A.C. Madrid | viernes, 10 de abril de 2015 h |

Tras aprobar el MIR, el médico comienza su periodo de residencia, un momento de aprendizaje pero durante el que también se enfrenta a muchos retos.

Una vez elegida la especialidad y tras la firma del contrato, los primeros días de los futuros especialistas son necesarios para aspectos logísticos como la obtención de identificación, taquilla, el acceso a los uniformes, la formación en historia clínica electrónica del centro, etc. Además, generalmente existe un acto de bienvenida que organiza la comisión de docencia del centro en colaboración con la dirección y también suele haber cursos de formación en los días previos a iniciar la atención continuada, tal y como explica Juan José Ríos, médico adjunto y tutor de residentes en el Hospital Universitario La Paz de Madrid y profesor de Infecciosas en CTO.

Rafael Salguero, tutor de residentes y jefe de Sección del Hospital Universitario Doce de Octubre de Madrid, además de profesor de Cardiología en CTO, detalla que en general hay una semana para realizar la incorporación.

A juicio de Salguero, la formación previa recibida durante la preparación al MIR es muy útil durante la residencia, ya que otorga “una visión de conjunto” sobre la medicina actual difícilmente alcanzable de otro modo y añade que el sentido cada vez más práctico de la prueba fomenta la adquisición de habilidades clínicas “ya antes de la incorporación a la residencia”.

En cuanto a la relación entre el residente y su tutor, Ríos señala que el segundo realiza el programa de docencia y establece el itinerario formativo del residente, que incluye sus rotaciones, en las que hay cierto margen de flexibilidad para los intereses del mismo. La relación “debe ser de acompañamiento y guía”. Por otro lado, el jefe de residentes suele tener labores más organizativas. Salguero apunta a que esta relación “debe ser la ‘mentorship’, que va mucho más allá de una mera acción formativa concreta”.

Las guardias

Los residentes deben hacer muchas guardias hospitalarias, algo que es duro para ellos, sobre todo al principio. El jefe de sección del Doce de Octubre asegura que “el truco radica en considerarlas parte fundamental de la formación”. A su juicio, de todos los pacientes se puede aprender y, además, las guardias no hay que superarlas sino disfrutarlas y utilizarlas para adquirir unas habilidades específicas. Esto en cardiología “es fácil”, ya que la atención continuada centra su actividad sobre un perfil de labores diferentes a las de las rotaciones en la hospitalización convencional o la actividad programada sobre las ramas de la cardiología. El tutor de residentes de La Paz aconseja hacerlo “con trabajo y apoyándose en los residentes mayores y en sus compañeros”. Además, puntualiza que, aunque son siempre duras, el año más difícil es el primero y posteriormente los residentes “van adquiriendo ‘tablas’ y una formación más sólida que les permite afrontarlas con menos estrés”.

Aprendizaje

En relación con las técnicas, procesos y protocolos más importantes que deben aprenderse en cardiología, el profesor de la asignatura apunta a cardiología general en paciente hospitalizado y ambulatorio —en régimen de ‘alta resolución’, atención al síndrome coronario agudo y el paciente crítico, arritmias agudas y crónicas, implante y manejo de dispositivos para el ritmo cardíaco, hemodinámica e intervencionismo coronario y estructural—, ecocardiografía en todas sus variantes, cardiorresonancia magnética y CT, ergometría y otras pruebas funcionales —incluido el electrocardiograma—, insuficiencia cardiaca avanzada y técnicas de asistencia de soporte circulatorio y trasplante, cardiopatías hereditarias y familiares, rehabilitación cardiaca, hipertensión pulmonar y cardiología pediátrica.

En el caso de infecciosas, son muy variados, entre las técnicas —paracentesis, punción lumbar, acceso venoso central, toracocentesis, etc.— y los diversos protocolos establecidos para algunas de las enfermedades típicas de medicina interna, y especialmente en el Servicio de Urgencias, pero sobre todo deben aprender a realizar una aproximación diagnóstica con la anamnesis y exploración, el uso juicioso de las pruebas complementarias y plantear un tratamiento y un pronóstico, incide Ríos.

Para ser un buen especialista también es necesario tener ciertas aptitudes que, para el profesor de infecciosas, son la capacidad de trabajo, la entrega y la versatilidad, dado lo amplio de la asignatura, mientras que si se trata de cardiología, Salguero señala la ilusión, la capacidad de estudio, la tenacidad, la capacidad de razonamiento, la meticulosidad y la perspectiva. Además, son también importantes la empatía con el paciente, y la capacidad de comunicación, de integración y de trabajo en grupo.

A nivel laboral, ambos expertos coinciden en que el momento no es fácil para los médicos, aún así, en el caso de los cardiólogos, suelen trabajar dentro de su especialidad aunque la calidad del trabajo sea mejorable. Sin embargo, en enfermedades infecciosas, la medicina interna parece ofrecer más alternativas laborables, “pero en ocasiones son alejadas de su esencia”.

Ambos especialistas no coinciden en el papel que tiene para los profesionales investigar o realizar el doctorado durante la residencia. Mientras que Ríos cree que no facilita el futuro en general, que es un mérito más para algunos puestos, pero está poco valorado en las OPEs y se trata de una exigencia si se quiere acceder al mundo académico, “lo que hoy en día es sin duda difícil”, para Salguero es necesario alcanzar un nivel significativo de conocimientos en investigación clínica y traslacional pues, de no ser así, se pierde la perspectiva a la hora de interpretar y seleccionar la ingente cantidad de información médica que se genera cada día. “Yo planteo que no es el doctorado en sí mismo el fin, sino un medio para alcanzar el objetivo previo”, recalca el profesor de cardiología de CTO.

Finalmente, como recomendación a los residentes con los que trabajan, el especialista del Doce de Octubre les aconseja que disfruten porque “es un tiempo apasionante”. Además, señala que se involucren en tareas organizativas, sean generosos en el esfuerzo, que es lo que les facilitará sentirse recompensados, traten de buscar un campo de diferenciación y que se planteen objetivos concretos con fechas para su desarrollo durante la residencia. A ello, el experto de La Paz agrega que vean cada paciente como una realidad individual con una forma de enfermar distinta, que se planteen preguntas y sean siempre críticos con lo que saben.