carmen m. lópez Alicante | viernes, 13 de marzo de 2015 h |

El abordaje de la cronicidad debe ser una cuestión de Estado que tenga unas normas, una financiación, recursos y provisión de servicios. Algo que, a juicio del secretario de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa), Mariano Guerrero, aún está en pleno desarrollo, aunque su implantación entre comunidades autónomas está siendo desigual. Para rediseñar el sistema sanitario, la continuidad asistencial, la promoción de la salud y la prevención primaria tienen que ser los ejes del cambio. En este nuevo marco, las TICs juegan un papel esencial no sólo como soporte del cambio organizativo sino en la gestión y en la formación de los paciente. Así parte el Informe ‘Soluciones para la gestión de la Cronicidad’, coordinado por Sedisa que se presentó durante el 19 Congreso Nacional de Hospitales y Gestión Sanitaria. Un informe que es ejemplo de la coordinación de los agentes implicados en el nuevo marco asistencial: gestores, enfermeros, profesionales, pacientes y administración.

La subdirectora General de Calidad y Cohesión del ministerio de Sanidad, Paloma Casado, explicó la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad del SNS que el ministerio aprobó en 2012 como el instrumento que se está desarrollando para marcar este nuevo cambio. Sin embargo, “sin coordinación entre comunidades y ministerio no es posible cumplir los objetivos y recomendaciones para abordar la cronicidad”. Por este motivo, explicó que hay varias líneas de trabajo en marcha que se están implantando todavía y que inciden en la promoción y prevención de salud, en la formación de pacientes, en la evaluación de tecnología sanitaria, el abordaje del dolor o las buenas prácticas, entre otros.

Desde el punto de vista de los cuidados, para el presidente de la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería (ANDE), Jesús Sanz, la integración de los niveles asistenciales, no sólo entre primaria y especializada, también con el sociosanitario, es primordial. “Vivimos un proceso asistencial fragmentado que está teniendo un impacto negativo”, lamentó Sanz. Precisamente, en este nuevo marco en el que el paciente es el responsable de su enfermedad y gestiona su autocuidado, la enfermería juega un papel fundamental, liderando la formación de los pacientes. Ejemplo de ello ha sido la creación “aunque en pocas comunidades autónomas” de nuevos roles profesionales como la enfermera de enlace, la gestora de casos, o la educadora de autocuidado. Sanz considera que es necesario hacer una apuesta decidida de esta reorientación mediante el rediseño de los procesos asistenciales que, eso sí, requerirán una renovación de recursos. Sin embargo, recalcó que actualmente el déficit de profesionales de enfermería está impidiendo que se potencie esta coordinación.

Las enfermedades renales

En esta línea, la insuficiencia renal crónica es una de las patologías que más puede beneficiarse de la intervención preventiva, con la implicación de los niveles asistenciales. Así lo explicó María Dolores del Pino, presidenta de la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.), que recalcó la necesidad de que el SNS considere esta patología como un área de trabajo específica dentro de la estrategia de crónicos. Sin embargo, incidió en que el manejo de estas patologías implica introducir indicadores de evaluación clínica y asistencial para intensificar las políticas desarrolladas y detectar áreas de mejora. Un ejemplo de ello lo llevó a cabo la sociedad cuando puso en marcha su Estrategia en Salud Renal. En este plan queda patente la importancia del abordaje multidisciplinar, con el objetivo de que los enfermos crónicos sean más autónomos. “A partir de este modelo asistencial es cuando se pueden desarrollar acciones como la implantación de la telemedicina, la creación de unidades de seguimiento, la educación de los pacientes para su autocontrol o la creación de puestos transversales para la gestión de crónicos”, apunta Del Pino.

En este punto, el presidente de la Alianza General de Pacientes (AGP), Alejandro Toledo, planteó que “es necesaria la estratificación de la población que permita identificar a las personas en riesgo de enfermar y predecir así las necesidades”. A su juicio, la falta de coordinación entre niveles está provocando variabilidad no justificada en asistencia, que no aporta valor en términos de mejora en los resultados de salud.

En este sentido, para Toledo, el punto de partida del cambio es fomentar el papel de las organizaciones de pacientes como aliados en la formación, integrar los servicios sociales, poner en marcha mecanismos de control para velar por la equidad, crear una cartera básica de servicios que incluya autonomía del paciente, acceso a una atención de calidad y libertad de elección entre varias opciones terapéuticas, y potenciar el papel de enfermería en la atención del paciente crónico.