Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’ Hace dos semanas comparé los sucesos que están ocurriendo en el Colegio de Médicos de Madrid con el argumento de una novela de Kafka, un cuento de Ionesco o las obras de teatro pánico de Arrabal. Me equivoqué. La equiparación más idónea sería con el esperpento de Valle-Inclán, porque sólo con esa palabra y con el término de “vergüenza” se pueden definir los diferentes episodios que, por entregas, nos están ofreciendo muchos de los actores que pululan por las instalaciones de Santa Isabel en busca exclusiva de su beneficio personal. Lo que lleva años pasando en el antaño glorioso Colegio madrileño es un escándalo y un oprobio para los pobres facultativos que ejercen en la capital y en toda España, y para los históricos moradores anteriores de esta institución. Su imagen se está viendo gravemente deteriorada por culpa de un elenco de personajes que han entrado en guerra civil con la meta de adueñarse de los despojos que va a dejarles Juliana Fariña, posiblemente la peor presidenta de una corporación profesional en la historia de España. Jamás un colegio de médicos había caído tan bajo y jamás se habían conocido tal cúmulo de irregularidades en medio de la impunidad más absoluta. Desde luego, la Fiscalía Anticorrupción, la Policía Nacional o la Guardia Civil deberían intervenir de inmediato para clarificar este bochorno, depurar responsabilidades y, si procede, emplumar a los chorizos, porque, no lo olvidemos, el Colegio es una corporación de Derecho Público, no un ente privado que puede hacer lo que quiera. ¿Qué ha pasado para justificar tales asertos? Nada que no hubiera sido denunciado ya antes en diferentes medios de comunicación generales y especializados, sólo que ahora todas las irregularidades están saliendo a la luz ante la desaparición forzada de la escena de Fariña. En el Colegio ha habido de todo, pero poco o nada bueno. Como punto de partida, baste decir que Cristina Martínez, la radióloga que ocupaba la secretaría general, fue obligada a abandonar la junta tras solicitar a todos los miembros de la misma una declaración jurada de bienes. ¡Qué vería esta especialista para efectuar tal petición, obviamente denegada! A partir de ahí, se puede contar de todo: en el Colegio ha habido una correduría que ha actuado como verdadera presidenta ante la complacencia de Fariña; si acuden al Registro Mercantil, verán también a vocales que han operado con la corporación a través de empresas participadas por ellos mismos; vocales absentistas y vocales con pasado muy turbio, como bien sabe alguna ONG; también ha habido una condena por agresión física; denuncias por irregularidades urbanísticas y de la seguridad; una purga estalinista de empleados para cazar a un topo que sigue dentro; chocolatadas destinadas a captar votos; programas incumplidos y hasta una fundación presidida por un médico destituido de la Gerencia del Hospital de Arganda, por la razones que bien sabe Juan José Güemes, entonces consejero madrileño de Sanidad. Muchos de los que trabajaban antes en la órbita de la correduría se han vuelto ahora en contra de ella y de Fariña. La pregunta que cabe hacerse es la de por qué han decidido ahora denunciar lo que sabían antes y callaban. ¿Qué les ha llevado a dar el paso? ¿Ignoraban acaso durante estos años que era la correduría la que verdaderamente manejaba los entresijos de la institución? Lo dicho, un escándalo mayúsculo como no se recuerda en la historia reciente de la Sanidad española. Y un insulto para los sufridos médicos que trabajan en los hospitales y los centros de salud. | viernes, 11 de noviembre de 2011 h |

Qué comunidad del centro de España ha dado ya instrucciones de no registrar más facturas hasta el año que viene?

Qué comunidad ha puesto a las multinacionales al final de la lista de acreedores, con el argumento de que, al ser más grandes, pueden aguantar mejor los impagos?

Debería intervenir la OMC ante el escándalo del Colegio de Médicos de Madrid, con el fin de salvar la imagen de la profesión y de las corporaciones profesionales?

Qué sociedad científica sigue desatando las iras de Farmaindustria por su tibieza en la prescripción por principio activo? ¿A qué compañías ha acudido recientemente esta sociedad para financiar sus proyectos?