El controvertido debate sobre la eficacia de los fármacos sintomáticos de acción lenta en el tratamiento de la artrosis (sysadoa) en comparación con el uso de paracetamol o ciertos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), en especial, ibuprofeno, parece esclarecerse, como quedó patente durante la mesa inaugural del XVIII Congreso de la Sociedad Valenciana de Reumatología (SVR), celebrado los pasados 27 y 28 de febrero en Alicante.
Si en enero, el estudio multicéntrico Moves, demostró que la combinación de condroitín sulfato y glucosamina es eficaz en la mejora de la función y en la reducción del dolor al mismo nivel que celecoxib, en febrero, una revisión Cochrane confirmó la efectividad de condroitín sulfato en el tratamiento de la artrosis y la combinación de condroitín y glucosamina a los seis meses de tratamiento, apoyando los efectos modificadores de la estructura de los sysadoas. Cochrane incluyó 43 ensayos clínicos, la mayoría de rodilla, en los que 4.962 participantes fueron tratados con condroitín y 4.148 con placebo u otros tratamientos.
Miguel Belmonte, presidente de la SVR y jefe del Servicio de Reumatología del Hospital de Castellón, quiso introducir la actualidad político sanitaria en el seno del congreso, al plantear un interesante debate sobre “Controversias en farmacología clínica”, que abordó de frente la especial situación que vive la Comunidad Valenciana desde que la Consejería de Sanidad decidiera poner en marcha los polémicos algoritmos de posicionamiento terapéutico, que incluyeron los tratamientos para la artrosis entre los dos primeros en implantarse en 2013. La propia SVR publicó en noviembre de 2014 su posicionamiento ante este sistema, en el que alertaba de los inconvenientes de la división en cuatro diferentes niveles de prescripción, y en cuyo primer nivel se incluyen los fármacos que el médico debe recetar de forma prioritaria a la mayoría de pacientes con artrosis.
En esta estratificación, la consejería situó en su primer nivel el paracetamol y el ibuprofeno, y colocó en el cuarto escalón a los sysadoas. Según Belmonte, aunque los algoritmos no impiden que se pueda recetar un fármaco de cuarto nivel, el sistema informático implantado en la comunidad, de uso obligatorio y forzoso para todo médico que recete fármacos financiados por la sanidad publica, dificulta enormemente la elección de aquellos que no estén en el primer nivel, al tener que pasar hasta por siete pantallas que recuerdan en todo momento la disponibilidad y precio de otras alternativas, además de solicitar una justificación extra de la elección realizada y otras obstrucciones disuasorias. La SVR considera que este mecanismo afecta directamente a la libertad de prescripción del médico y a su toma de decisiones, sin tener en cuenta las características individuales de cada paciente.
Para avivar el debate, Belmonte consiguió sentar en la misma mesa a Jordi Monfort, director de la Unidad de Artrosis del Servicio de Reumatología del Hospital del Mar de Barcelona, y a José Luis Trillo, director general de Farmacia y Productos Sanitarios de la Consejería de Sanidad, una de las cabezas visibles en la creación y ejecución de los algoritmos valencianos. Monfort, sin embargo, defendió el uso de sysadoa frente a paracetamol o AINEs tradicionales, “por su perfil de toxicidad y sus reacciones adversas en pacientes mayores y polimedicados, que son los que mayoritariamente presentan artrosis en sus articulaciones”.
Monfort repasó los recientes estudios que corroboran la seguridad de los fármacos sysadoa, y presentó los resultados clínicos de un estudio realizado en el Hospital del Mar, en el que se comparó la reducción de sinovitis en artrosis de rodilla con el uso de condroitín sulfato o paracetamol. Según expuso, 70 pacientes diagnosticados de artrosis de rodilla fueron tratados con condoitrín sulfato (800 mg/24h) o paracetamol (3 g/24h) durante 6 meses. El estudio demostró que ambos tratamientos reducen el dolor y mejoran la función en porcentajes casi exactos, y comprobó que el condroitín disminuye la hipertrofia de la sinovial de forma destacable, además de reducir la sinovitis respecto al paracetamol.
Otra de las ventajas en el uso del condroitín, según este experto, es que sus efectos modificadores de la estructura conllevan una tendencia a la disminución en la necesidad de prótesis (13 por ciento a los 6 meses y 23 por ciento a los 12 meses). “Sin duda —precisó— la revisión Cochrane y el estudio Moves, junto a otros estudios recientes, deberían suponer un punto de inflexión en la valoración de la efectividad de los sysadoas que tendrían que adaptar su posición por la Consejería de Sanidad, e incluirlos en el nivel dos, como también demandó hace poco la Alianza General de Pacientes (AGP) en un informe de su Comisionado para la Equidad.
Por su parte, José Luis Trillo defendió el uso del algoritmo en artrosis aportando cifras económicas. En este sentido, afirmó que en la Comunidad Valenciana, según datos de 2012, la evolución anual de la utilización de AINEs estaba por debajo de la media del conjunto del Sistema Nacional de Salud (SNS), en concreto, un 29,78 por ciento en comparación al 31,9 por ciento del resto de España. “Por contra —añadió— la utilización de sysadoas estaba muy por encima, con un 20,34 por ciento en comparación con el 11,48 por ciento del SNS”.
Aunque justificó el uso de los algoritmos por otro tipo de criterios, como fomentar el uso seguro, eficaz y eficiente de los medicamentos o asegurar que el consumo se haga de acuerdo a la prevalencia y la incidencia real, insistió en ofrecer datos económicos, y comentó que “gracias a esta política, la evolución anual de la utilización (DHD) de sysadoas se ha reducido de 999.509 recetas en 2013, año de implantación del algoritmo, a 534.758 en 2014, lo que supone pasar de un gasto farmacéutico de 14.590.398 euros en 2013, a 7.911.196 en 2014, es decir, un ahorro de 6.679.202”. Trillo también ofreció datos sobre las diferencias entre los departamentos en los que se divide la sanidad valenciana, ya que detectaron que en algún caso se llegaba a multiplicar por tres el uso de determinados fármacos, “lo que evidencia que había que mitigar esta variabilidad de alguna manera, porque era insostenible”.
Trillo: “El uso de sysadoas estaba muy por encima de la media nacional, con un 20,34% frente al 11,48% del SNS”
Monfort: “La Consejería
de Sanidad tendría que incluir los sysadoas en el nivel dos
de los algoritmos”