La antesala electoral hace que muchos gobiernos regionales se hayan decidido a sacar plazas pendientes y convocar concursos de traslados, una buena noticia a primera vista, pero con muchos matices en áreas especialmente sensibles como los cuidados paliativos. Desde la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal) y la Asociación Española de Enfermería en Cuidados Paliativos (Aecpal) la preocupación es clara. Y es que en la mayoría de los casos quienes acceden a estas plazas a través de diferentes mecanismos según la comunidad autónoma muchas veces carecen de formación específica y experiencia, reemplazando así a otros bien experimentados que realizan hasta la fecha estas funciones.
“La mayoría de estas plazas se sacan sin perfil profesional”, lamenta Álvaro Gándara, presidente de Secpal, que añade que el problema “no es de ahora”. A sus oídos llegan comentarios de colegas que aseguran, por ejemplo, que para cubrir un puesto de un médico de un ESAD, un recurso específico de atención paliativa domiciliaria, se ha designado un liberado sindical de 63 años sin experiencia clínica, por citar solo un caso.
Los ejemplos son muy numerosos. Las plazas de médico del ESAD de Burgos que acaban de salir no exigen experiencia ni formación. Lo mismo sucede con la plaza de enfermería de paliativos convocada en Cantabria, según denuncian desde ambas asociaciones, que aseguran que la misma historia ya ha sucedido en otras como Aragón o Castilla-La Mancha.
El pasado fin de semana, la actividad de los presidentes de ambas sociedades científicas fue incesante. Isidro García, presidente de Aecpal, asegura que no han parado de recibir mensajes y correos desoladores de profesionales que, en muchos casos, han sido pioneros en nuestro país, de quienes muchos han aprendido, y cuyo puesto de trabajo pende de un hilo.
“Ellos defienden sus puestos de trabajo, pero las sociedades científicas defendemos la calidad asistencial”, aclara.
Muchos profesionales formados y preparados tienen que dejar los recursos específicos porque en estos concursos la antigüedad prima más que otros valores, lamenta. “No digo que no valga, pero no debe ser prioritario. Se debe primar la formación y la experiencia y aprovechar aquello que cada uno sabe mejor hacer”, añade.
A diferencia de otros problemas, este tiene una solución accesible, en opinión de los portavoces de ambas sociedades científicas, que pasa por el impulso definitivo a la acreditación profesional. Por ello reclaman un sistema de validación a nivel central, para evitar diferencias entre comunidades autónomas, que haga posible que los profesionales puedan ser contratados en función de su perfil. Mientras tanto, consideran que es imprescindible que estos procesos se paralicen hasta que exista una solución.
La excepción de Extremadura
En cualquier caso hay excepciones, como Extremadura, donde sí existe un modelo de acreditación y asignación de plazas, según el responsable de enfermería. En otras regiones como Andalucía también hay un sistema de validación, que no implica que se pueda acceder a este tipo de plazas.
García explica que se barajan dos opciones: el área de capacitación específica, que no está contemplada en el texto del real decreto que regulará la formación troncal, y la posibilidad más cercana, los diplomas de acreditación avanzada, que es la respuesta que contempla el Partido Popular en la proposición no de ley que se discutirá próximamente en la Comisión de Sanidad del Senado.
En cualquier caso, la idea de estas sociedades científicas es que se trate de una herramienta transversal a todos los profesionales implicados en los cuidados paliativos: psicólogos, médicos, enfermeras, trabajadores sociales, etc.
Con ambas acreditaciones, subraya, se garantizaría que los profesionales que van a acceder a estos puestos reúnen formación y experiencia. De hecho, según el proyecto de real decreto que regula este tipo de diplomas quienes accedan a ellos deben tener una experiencia mínima de dos años en el área en el que se concedan.
Gándara coincide en que resultaría válida cualquier herramienta que sirva para garantizar que acceden a este tipo de puestos profesionales preparados específicamente para ello, con un perfil concreto.
En cualquier caso, —recuerda— los diplomas de acreditación están pendientes de su desarrollo, junto con la troncalidad. Ambos confían en que pueda ser una de las posibles soluciones al problema que baraja el ministerio de Sanidad. No en vano, el próximo 19 de mayo serán recibidos por el director general de Ordenación Profesional, Carlos Moreno.
“Confiemos en que esta herramienta nos sirva, primero para acreditarnos y segundo para que los servicios regionales se decidan a consolidar las plazas que ya están bajo un perfil, aunque es algo que tendrá que pasar por el Consejo Interterritorial”, afirma Gándara. “Hay buenas expectativas, al menos quieren retomar el contacto”, reconoce.
A la cola de la Unión Europea
La situación de estos profesionales en nuestro país no está precisamente entre las mejores de la Unión Europea. En países como Reino Unido, Irlanda y Polonia existe ya la especialidad, asegura el portavoz de Secpal. En el resto, la subespecialidad ya ha sido creada o al menos está en vías.
Por su parte, García insiste en la importancia de la experiencia y la formación para dar respuesta a las necesidades de estos pacientes especiales. “Hablamos de sufrimiento y dolor en el paciente y en su entorno. No olvidemos que estos pacientes están en su proceso final de vida”, recuerda.
Hasta la fecha, la formación avanzada llega vía máster. Los médicos que realizan su trabajo en esta área proceden de la medicina de familia, oncologías, geriatría, medicina interna, etc. El portavoz de enfermería destaca vacíos también en la formación de grado del colectivo. En muchas comunidades, por ejemplo, no se contempla la formación en paliativos. Para definir las necesidades, la asociación tiene un grupo de trabajo en competencias que define varios tipos de competencias profesionales en función del área en el que se preste servicio.
“Hay un nivel básico que deben reunir todos los profesionales de enfermería y servicios en los que debe haber un nivel intermedio mínimo—indica—. Quienes solo ven este tipo de pacientes deben tener formación avanzada”.
Además, la reactivación de la Estrategia Nacional de Cuidados Paliativos, paralizada desde hace dos años, según los portavoces, y sin evaluación posterior, también es una buena noticia. De hecho, la formación de los profesionales es uno de los puntos que contempla el plan nacional.
En este momento, explica Gándara, la sociedad científica prepara un nuevo directorio con un sistema de acreditación vía Secpal para saber qué equipos existen y qué se necesita. Según sus cálculos, hay cerca de 420 recursos, quizá menos, por las limitaciones presupuestarias de los últimos años, cuando se necesitarían del orden de 740 o 750 para dar una cobertura óptima, lo que plantea un déficit cercano a los 300 recursos.
Una dotación claramente insuficiente que, como es lógico, se ve agravada si, además, no está garantizada la formación y experiencia de los profesionales que realizan esta prestación.
La próxima Comisión de Sanidad y Servicios Sociales del Senado, sin fecha a la vista, tendrá en el orden del día el debate sobre la moción presentada por el Grupo Parlamentario Popular que recoge una batería de cinco medidas para mejorar los cuidados paliativos en nuestro país. Las dos últimas instan al gobierno a mejorar la formación y acreditación de los profesionales que trabajan en este área así como la formación de los cuidadores, además de potenciar la puesta en marcha de diplomas de acreditación avanzada para los profesionales vinculados a estas unidades. La propuesta popular también aboga por potenciar la implantación de unidades multidisciplinarias en todas las comunidades autónomas, buscar la equidad en el acceso a los tratamientos, facilitando la movilidad entre las regiones, e incentivar la hospitalización domiciliaria.