¿Cuáles son tus piolets? Aplico el principio de “no quieras para otro ser humano lo que no querrías para ti mismo”.
Las virtudes de un buen expedicionario… La capacidad de convivir y la perseverancia.
¿Tu montaña favorita? El Muztagh Ara, tras coronarla con mi hijo y mi sobrino.
¿Con quién no harías una cordada? Con personas egoístas. Prefiero a grandes amigos que a grandes alpinistas.
¿A quién te gustaría ver sin arnés? A nadie. Todos somos víctimas de nuestras circunstancias.
Consejo de escalador para la vida diaria Moverse por ilusiones. Soñar es fundamental.
Los que le conocen le definen como un montañero que en sus ratos libres ejerce la medicina. Este intensivista del Hospital de La Fe se dedica de 8 a 15 horas a pensar en sus pacientes y cuando se va a casa “surgen los sueños”.
Pregunta. ¿Qué se siente cuando coronas una cima?
Respuesta. Cansancio y preocupación por el descenso. La sensación es de que has conseguido el objetivo por el que has estado luchando, pero cuanto más alta es la cima más peligrosa puede ser la bajada.
P. ¿Hay que tener la misma dosis de prudencia en la montaña que en la medicina?
R. Hay que ser prudente en todo. Pretender que algo se haga con seguridad absoluta, tanto en medicina como en montañismo, es ilusorio. La cuestión es qué porcentaje de probabilidad y riesgo estamos dispuestos a aceptar.
P. Lo imprescindible en tu mochila.
R. Llevo lo mismo para cualquier montaña hasta 7.000 metros: el saco de dormir, aunque no tenga previsto hacer noche, un surtido de ropa de abrigo, la cuerda y material de seguridad. Si estoy en alta montaña, piolet y crampones.
P. ¿Cuándo te embarcaste en esta ‘expedición’ de la medicina de montaña?
R. Decidí ser montañero a los once años. A los trece leí ‘Anapurna’ y quise formarme para ir al Himalaya, aunque no fui hasta los 26 años. En cuanto a mi vinculación con la medicina de montaña, me pidieron que participase como médico en la I expedición valenciana al Karakórum y fue al explicar mis experiencias cuando me di cuenta de que había todo un mundo muy productivo, muy rico y a partir de ahí cambió mi vida.
P. Después de varios libros de medicina de montaña, ¿irás a la novela?
R. No. Me gusta la literatura en cuanto al arte de escribir, de dejar por escrito los pensamientos humanos. Llevo dos años trabajando en mi próximo libro, ‘Montañas que nos hicieron soñar’, unas notas de viaje sobre las cordilleras de la tierra.
P. ¿Dónde crees que hay más riesgo, en el Everest o en un interterritorial?
R. El Everest es una montaña muy grande, que da mucho miedo. Me enfrenté a ella en 1991 y me jugué la vida cada uno de los 46 días para llegar a la cumbre. No se me ha ocurrido pensar cómo debe ser un Consejo Interterritorial porque no tengo el más mínimo interés. Es un mundo para el que yo no estaría preparado.
P. Cuando se ha estado tantas veces en las alturas, ¿cuesta mantener los pies en el suelo?
R.A veces se ve como un puro tema deportivo —aunque no hay nada de deportivo en mi forma de entender el montañismo— pero lo cierto es que permite conocer cómo viven y piensan los seres humanos en otros lugares del mundo y relativizar y darse cuenta de que muchas de las cosas q aquí nos preocupan son auténticas ridiculeces sin sentido.
P. ¿Alguna vez has sentido falta de oxígeno en la consulta?
R. La medicina es tan desafiante como subir una montaña. Tienes que preguntarte qué tiene tu paciente y qué podrías hacer para curarlo; aliviarlo si no puedes curarlo o cuanto menos consolarlo en su sufrimiento. A veces puedes hacerlo y a veces no, pero siempre hay que hacer el esfuerzo de plantearlo.
P. ¿Cuáles son los crampones de un intensivista?
R. Los intensivistas nos enfrentamos a la muerte. Yo diría que, aparte de los recursos técnicos que hacen falta, son el sentido común y la sensatez, que cada vez más se está más perdiendo en la medicina actual.
P. ¿Qué es más difícil hoy coronar el Cho Oyu o encontrar trabajo?
R.El Cho Oyu es uno de los 8.000 más fáciles pero las posibilidades de subirla son bajas. Yo tenía que respirar 8 veces entre paso y paso. En cuanto a las posibilidades de nuestros compañeros para encontrar plaza, yo soy optimista…