No hay cifras concretas, pero los datos que se manejan sitúan la incidencia del cáncer de páncreas entre los 5.000 y 6.000 casos nuevos cada año en España, siendo el séptimo más prevalente en Europa.
No hay cifras concretas, pero los datos que se manejan sitúan la incidencia del cáncer de páncreas entre los 5.000 y 6.000 casos nuevos cada año en España, siendo el séptimo más prevalente en Europa. Esta enfermedad tiene una supervivencia global, de tan solo un cuatro o un seis por ciento a los cinco años. Así, el cáncer de páncreas es el cuarto cáncer más mortífero. De hecho, casi el mismo número de personas mueren de esta patología que por cáncer de mama.
A diferencia de lo que sucede con la mayoría de los tumores, el ratio de mortalidad del cáncer de páncreas está incrementándose. Se calcula que en 2020 será la segunda causa de muerte por cáncer.
Como sucede en la mayoría de los carcinomas el diagnóstico precoz es lo que marca la diferencia respecto a la supervivencia, sin embargo, la mayoría de los pacientes llegan a la consulta del especialista tarde. Cuando el diagnóstico es de metástasis, la media de vida de los pacientes ronda los tres meses.
A pesar de todo ello, los avances en el abordaje de la enfermedad en los últimos 20 años no han sido significativos y muchos pacientes sólo pueden acceder a fármacos que reduzcan sus síntomas combinados con los cuidados paliativos, dado el avanzado estado de la enfermedad.
GACETA MÉDICA ha querido recoger la perspectiva de los especialistas y de los pacientes acerca de esta “enfermedad olvidada” y de los desafíos que se plantean sobre la misma. Y es que fomentar la investigación y generar más conocimiento sobre la misma entre los profesionales contribuirá a mejorar el pronóstico de esta patología para la que comienzan a aparecer tratamientos con resultados prometedores.
“Se estudia si los nuevos esquemas son eficaces
en estadios más iniciales”
FERNANDO RIVERA x Oncólogo Médico del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander
El 95 por ciento de los casos de cáncer de páncreas corresponden a adenocarcinoma. Un tumor de fatal pronóstico, si bien su evolución radica en el estadio en que se diagnostique al paciente. Existe un número muy pequeño de tumores resecables con posibilidades de curarse, en estadio I y II, pero representan tan sólo un 15 por ciento de los casos. De ellos, sólo el 20 por ciento sobrevive a largo plazo. Pero el 85 por ciento de los pacientes son diagnosticados en estadios muy avanzados, localmente avanzados o metastásicos, cuya supervivencia sin tratamiento no supera los tres meses. Es en éstos últimos en los que se ha logrado “un avance claro” con la nueva combinación terapéutica formada por nab-paclitaxel y gemcitabina, según señala Fernando Rivera, oncólogo del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander. Como demostró hace unos meses el estudio MPACT, que comparaba la citada combinación con gemcitabina en monoterapia, los pacientes con adenocarcinoma metastásico lograban hasta 8-9 meses de supervivencia frente a los 5 de mediana que se alcanzaba con gemcitabina sola.
Como indica este experto, hay un grupo de pacientes que son los que mayor beneficio obtienen de esta terapia, y el estudio de los biomarcadores de respuesta al tratamiento permitirá identificarlos. Entre ellos, se postula la proteína Sparc.
Rivera asegura que hay pacientes tratados con nab-paclitaxel y gemcitabina durante meses e incluso años, y el objetivo actual pasa por analizar estos esquemas terapéuticos que funcionan en estadio metastásico en pacientes localmente avanzados. “En este sentido, hay muchos datos que sugieren que podemos lograr respuestas, de forma que el tumor que no era resecable se convierte en operable, y ahí sí que podemos tener curaciones, pero son esquemas todavía en investigación”, declara el especialista.
En los estadíos más precoces, aquellos que se pueden resecar y cuya supervivencia sólo alcanza el 20 por ciento, estos tratamientos se están investigando como terapia complementaria a la cirugía.
Son numerosas las estrategias terapéuticas en investigación, si bien Rivera destaca el potencial de las nuevas inmunoterapias en cáncer de páncreas, en especial en combinación. “Una de las líneas es inducir una inmunidad frente a mesotelina, que tiene un gran peso mucho en este tipo de tumor”, puntualiza. Asimismo, hay múltiples nuevas dianas frente a mecanismos celulares, aunque al tratarse de un tumor muy resistente, este experto reitera que el futuro estará basado en combinaciones de distintos tratamientos.
Sin embargo, el avance científico será insuficiente si no se agilizan los circuitos asistenciales para que el paciente, ante una sospecha clara, sea rápidamente diagnosticado por el servicio de Oncología. Es el objetivo de los grupos cooperativos españoles, pues, como enfatiza Rivera, los pacientes con un mejor estado general son los únicos que obtendrán una respuesta adecuada al tratamiento.
Hient 1 y tratamientos contra el estroma tumoral, opciones en cáncer de páncreas
manuel hidalgo x Director del Centro Oncológico Clara Campal y del Programa de Investigación Clínica del CNIO
Con una alta mortalidad y un menor progreso en investigación, el cáncer de páncreas es actualmente uno de los tumores que más retos representa para la ciencia. De ahí que el Centro Nacional de Investigación Oncológica (CNIO) tenga varios grupos investigando en ello: modelos animales en cáncer de páncreas, carcinogénesis de este tipo de tumor, epidemiología y causas hereditarias, estudios en células madre e investigación en nuevos tratamientos.
Este último grupo, dirigido por Manuel Hidalgo, está actualmente estudiando el papel de la sobreexpresión de la proteína Sparc, actualmente aceptada como signo de mal pronóstico en pacientes con cáncer de páncreas, como predictora también de la respuesta a nab-paclitaxel. Sobre esto, Hidaldo asegura que se presentarán algunos datos a finales de junio en Barcelona, durante la celebración del 16º Congreso Mundial en Cáncer Gastrointestinal (GI). Además, el equipo del CNIO que dirige este investigador también tiene esperanzas en un nuevo anticuerpo que actúa sobre la vía Notch y que ha ofrecido “resultados alentadores” tanto en modelos animales como en ensayos clínicos de fase I en pacientes con cáncer de páncreas.
Fuera del CNIO, Hidalgo también destaca la investigación, liderada por John Neoptolemus, de la Universidad de Liverpool, sobre el papel que podría jugar la expresión del gen Hient 1 en la predicción de respuesta a gemcitabina y los estudios en tratamientos contra el estroma tumoral que se realizan actualmente en varios centros de Europa y Estados Unidos.
Una gran cantidad de moléculas en investigación que, por el momento “no tienen aplicabilidad clínica”, se lamenta Hidalgo, que sí celebra la llegada de la combinación de gemcitabina y nab-paclitaxel, que ha demostrado aumentar la supervivencia en algo más de dos meses en pacientes en estadíos avanzados de cáncer de páncreas. Ahora, se estudia la posibilidad de que esta combinación pueda ser también útil en pacientes en estadíos más tempranos de la enfermedad, pero estos resultados no estarán disponibles hasta 2017 o 2018.
Además, en una patología de muy difícil diagnóstico precoz, ya que los pacientes llegan ya en un estadío demasiado avanzado, y en la que no existe cribado, ya que sus síntomas son muy inespecíficos, Hidalgo destaca las posibilidades que parecen ofrecer en este diagnóstico las técnicas de imagen —sobre todo la ecografía— en personas con “historias familiares muy pesadas de la enfermedad”, si bien asegura que todo esto está todavía “en investigación”.
En cuanto al acceso a fármacos, este investigador no cree que existan diferencias entre pacientes.
“No debe haber pacientes
de primera y de segunda
en nuestro sistema”
alejandro toledo x Presidente de la Alianza General de Pacientes (AGP)
El cáncer de páncreas es uno de los tumores con peor pronóstico y menos conocidos. Sin embargo, no por ello las personas que lo padecen tienen que verse relegados al olvido o desahuciados una vez que se produce el diagnóstico.
Así lo expresa Alejandro Toledo, presidente de la Alianza General de Pacientes cuando se le pregunta por los recursos que se destinan a esta patología.
Como sucede en muchas de estas enfermedades poco frecuentes, el hecho de que los profesionales médicos tengan la suficiente formación para poder detectar a tiempo los síntomas precoces de la patología es vital para los pacientes que la padecen, subraya. Por eso, a su juicio, es fundamental que se invierta para que los médicos reciban la información sobre los últimos avances científicos al respecto.
Para ello es fundamental que haya más investigación, tanto pública como privada. “Está claro que cuanto más sepamos sobre las causas y la progresión de la enfermedad será más fácil encontrar nuevos tratamientos”, puntualizó Toledo al tiempo que insistió en que los ajustes que se hacen en sanidad deben tener en consideración las consecuencias que pueden conllevar para la salud de las personas. “En sanidad no se pueden adoptar medidas cortoplacistas, hay que tener unas miras más amplias y evaluar a largo plazo”, matizó.
Una de las prioridades de la Alianza General de Pacientes, comenta su presidente, es garantizar la calidad de la asistencia sanitaria dentro del Sistema Nacional de Salud, y para ello, es necesario que se sigan destinando los recursos necesarios para ello. “No debe haber pacientes de primera y de segunda en nuestro sistema. Todos tenemos derecho a recibir una atención sanitaria de excelencia, independientemente de lo frecuente que sea nuestra enfermedad”, corroboró el presidente de la alianza.
De este modo, todos los pacientes deben poder acceder en condiciones de igualdad a las innovaciones terapéuticas que surgen respecto a su enfermedad. La equidad es, por tanto, otro de los caballos de batalla de la AGP.
Asimismo, Toledo hizo un llamamiento a las administraciones para que se aseguren que esta “enfermedad olvidada” gana prioridad en cuanto a los recursos que se necesitan para que se avance en el diagnóstico y el tratamiento. “A veces unos simples pasos pueden marcar la diferencia”, apostilló.
La mortalidad se reduce en
un 28%, pero la supervivencia continúa siendo “baja”
Carmen Guillén x Oncóloga Médica de la Unidad de Cáncer Familiar del Hospital Universitario Ramón y Cajal
Su causa se desconoce hasta el momento, pero sí se sabe que son “múltiples” los factores de riesgo que están implicados en el desarrollo del cáncer de páncreas. No se puede asegurar que el tabaco, el alcohol, el sedentarismo y la obesidad desencadenen este carcinoma, pero sí “aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de páncreas por encima de la población general”, subraya Carmen Guillén, oncóloga médica de la Unidad de Cáncer Familiar del Hospital Universitario Ramón y Cajal. Solamente, existen un 10 por ciento de casos en que la enfermedad se debe a una predisposición genética.
Guillén explica que, en ciertos casos, la mutación de un gen concreto, por ejemplo el RCA2, predispone con mayor facilidad a desarrollar no sólo cáncer de mama y ovario, sino cáncer de páncreas. Ahora bien, cuál es el gen que causa ese riesgo es aún algo desconocido en la mayoría de los casos, afirma la oncóloga. No obstante, añade, al menos se sabe que las bases genéticas siguen un patrón de herencia autosómico-dominante.
Asimismo, Guillén lamenta que, en este ámbito, “ha costado más avanzar”, aunque ahora se está viviendo “el comienzo de una nueva etapa” y “el mejor momento” porque se están dando pasos en positivo.
Gracias a las técnicas de detección por imagen, se ha avanzado mucho en el diagnóstico de cáncer de páncreas, precisa Guillén, al tiempo que remarca que, por ejemplo, mediante ecoendoscopia se obtienen muestras por punción, desde el estómago, “lo que hace mucho más fácil” el diagnóstico e insiste en que con esta técnica, el TAC y la resonancia se puede llegar a detectar lesiones premalignas. “De este modo podremos curar a personas, mientras que si el tumor está en estadios avanzados es ya casi imposible curarlas”, puntualiza.
El cuadro clínico de esta patología limita la vida diaria de los pacientes ya que, como apunta la doctora, produce mucho dolor, pérdida de peso y cansancio muy marcados.
En relación con los tratamientos, subrayó que la revolución más grande surgió en 2013 con la combinación de gemcitabina con el abraxane —paclitaxel—, un fármaco quimioterápico. Esta opción reduce en un 28 por ciento la mortalidad en pacientes con metástasis, respecto al tratamiento sólo con gemcitabina y, aunque la supervivencia sigue siendo baja, al menos hay “pacientes que serán largos supervivientes respecto a lo que había” hasta ahora, recalca.
La supervivencia al año con gemcitabina es de un 22 por ciento y de un 35 por ciento si se administra con paclitaxel. “Sigue siendo muy baja, pero es un gran avance porque la mayoría de los pacientes no vivían más de un año (…) y con la combinación, los hay que logran sobrevivir más de tres”, expone.
Finalmente, concluye que para avanzar es necesario contar con financiación. “Cuánta más mejor”, opina, mientras detalla que se debería investigar más en la detección precoz y el cribado ya que, hasta el momento, y en una enfermedad con tal alta prevalencia de fallecimientos como ésta, los avances “han sido pocos”.