Atención a pacientes externos en los servicios de farmacia hospitalaria
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El peso en el gasto farmacéutico de la atención a pacientes externos y ambulatorios supera el 80% en los hospitales españoles
La mecanización de la logística y la dispensación no ha liberado suficientes recursos que puedan ser derivados a la atención a estos enfermos
E.M.C./J.G.
Madrid
Los servicios de Farmacia Hospitalaria de los centros españoles atraviesan una etapa crucial. Ha llegado la hora de reorientar su labor y potenciar la actividad no solo en la atención farmacéutica a los pacientes ingresados, sino también a los externos y ambulatorios, que cada vez son más y requieren una mayor atención de estos profesionales. Así de contundente se muestra la jefa del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital La Paz, en Madrid, Alicia Herrero, consciente de la importancia de acometer una profunda transformación para dar respuesta a las nuevas necesidades de los enfermos.
Las cuentas del gasto farmacéutico del hospital en 2010 corroboran esta exigencia que se ha ido evidenciando en los últimos años, pero que no acaba de tener una respuesta clara. Según Herrero, sólo un 22 por ciento del gasto en farmacia del centro se destina a pacientes ingresados. El resto obedece a la atención de pacientes ambulatorios, que acuden al centro a recibir su medicación y no generan estancias, como los atendidos en los hospitales de día, y cerca de un 51 por ciento a pacientes puramente externos.
Un peso similar al que el gasto farmacéutico en estos pacientes ha cobrado en otros hospitales como el Clínic de Barcelona o el Gregorio Marañón de Madrid, donde apenas el 20 por ciento del consumo de medicamentos de los centros corresponde a los ingresos, mientras el 80 por ciento restante se vincula al gasto en farmacia ambulatoria.
Y en línea también con las cifras del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, cuya jefe de Servicio de Farmacia Hospitalaria, Lourdes Arias, cita como ejemplo la distribución del gasto en el mes de febrero de 2011. En este centro madrileño, la proporción del gasto mensual en los pacientes ingresados fue aún menor, con un 16,53 por ciento, frente al 49,95 por ciento del gasto farmacéutico en pacientes externos o el 33,5 por ciento en pacientes ambulantes. En estos últimos grupos, asegura Arias, se ha producido un incremento del gasto respecto al del año pasado de casi un 7 por ciento en pacientes externos y de un 4,7 por ciento en ambulatorios.
En un hospital como el del Mar, en Barcelona, con proporciones muy similares a las del Clínico, los porcentajes en 2010 se tradujeron en 37.666 millones de euros en la atención farmacéutica a pacientes no ingresados en el centro, más del 83 por ciento del gasto farmacéutico del servicio y casi un 12 por ciento del presupuesto total del hospital, y apenas 7,5 millones de euros para los ingresados.
Tres razones
Para el gerente de Farmacia del Clínic, Ramón Casabona, este incremento obedece a tres razones principales: el aumento del número de pacientes, la aparición de nuevos fármacos, “unos más caros que los utilizados anteriormente y otros para nuevos tratamientos”, matiza Casabona, y la inclusión de algunos medicamentos de diagnóstico hospitalario retirados de las farmacias como los citostáticos orales (ver artículo en página contigua). Causas que amplía Isabel Castillo, farmacéutica de la Unidad de Pacientes Externos del Hospital Gregorio Marañón, que alude a la cronificación de los tratamientos y el registro de nuevos fármacos de dispensación hospitalaria para patologías ya tratadas en la unidad y nuevas enfermedades.
En paralelo, subraya el especialista del Clínic, el crecimiento en el gasto farmacéutico en pacientes ingresados se ha moderado porque el número de pacientes se mantiene y por las particularidades de estos fármacos, que se aplican al tratamiento de procesos agudos y no crónicos.
En la misma línea, la responsable del Hospital La Paz incide en que cada vez que la Agencia Española del Medicamento autoriza nuevos fármacos pasan a ser de uso hospitalario, con lo que la actividad se ha incrementado en los últimos tres años en más de un 50 por ciento. En palabras de Alicia Herrero, el aumento se debe también a la evolución de algunas terapias, como la oncológica, que ha pasado a contar con un buen arsenal de fármacos orales. “Los tres grandes grupos de pacientes que atendemos no ingresados en el hospital son oncológicos, con terapia oral, enfermos de sida en tratamiento con antivirales, y pacientes con enfermedades inflamatorias autoinmunes, como artritis reumatoide o psoriasis, que reciben inmunosupresores de dispensación hospitalaria”, asegura.
Como para el resto de las organizaciones sanitarias, el nuevo reto para los servicios de Farmacia Hospitalaria será reorientar la atención a los pacientes crónicos, algo que en la práctica es sólo una utopía. En hospitales como La Paz, donde existe una unidad de atención farmacéutica a pacientes externos atendida por dos profesionales con el apoyo de auxiliares de farmacia, el dispositivo resulta claramente insuficiente. Herrero admite que las unidades se están quedando infradotadas, tanto en personal como en infraestructuras: “Tenemos a los pacientes en los pasillos, esperando para recibir la dispensación en áreas que inicialmente no estaban adaptadas para ellos”, reconoce.
Menos extrema es la situación en el Hospital Gregorio Marañón, donde Isabel Castillo explica que existe una Unidad de Citostáticos y otra de Pacientes Externos. A pesar de que la infraestructura no es la principal queja, el número de trabajadores de ambas unidades, cuatro en total, también resulta escaso. En su opinión, lo que sí sería interesante es contemplar la introducción de tecnologías de reciente aparición en el mercado destinadas a aprovechar estos procesos.
Un paso previo
Mientras los hospitales barajan la posibilidad de reorganizar sus servicios, apenas se han dado los pasos previos. La introducción de dispositivos mecánicos en la logística y la dispensación de medicamentos en los centros, por ejemplo, ha permitido hasta cierto punto que los profesionales puedan desplazarse a planta a atender al paciente, y les deja tiempo que destinan, por ejemplo, a mejorar su formación en patologías determinadas que les acercan al facultativo en el acto de prescripción, pero, por ahora, no permite liberar suficientemente a los profesionales para intensificar su labor en la atención a los pacientes externos, lamenta Herrero.
En cualquier caso, todos ellos son conscientes de que la transformación no llegará sin esfuerzo. Para la responsable de La Paz, el cambio debe partir de la toma de conciencia de las autoridades sanitarias, que han de conocer estas nuevas necesidades, pero también de los propios profesionales, que deben reorientar su actividad a pesar de que, en la práctica, se encuentren con graves defectos de infraestructura y de personal.
Mientras se rediseña ese nuevo escenario, los servicios se afanan en controlar también esta parte del gasto. Para ello, aseguran, emplean los mismos mecanismos que en la atención farmacéutica a pacientes ingresados. En el Clínico San Carlos, por ejemplo, Arias destaca los protocolos de utilización de medicamentos, y el seguimiento farmacoterapéutico y de la evolución de los consumos, mientras el gerente de Farmacia del Clínic de Barcelona defiende que el hospital cuenta con sistemas de información suficientes para poder conocer las prescripciones a los pacientes hospitalarios y ambulatorios y realizar un seguimiento y control de los mismos.
En La Paz, una pieza clave para optimizar el tratamiento es la formación a los pacientes. “Entregamos prospectos y folletos informativos para que aprendan a administrarse la medicación y también a conservarla, más aún teniendo en cuenta su gran impacto económico, de ahí que sea fundamental que se administre bien y se conserve adecuadamente en los domicilios”, indica Alicia Herrero. Al igual que en otros hospitales, han diseñado programas para facilitar la adherencia los tratamientos y también han estrechado su colaboración con los médicos para marcar otras directrices, como evitar que se dispense medicación para más de un mes. Pequeños pasos que orientan la mirada del servicio de Farmacia a enfermos crónicos que apenas pisan las instalaciones para recibir su tratamiento farmacológico y acudir puntualmente a sus revisiones.