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C. Ossorio
Madrid
A pesar de todos los esfuerzos, en España se sigue realizando un diagnóstico tardío de la infección por VIH en un 37 por ciento de los casos, según datos de la Cohorte RIS de pacientes con infección por VIH sin tratamiento antirretroviral previo (CoRIS) que se manifestaron durante el Primer Congreso Gesida (el Grupo de Estudio dedicado a la investigación del VIH/sida de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica). En este grupo de pacientes se ha encontrado que las personas que no han completado estudios secundarios presentan un 24 por ciento más de riesgo de ser diagnosticadas tarde respecto a las que al menos tienen ese nivel de estudios.
Además, casi un tercio de los nuevos diagnósticos son de personas que no han nacido en España. “Esto ha provocado que la epidemia haya cambiado de cara”, comentó a GM Juan Berenguer, co-presidente del congreso y miembro del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
En este sentido, en Europa, como en Estados Unidos, hasta ahora se habían registrado básicamente variantes del VIH del subtipo B, pero de manera creciente, debido principalmente a la inmigración de África, se ha ido introduciendo otra variante que son los subtipos no B, como explicó Vicente Soriano, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Carlos III de Madrid.
“Las variantes no B del VIH-1, que ahora representan un 15 por ciento de todos los nuevos diagnósticos del VIH-1 en España, parecen tener polimorfismos en sus genes, en los de la transcriptasa reversa y de la proteasa”, apuntó. Esto supone que la susceptibilidad a algunos medicamentos antirretrovirales y las vías de resistencia varíen respecto al subtipo B.
Por este motivo, el experto subraya la necesidad de conocer bien las características virológicas de los subtipos no B emergentes en nuestro país. El más frecuente es el recombinante 2 (virus A y virus G), debido a la llegada de inmigrantes provenientes del África occidental. Asimismo, en el norte de España predomina el recombinante BG (virus B y virus G) que, según Soriano, “se está diseminando entre la población autóctona, básicamente drogadictos, del norte de Portugal y de Galicia”. Una situación que probablemente halla su razón en “la inmigración que llegó al norte de Portugal y en que Oporto era un foco importante de drogadicción”.
Erradicar el virus
En otro sentido, Berenguer considera que los resultados del estudio tailandés sobre la vacuna experimental contra el VIH (ver GM nº 303), que acaban de ser publicados en The New England, fueron “demasiado optimistas”. “Seguimos con grandes dudas en el campo de la vacuna, y creo que los esfuerzos para combatir el VIH tienen que pasar por la prevención y por la erradicación del virus”, aseveró.
Si bien este segundo objetivo es muy difícil, considera que “a nivel global no se le ha prestado atención a esta estrategia, como sí ha ocurrido con la vacuna”. David Margolis, del Centro de Investigación Michael Hooker de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) pretende conseguir este objetivo en sus investigaciones, buscando dianas para eliminar el virus de las células infectadas, un proceso que podría compararse a lo que ya se consigue hoy en oncología.