josé a. rodríguez Barcelona | viernes, 26 de junio de 2015 h |

Aficionado al mar, pionero de la cirugía robótica aplicada a la urología en España y eterno lector de las siete partes de En busca del tiempo perdido. Además, también salta al ruedo de las aulas e imparte clases de urología en el Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Barcelona.

Pregunta. Te gustan los retos a largo plazo, como estudiar medicina, aprender a navegar y acabar la inmortal obra de Marcel Proust… ¿Y por qué te decidiste por la urología?

Respuesta. Pues, como muchas decisiones o caminos que uno toma en la vida, las raíces están en la infancia. Mi madre sufría diversas patologías urológicas, así que por eso empecé a indagar en la especialidad. Además, la urología presenta numerosos atractivos, ya que bebe de las fuentes de la cirugía digestiva, la cirugía plástica, la alta tecnología…

P. Hablando de alta tecnología, fuiste de los primeros en aplicar la cirugía robótica Da Vinci en urología en España. ¿Qué ventajas tiene el uso de alta tecnología como ésta?

R. Presenta ventajas en cuanto al sangrado, se requieren menos analgésicos postoperatorios, ofrece mejor visión para el cirujano, ya que es en tres dimensiones y está aumentada doce veces. Además tenemos más capacidad de maniobra que con la laparoscopia. Y esta última exige una curva de aprendizaje más larga, mientras que con el robot los procedimientos son más fáciles de realizar.

P. ¿Vive la urología una época dorada gracias a las innovaciones tecnológicas que se están produciendo?

R. Creo que en los últimos diez años se han producido indudables avances para los pacientes. Contamos con la cirugía robótica, pero también con sistemas de energía para la ablación de tumores, por ejemplo.

P. Hablando de medicina en general, tanta tecnología, a pesar de sus indudables ventajas, ¿eleva el riesgo de que se produzca una deshumanización en el trato con el paciente?

R. La verdad es que es una de mis preocupaciones personales. Por eso intento transmitir a mis alumnos y a los residentes que existe ese riesgo. Los médicos tenemos que volver a las raíces humanistas y no olvidarnos de cultivar un espacio de reflexión para seguir sirviendo a los pacientes y la sociedad de la mejor manera posible.

P. ¿Ese espacio de reflexión lo encuentras en el mar?

R. Sí, solo la visión del mar ya me aporta tranquilidad. Si pasa tiempo sin que esté en contacto con el mar, siento que me falta algo. Es un espacio de reflexión y tranquilidad. Antes navegaba a vela, pero ahora me he pasado al motor.

P. ¿Y donde manda patrón no manda marinero?

R. Bueno, en los hospitales hay estructuras jerárquicas, claro, y que funcionen bien dependen de la voluntad de las personas. Pero si queremos seguir dando buenos resultados, tenemos que apostar por las estructuras horizontales.

P. ¿Y se pasan más nervios cuando el mar está movido o cuando hay que dar clases ante cien alumnos?

R. No, con los alumnos la relación es muy buena, ya que hoy en día el acceso a la facultad es tan difícil que la criba hace que solo lleguen los alumnos que son muy buenos. Así que dar clases es un privilegio. En cuanto al mar, aunque a veces te puedes encontrar con alguna situación comprometida, ahora solo salgo si las previsiones del tiempo son buenas.

P. Los jóvenes que inician hoy en día la singladura para convertirse en médicos, ¿lo tienen más difícil que en tus años de estudiante de medicina?

R. Podría parecer que es más complicado en la actualidad, pero, si miro atrás, hace treinta años tampoco era fácil. Es una profesión que exige muchas horas de estudio, en el hospital, en la sala de operaciones… Todo ello hace que sea una formación larga. Lo que sí que creo es que el prestigio social de los médicos está cayendo. Quizás en parte por culpa nuestra, pero también por culpa de los dirigentes políticos.

P. ¿Qué debería aprender la sanidad española de la de otros países?

R. Tenemos una parte muy buena, que es la calidad de los profesionales. Aunque sería interesante que los gestores consideren que la figura del médico es imprescindible y que debería estar más prestigiada.

P. Otra de tus pasiones es la lectura… ¿Qué capítulo de tu vida reescribirías?

R. Pues, aunque he viajado y realizado estancias en hospitales de varios países, echo de menos no haber realizado una estancia larga en el extranjero, de unos dos años, por ejemplo.

Un libro que no has logrado acabar. El Ulises de Joyce.

Un viaje pendiente. Egipto.

Un mar por navegar. Los mares del Sur.

Un viaje inolvidable. Nueva York.