CONGRESO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CARDIOLOGÍA 2009/
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Cecilia Ossorio
Barcelona
El cambio de paradigma en la prevención tromboembólica de la fibrilación auricular (FA) está llegando en la actualidad de la mano de los inhibidores del factor XA y del IIa (de la trombina). Así lo comentó el cardiólogo Valentín Fuster, director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai Medical Center de Nueva York (Estados Unidos), durante la sesión de debate sobre novedades más relevantes, organizada por Boehringer Ingelheim, que protagonizó el Congreso de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) 2009.
Fuster destacó como uno de los más importantes de los últimos cinco años el estudio RE-LY con el inhibidor de la trombina directo dabigatrán en pacientes con fibrilación auricular, recientemente presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ver GM nº 300). “Me siento muy orgulloso porque mi grupo fue el primero que empezó a estudiar los inhibidores de la trombina hace 18 años, y lo que entonces pensamos que era el futuro ya está demostrando efectividad”, afirmó. Si bien el primer paso se ha dado en fibrilación auricular, el experto no duda de que esta terapia avanzará en otras entidades.
Como subrayó, el anticoagulante cumarínico warfarina queda superado por dabigatrán desde el punto de vista de los objetivos primarios del estudio (accidente cerebrovascular y embolia sistémica), reduciendo la hemorragia y evitando la monitorización.
Faltan más estudios
Un punto importante que Carlos Macaya, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, sacó a colación en el debate fue cómo optimizar el tratamiento anticoagulante actual con los fármacos clásicos mientras dabigatrán llega a la práctica clínica, así como la cuestión de coste-beneficio. Tanto Fuster como José Luis López-Sendón, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital La Paz de Madrid, coincidieron en que el coste de la nueva terapia constituirá un problema, pues aunque se tengan en cuenta los costes directos e indirectos que ahorrará, “estamos hablando de millones de enfermos candidatos a anticoagulantes orales”, matizó López-Sendón. A su juicio, en España no se puede mejorar más la situación de los pacientes con los anticumarínicos, pues ya está optimizada con la organización de consultas específicas para el control de la anticoagulación.
Por su parte, Fuster explicó que harán falta más ensayos para saber qué dosis de dabigatrán será más adecuada: “Esto es interesante porque la FDA está pidiendo otro estudio, la agencia reguladora americana aprueban un fármaco en el momento en que hay dos estudios, no uno”.