BARTOLOMÉ BELTRÁN,
Jefe de los servicios
médicos de A3media
| viernes, 17 de enero de 2014 h |

Siempre me ha interesado el trepidante desarrollo de la cirugía. Desde que hubo hombre siempre ha sido necesaria. Los anatomistas como Vesalio dieron las claves del acceso y el cirujano francés Ambroise Paré atribuyó cinco funciones a esta especialidad. Eliminar lo superfluo, restaurar lo que se ha dislocado, separar lo que se ha unido, reunir lo que se ha dividido y reparar los defectos de la naturaleza.

Y después de la Revolución Industrial los obstáculos fueron la hemorragia, el dolor y la infección. Luego llegaron, a partir del XIX, Abraham Colles, Sir Benjamin Brodie, Sir James Paget, William John Little y los creadores de la cirugía digestiva con Billroth, Payr, McBurney, Quenu y Mickulicz. Luego transitamos por la supresión del dolor operatorio con la Anestesia propiciada por William T. G. Morton aquel 16 de octubre de 1846 en el Massachusets General Hospital y por supuesto con Sir James Young Simpson. Después Gracias al descubrimiento en 1901 de los grupos sanguíneos (y del factor Rh en 1941) por Karl Landsteiner pudimos asistir a la eclosión de la Cirugía de las cavidades. Y no quiero pasar por alto como Louis Pasteur contribuyó con el método antiséptico desde 1878 y como Joseph Lister tomó sus ideas e impulsó la costumbre de utilizar soluciones de fenol para lavarse las manos y el instrumental antes de las operaciones. Son etapas fundamentales para llegar a la situación actual. Aprendimos entre las dos Guerras Mundiales (1914-1945) la cirugía funcional o fisiológica con Carrel y Leriche. Asimilamos la nutrición parenteral con F. Daniels Moore y nos adentramos en la profilaxis antibiótica en 1977 y los trasplantes de órganos (1954). Cuando me entusiasmaba con mi querida especialidad de Ginecología, Phillipe Mouret convulsionó al mundo con la cirugía por vía laparoscópica (1987).

Y, en fin llegamos a los rasgos de la cirugía actual basados en el desarrollo técnico extraordinario, el experto anestesista-reanimador, la disminución del riesgo quirúrgico, la especialización y el auge del trabajo en equipo. Finalmente a principios del siglo XXI nos volvimos algo “autómatas” y muy resolutivos con la cirugía por vía robótica con “Robot da Vinci”. En este contexto hace falta que alguien ponga en los grandes grupos hospitalarios una dirección, un camino, un faro, un trayecto a seguir cargado de protocolos y basado como hizo la Asociación Española de Cirujanos con los criterios sobre Áreas de Capacitación Específica. Este es el caso de la cirugía colorrectal, la hepatobiliopancreática, la esofagogástrica y la cirugía endocrina-mama. Esto es lo que precisamente quiere implantar el nuevo Jefe de Cirugía de la Fundación Jiménez Díaz. La dirección de un proyecto de cirugía avanzada basado en la especialización, la asistencia, la docencia y la investigación. IDC Salud pone a uno de los cirujanos españoles, con una edad competitiva, el conocimiento más preciso y la formación más excelente al servicio de todo su grupo hospitalario para coordinar y dirigir la implantación quirúrgica más deseada. El doctor García Olmo ha realizado personalmente más de 6.000 intervenciones quirúrgicas en los más diversos campos de la cirugía general y atesora una formación matizada en el Hospital John Radcliffe en Oxford y St. Mark’s de Londres, así como en el Massachussets General Hospital de Boston. Pero lo más importante es que inicia en un grupo hospitalario de referencia, su desde hoy IDC Salud, una posibilidad de coordinar la cirugía en todas sus dimensiones con la autoridad moral que le da su conocimiento. Ahora, eso sí, deja el Hospital La Paz pero seguirá en Madrid. Seguro.