equipos que pueden tratar un tumor de próstata de riesgo bajo o intermedio en solo cinco días, cuando habitualmente se hacía en 30 o 40 sesiones”, subraya.

A su juicio, aunque los servicios más innovadores de Radioterapia están en los hospitales más grandes, “debería haber muchas más unidades satélites dependientes de un servicio grande en centros más pequeños”. Y recuerda que el número de estas unidades debe ser de 5 por cada millón de habitantes.