BARTOLOMÉ BELTRÁN,
Jefe de los servicios
médicos de A3media
| viernes, 09 de enero de 2015 h |

Entramos en una etapa en la que los radiólogos podrán propiciar un beneficio incalculable para los pacientes

Hay que felicitar al presidente de la Seram, José Luis del Cura, y al conjunto de los radiólogos que forman su Junta Directiva por la extraordinaria determinación de elaborar el documento Recomendaciones de no hacer. El informe elaborado por 25 radiólogos de la Seram con al menos 15 años de experiencia considera que “antes de solicitar una prueba diagnóstica se deben contestar una serie de preguntas básicas, tales como si la prueba va a modificar el manejo del paciente en el contexto clínico, si es necesaria en el momento actual o se puede o debe demorar, y si la prueba que se solicita es la menos lesiva para el paciente y la que aporta más información”.

Así pues como se trata de que este asunto lo conozcan los radiólogos, los médicos prescriptores y los pacientes, vamos a empezar por nosotros mismos. Porque resulta esencial que podamos ayudar a la sostenibilidad desde el conocimiento y no perdernos en el mar de los Sargazos a base de enredarnos con pruebas innecesarias que por lo visto una tercera parte no aportan información relevante y pueden evitarse.

Entre otras recomendaciones, se pide que no se realicen radiografías de tórax preoperatorias de forma rutinaria. Se trata de una prueba complementaria que no debería hacerse de forma sistemática a todos los pacientes que van a ser intervenidos quirúrgicamente, sino que debería limitarse a determinadas cirugías como la cardiopulmonar y los trasplantes, a los casos en los que se sospecha la presencia de un tumor maligno, y cuando existe la posibilidad de un ingreso en la UCI del paciente. Fuera de estos casos, subrayan los especialistas, se trata de una prueba “que irradia de forma innecesaria a los pacientes y no aporta información relevante al anestesista”.

Los radiólogos también consideran que no deben realizarse mamografías de cribado a las mujeres menores de 40 años que no tengan factores de riesgo. “Este tipo de pruebas en pacientes menores de 40 años sin factores de riesgo tienen un bajo rendimiento diagnóstico y un elevado coste económico y social, además de la posible yatrogenia asociada, es decir, que en ocasiones pueden generar reacciones adversas más graves que la patología que se pretende controlar”, destaca el Dr. Javier Rodríguez-Recio.

Por otra parte, en pacientes pediátricos se considera que en muchos casos puede sustituirse la tomografía computarizada (TC) por la ecografía —que no emite radiación— como prueba de estudio de la apendicitis. Aunque “la TC es la técnica con mayor rendimiento diagnóstico en el estudio de apendicitis aguda, la ecografía puede tener un rendimiento similar con una sensibilidad y especificidad de hasta el 94 por ciento”, señalan los radiólogos, quienes recuerdan que “el uso de la ecografía como técnica inicial diagnóstica, con realización de TC en los casos no concluyentes se considera una estrategia adecuada en relación coste-rendimiento y disminuye la radiación general sobre los niños”.

En definitiva, entramos en una nueva etapa en la que 6.500 radiólogos de toda España van a tener la posibilidad junto con los especialistas prescriptores de propiciar un beneficio incalculable para los pacientes. No me refiero a los aspectos emocionales y a la pérdida de tiempo o las inquietudes varias que genera el trasiego de pruebas diagnósticas innecesarias, sino también al enorme calado para la eficiencia y sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.

El valor de una sociedad científica está precisamente en su “Autoritas” del conocimiento que representa a través de su Junta Directiva y hoy, aquí y ahora hay que sacarse el sombrero y felicitar a los radiólogos. Seguro.