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Gestionar la demanda de forma realista y ética, un eterno objetivo del gerente
Algunos modelos aún no se han “ganado” la confianza de los profesionales
Cecilia Ossorio
Barcelona
En Cataluña la atención primaria lleva años inmersa en un proceso de cambio, que tiende a alejarse de la visión de la Seguridad Social como una estructura “piramidal”. Así lo comentó Antoni Peris, director gerente del Casap de Castelldefels, durante la 7ª Jornada de Debate para Directivos de Equipos de Atención Primaria, organizada por la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (Camfic) y la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Cataluña (Aificc).
El Casap, un consorcio que podría equipararse a una entidad de base asociativa (EBA) pero con titularidad pública (ver GM nº 331), apuesta por el concepto clave de la subsidiareidad, potenciando el papel de cada profesional sanitario, con lo que consiguen un 80 por ciento de resolución autónoma. “Buscamos habilidades, hay que huir de la idea de que la primaria no funciona, y nuestro equipo no es multidisciplinar, sino interdisciplinar, de forma que existen objetivos y responsabilidad compartidos”, explicó Peris.
Josep Ramón Montes, director de Planificación y Coordinación Asistencial del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, hizo hincapié en el concepto de eficiencia del sistema sanitario, que no es una “distribución matemática”, sino “moral”. “Los incrementos en los presupuestos en salud no son proporcionales a la mejora de la salud población (…), pues hay determinantes sociales que parecen más decisivos”, matizó.
A su juicio, los problemas éticos aparecen cuando se cambia el orden de las cosas, cuando la racionalidad económica se convierte en la finalidad de una empresa sanitaria, y deja de ser sólo el medio para alcanzar una gestión equitativa de recursos.
En este sentido, Montes también subrayó que las instituciones sanitarias han de gestionar el pacto social en aras del máximo beneficio para el paciente: “Hay que incorporar al paciente en el motor del cambio, mediante la educación sanitaria sobre la ética del uso de los servicios públicos”. Así, hizo referencia a que en la actualidad “la felicidad y el confort se han convertido en una demanda sanitaria, que se traduce en medicalización”.
Celia García, directora de Enfermería de Atención Primaria del Consorcio Sanitario de Terrassa, habló sobre las consecuencias del cambio que ha supuesto convertirse en una organización sanitaria integrada. Así, la dirección de los equipos de AP ha quedado liberada de actividades no directivas, para poder realizar un mayor liderazgo asistencial, y se ha integrado en los diferentes comités de dirección del CST.
Resultados más lentos
Sin embargo, con una organización de la AP como un bloque que coordina y pacta con los diferentes ámbitos de la atención especializada, “los resultados son más lentos, ya que hay que mover a toda la organización”. Entre los problemas actuales, García considera que los profesionales aún deben creerse el modelo, que los flujos de información no son demasiado ágiles, por lo que para solucionar problemas se requieren muchas reuniones y que la autonomía real «no se ha conseguido”.
Por su parte, Lluís Gamell, adjunto a la Gerencia Territorial ICS Metropolitana Sur, trató sobre esta “herramienta de integración asistencial y de gestión de todos los recursos del territorio”. Con la descentralización se gana en motivación y en autonomía de decisión, pero también surgen desventajas, como la posible pérdida de economía de escala o la duplicidad de actividades. “Para amortiguarlas hay que contemplar la dimensión de las gerencias territoriales y de las competencias corporativas”, dio como receta Gamell.