gestión/ Otero insta a las administraciones a impulsar nuevas relaciones con el médico
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josé García
Madrid
No es fácil cambiar un modelo de Atención Primaria “envidiable” respecto al de países de nuestro entorno, con profesionales muy cualificados y formados, un nivel de compromiso “elevado” y una “magnífica” red de centros. Ahora bien, este modelo está empezando a tener “goteras” en lugares donde las condiciones de trabajo no son buenas, por lo que los políticos y los gestores sanitarios deben atreverse a poner en marcha nuevas formas de relación de los médicos y otras profesiones sanitarias con la Administración para dar un mejor servicio a los ciudadanos. Fórmulas, como las entidades de base asociativa (EBA) en Cataluña, las unidades clínicas en Andalucía o los equipos de gestión propia en Castilla y León, que no han evolucionado como debieran o directamente han fracasado porque “no tienen el soporte normativo y legal” que necesitan.
Ésta es una de las reflexiones que sobre la situación actual de la atención primaria realiza Antonio Otero, presidente del Colegio de Médicos de Valladolid y director del Instituto de Bioética y Humanidades Médicas de la Fundación Semergen.
“Los médicos de atención primaria necesitamos ser médicos, que nos dejen hacer nuestro trabajo, ya que la Administración no está favoreciendo el desarrollo de nuestra competencia”, denuncia Otero. A pesar de los cambios en las políticas sanitarias, la relación médico-pacientes, base del ‘ser médico’, permanece invariable y “ésa es nuestra gran fuerza”, dice Otero, quien añade que los médicos de AP reclaman a sociedades científicas y colegios que se pongan a trabajar en la misma línea y lideren la profesión.
Una atención primaria fuerte garantiza un buen funcionamiento del sistema. Según argumenta Otero, “si el médico de primaria es competente, tiene recursos y está bien formado, redundará en una mejora automática de la calidad del trabajo de los especialistas del hospital. Si no tiene recursos y las condiciones son insatisfactorias, convertirán al hospital en ineficiente”. Por tanto, a su juicio, “si queremos que la AP garantice que el sistema sanitario funcione, hay que seguir invirtiendo en ella”.
Otero considera que la gran asignatura pendiente de las administraciones es la coordinación entre la atención primaria y el hospital. “Es algo que está en manos de las sociedades científicas y los colegios, ya que jamás ha habido problemas para consensuar protocolos de actuación conjuntos”, dice Otero.
Reclama que el médico de primaria sea dueño de su agenda. “Es la diferencia entre ser un trabajador por cuenta ajena y ser un profesional”. Y considera pertinente centralizar competencias que tienen que ver con lo puramente clínico y asistencial, impulsar la coordinación por parte del ministerio, además de lograr un pacto de Estado fuera de la guerra política.