| viernes, 23 de abril de 2010 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

La Sanidad madrileña está de moda y, desde luego, se ha convertido en el espejo hacia el que miran todos los servicios de salud autonómicos. Tal afirmación no es fruto de ningún sesgo político ni de amiguismos mal entendidos e interesados. El termómetro que la corrobora está en los datos de la elección de las cien mejores notas en el último examen MIR, correspondientes a la convocatoria 2009/2010. Las estadísticas recabadas por el Ministerio de Sanidad y Política Social no pueden ser más elocuentes. De los diez titulados con mayor puntuación en la prueba, seis han escogido de forma voluntaria algún hospital madrileño para especializarse. Se trata de los facultativos que han quedado entre los puestos segundo y el séptimo, ambos inclusive, de este selecto ranking. Frente a ellos, sólo uno —el primero— ha optado por un hospital vasco, el de Cruces, y otros tres se han decantado por centros sanitarios ubicados en ciudades como Granada, Ciudad Real y Barcelona.

Particularmente llamativos son, también, los datos correspondientes a Cataluña, antaño comunidad de vanguardia en el siempre parsimonioso y precavido Sistema Nacional de Salud, y hoy de capa caída por culpa de la inmersión lingüística, las deficiencias gestoras y la escasa financiación. Si 40 de los 100 mejores MIR españoles han optado este año por Madrid, sólo 19 se decantan por algún hospital público catalán para completar su especialidad. Dichas cifras confirman la tendencia despuntada ya el pasado año, durante la convocatoria MIR 2008/2009. En total, 47 prefirieron el pasado año formarse en un hospital madrileño frente a los 17 que apostaron por Cataluña como comunidad autónoma en la que especializarse. Una diferencia abismal que ha terminado consolidándose, y que se explica por la pujanza de los centros de referencia madrileños frente al anquilosamiento gestor en Cataluña. Al margen de polémicas estériles en torno a fórmulas de gestión innovadoras para tiempos de crisis y de déficits presupuestarios como los actuales, lo cierto es que Madrid se está convirtiendo en la comunidad de la biomedicina en España y, posiblemente, también de Europa: pocos territorios hay en la UE que cuenten, como ella, con siete facultades de Medicina, numerosos hospitales vinculados a las mismas y ocho de ellos que dispongan de todas las especialidades médicas existentes. A eso hay que añadir la afluencia a paso lento pero constante, de la industria biomédica y del capital privado. Se trata, en definitiva, de un feudo más que seductor para aglutinar la investigación clínica y básica, y la mejor asistencia, que no está pasando desapercibido por los futuros ‘genios’ de la medicina española, como tampoco para la masa crítica ya existente y para los inversores.

De la evaluación que ha realizado el Ministerio de Sanidad acerca de las últimas notas MIR se desprende también el atractivo que revisten los hospitales madrileños para los recién licenciados. El Gregorio Marañón y el 12 de Octubre están ya a la par del Hospital Vall d´Hebron, al resultar elegidos, cada uno, por diez titulados. A renglón seguido vienen en cuanto a preferencias La Paz, el Ramón y Cajal y el Clínico, figurando también en esta prestigiosa lista, todo sea dicho, el Hospital La Fe de Valencia. El año pasado, los centros madrileños también coparon la elección de los futuros residentes, especialmente La Paz, el Ramón y Cajal, el Clínico y el propio Gregorio Marañón.

Se trata, un año más, de datos elocuentes de la pujanza y el atractivo que ofrecen para los médicos más jóvenes los servicios autonómicos de salud. Posiblemente, indican también qué comunidades son más boyantes en materia médica, y desmontan por sí mismos gran parte de la propaganda alejada del rigor que impera en estos tiempos.