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Los programas de atención farmacéutica integrada (PAFI) permiten mejorar la calidad de la asistencia al paciente y los resultados de ésta, aunque deben apoyarse en la utilización de registros electrónicos que faciliten intercambiar la comunicación de los datos del enfermo entre los tres niveles asistenciales. Y es que la conciliación del tratamiento en la transición entre éstos y la coordinación de los farmacéuticos de cada uno de ellos son elementos básicos para reducir los problemas de salud derivados del uso de medicamentos.
Estas son las conclusiones del estudio realizado en ocho hospitales, ocho centros de atención primaria y 109 farmacias comunitarias de ocho áreas de salud de Cataluña—publicado en la Revista de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH)— para valorar si la implantación de dichos programas en pacientes crónicos mejoran la evolución clínica y la calidad de vida de los pacientes y además disminuyen el consumo de recursos sanitarios.
Para ello sus autores centraron el análisis en un ensayo clínico paralelo, abierto y multicéntrico de un PAFI en pacientes con insuficiencia cardiaca (IC) y/o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) —dos patologías crónicas que suponen las principales causas de morbilidad y mortalidad en pacientes mayores de 65 años— durante 12 meses y realizándoles un test de calidad de vida al inicio y final de seguimiento, un abordaje “novedoso, coordinado y continuo” para evaluar el nivel de salud mediante un “mejor manejo, seguimiento y supervisión del tratamiento farmacológico”, según exponen en el informe.
Los criterios de inclusión de los enfermos fueron una edad igual o superior a 65 años, descompensación y/o agudización de la IC o de la EPOC como diagnóstico de ingreso a cargo de los servicios de medicina interna, neumología o cardiología, la toma de cuatro o más medicamentos crónicos al ingreso y con una estimación de la posibilidad de seguimiento superior a un año. En total lo finalizaron 238 pacientes, aleatorizados al grupo de intervención —sometidos a un test de atención farmacéutica para el seguimiento y monitorización del tratamiento—y control —sometidos al seguimiento habitual— de forma centralizada. Aunque los resultados obtenidos no muestran, en general, diferencias “estadísticamente significativas” sí recogen un número menor de problemas relacionados con los medicamentos (PRM) y un porcentaje de resolución de estos del 90 por ciento —casi todos relacionados con la eficacia y la seguridad—, un resultado superior a los estudios hasta ahora publicados, que no alcanzan el 80 por ciento. También la media del coste del tratamiento farmacológico en ambas patologías se redujo en el grupo de intervención frente al de control, con resultados comparables a otros informes publicados y teniendo en cuenta la variabilidad de métodos de estimación de éstos.
El tamaño “insuficiente” de la muestra, motivado por los criterios “restrictivos” de ingreso en el estudio ha sido una de sus principales limitaciones aunque, según sus autores, no significa que los resultados no sean clínicamente relevantes. Por el contrario, señalan que el programa PAFI sí ha permitido iniciar la coordinación asistencial farmacéutica al paciente entre niveles y, en su opinión, debe servir como punto de partida para su continuidad gracias a la implantación de las nuevas tecnologías como la receta electrónica.
Centran el análisis en un estudio de pacientes mayores de 65 con EPOC e insuficiencia cardiaca
La media del coste del tratamiento se redujo en el grupo de intervención frente al de control