entrevista/ Adherencia a los tratamientos

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| viernes, 30 de noviembre de 2012 h |

La reunión anual de la Sociedad Española de Neurología (SEN), celebrada recientemente en Barcelona, fue el marco escogido por Merck Serono para organizar el simposio “Actualización en el tratamiento de primera línea en la Esclerosis Múltiple e importancia de la adherencia”.

La deficiente adherencia al tratamiento entre pacientes con enfermedades crónicas es uno de los temas que más preocupan hoy a los responsables de las políticas sanitarias nacionales e internacionales. Según la Organización Mundial de la Salud, el cumplimiento terapéutico en enfermedades crónicas está en torno al 50 por ciento, con el consiguiente riesgo que ello conlleva.

Esta cuestión, así como otros aspectos relacionados, fueron tratados bajo la moderación del doctor Xavier Montalbán, director de la Unidad de Neuroinmunología Clínica del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, que en una entrevista a GM, explicó los aspectos más relevantes del encuentro.

Pregunta. ¿Cuáles han sido las principales conclusiones del simposio?

Respuesta. Uno de los primeros aspectos destacados ha sido la reiteración de algo que ya se ha definido e identificado perfectamente hace tiempo, y es que el tratamiento con interferón beta 1a en pacientes que ya han padecido un primer episodio sugestivo de esclerosis múltiple, lo que llamamos síndrome neurológico agudo, actúa mucho mejor que en los pacientes que han estado tratados con placebo.

A continuación, y como secuela lógica de esto que acabo de mencionar, también hemos estado analizando los datos de eficacia y seguridad a largo plazo. Tenemos estudios con el mismo fármaco, el interferón beta 1a, que revelan que al cabo de quince años los pacientes que iniciaron un tratamiento con dosis altas de Rebif (interferon beta 1a), evolucionan mejor que los que inicialmente fueron tratados con el mismo medicamento a dosis bajas o bien, incluso, con placebo. Transcurrido este tiempo se ha seguido observando este resultado, lo cual refuerza la apreciación de que el tratamiento precoz es totalmente deseable, y se reitera el hecho de que hay que tratar con las dosis adecuadas, que en este caso se traduce en dosis altas de interferón beta 1a.

P. ¿Qué se ha comentado de los medicamentos de primera línea?

R. En un segundo apartado se ha abordado este tema y se ha reiterado que es fundamental algo que cada vez más se va a tener que ir diseminando y comunicando, y es que no todos los medicamentos que están de alguna forma etiquetados o dentro de un marco de fármacos de primera línea, resultan iguales. Hay tres interferones y por ejemplo son diferentes entre ellos por diferentes motivos, de eficacia, de tolerabilidad, etc. Por lo tanto, el paciente ha de tener la libertad de recibir el mejor fármaco posible para él, y el médico también ha de tener la libertad para prescribir el que crea mejor medicamento para el paciente, y así tener presente la realidad de que no todos los medicamentos de primera línea son equivalentes o son iguales.

P. En cuanto a la adherencia, ¿qué aspectos se han destacado?

R. Según la definición clásica de la Organización Mundial de la Salud, el mejor tratamiento posible es la adherencia al mismo. Es evidente que si a un paciente se le pone un tratamiento y no lo sigue, desde luego no va a funcionar. En cuanto a una patología como la esclerosis múltiple se ha establecido como línea de corte para que un interferón funcione, un 85 por ciento de inyecciones administradas, que sería el límite inferior.

P. ¿Por qué resulta crucial el control de los tratamientos en una enfermedad como la esclerosis múltiple?

R. Volviendo a la idea anterior, es lógico concluir que si se receta un fármaco pero el paciente no lo toma, las dosis de eficacia van a resultar muy pobres. De este modo, el concepto que hay que destacar es que los fármacos se han de tomar y el médico es responsable junto con su equipo de revisar, pero en cualquier enfermedad, la adherencia. En el caso de la esclerosis múltiple ésta resulta fundamental, sobre todo porque estamos refiriéndonos a opciones terapéuticas que se administran de modo ambulatorio. Cuando el fármaco es responsabilidad exclusiva del enfermo el control está en sus manos, no obstante si la dosis es ambulatoria ese control se torna en una cuestión vital.

P. ¿Qué implicaciones tiene una adherencia inadecuada? ¿Además de repercutir en el paciente puede originar un aumento de los ingresos hospitalarios e incluso de la asistencia a urgencias?

R. La falta de adherencia supone un peor control de la enfermedad dado que el fármaco se debe administrar de acuerdo a unas dosis estipuladas como válidas y que sabemos que funcionan. Si no se siguen esas pautas la enfermedad irá a peor y el paciente va a tener más brotes y eso seguramente implique que éste acuda con más frecuencia al hospital o a urgencias, y ser tratado, por ejemplo, con corticoides endovenosos. Este descontrol es, sin duda, una consecuencia indirecta, pero no lo hemos cuantificado durante el simposio. Podríamos decir que más bien resulta una deducción fruto de la intuición.

P. ¿La falta del cumplimiento terapéutico incide en el gasto sanitario?

R. Sí. Si el paciente no tiene ese control de la adherencia, el control sanitario de la enfermedad consecuentemente será peor.

P. ¿Cree que hay conciencia por parte de los clínicos de esta realidad o quizá lo que ocurre, en ocasiones, es que hay carencia de recursos para ejercer ese control?

R. El control de la adherencia puede ser complicado y depende de los recursos que se tengan. Si hay organizada una unidad de esclerosis múltiple, personal médico adecuado y enfermeras, el trabajo siempre será más fácil que si nos remitimos a un hospital más pequeño donde se tiene que atender no sólo a los enfermos de EM, sino a otros pacientes. Si hay control de la adherencia es seguro que la variabilidad está garantizada y como ocurre en el sistema sanitario, en general, la variabilidad es bastante importante. Cuanto más especializado sea el equipo para tratar la esclerosis múltiple muchísimo mejor, claro.

P. En vista de esta situación, ¿cuáles son las medidas más adecuadas para fomentar esa adherencia? ¿Qué papel juegan, por ejemplo, las nuevas tecnologías?

R. Las nuevas tecnologías son esenciales sobre todo en el abordaje de enfermedades como la EM. Este es el caso por ejemplo de Rebif que está asociado a un dispositivo electrónico para pacientes con esclerosis múltiple llamado Rebismart™. Este sistema permite medir a través de un pequeño ordenador qué ha hecho el paciente durante cierto tiempo, lo cual permite monitorizar perfectamente la adherencia al tratamiento.

P. Aparte de esta ventaja, ¿qué otros beneficios implica este dispositivo?

R. El uso de esta tecnología es absolutamente clave porque repercute en el paciente, ya que se muestra satisfecho. Además, para nosotros, los médicos, resulta especialmente ventajoso porque podemos controlar de forma mucho más precisa cómo se está administrando la medicación. Eso está claro, aparte del coste beneficio que tampoco hemos llegado a valorar en este encuentro, pero en principio un aparato como el Rebismart supone una tecnología que nos facilita la vida y nos permite un mayor control de la adherencia, en general, más eficaz.

Las dosis altas de Rebif son más eficaces en los pacientes que padecen EM

Rebismart es una herramienta eficaz que facilita un mayor control de la adherencia