XLVI CONGRESO NACIONAL DE LA SEMICYUC

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La clave de una buena asistencia en caso de desastre es trabajar igual que a diario

El protocolo de La Fe para el uso de ECMO logra una supervivencia del 71,4%

| 2011-06-17T16:10:00+02:00 h |

E. Sainz Corada

Enviada especial a Bilbao

Los atentados perpetrados el 11-S en Nueva York y el 11-M en Madrid han servido para poner de manifiesto las deficiencias de los servicios médicos y solucionarlos. Así lo expresó Robert S. Hoffman, responsable de atención a las víctimas en el hospital Bellevue de Nueva York, quien señaló como principal problema ese día la incomunicación y la falta de un sistema jerarquizado de actuación entre los distintos estamentos.

Problemas de comunicación

Otra de las lecciones importantes para Hoffman fue el aprender que “todos los desastres son eventos locales” y por tanto la respuesta debe ser igualmente local, porque “si dependes de recursos de fuera de la comunidad cuanto peor sea el desastre, menores probabilidades tienes de recibir ayuda”. De ahí que la conclusión, compartida con José Eugenio Guerrero, jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, es que cada centro se organice de forma lo más parecida posible a como lo hace normalmente.

Una vez detectados y solucionados estos problemas, la respuesta de los expertos en Medicina Intensiva, reunidos durante el congreso nacional de la especialidad, a la pregunta de si estamos preparados para el trauma con múltiples víctimas, fue clara: si.

La liberación de camas y la suspensión de cirugías electivas, la ampliación espacios para los críticos y el aprovisionamiento de material junto con la elaboración de un plan de actuación y, especialmente, su puesta en práctica mediante simulacros, fueron algunos de los puntos claves destacados por ambos expertos como resumen a las principales lecciones extraídas de ambos atentados.

Las terapias de soporte cardiorespiratorias no convencionales también tuvieron su tiempo en el congreso. Concretamente la oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO) en hipoxemia refractaria, sobre la que habló Maria Paz Fuset, del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital La Fe de Valencia, donde con motivo de la pandemia de Gripe A de hace unos años, se realizó un protocolo para su uso.

Aunque reciente y no generalizada, diferentes estudios han confirmado que “la asistencia precoz con ECMO es segura y factible”, aseguró la experta, pero con unas premisas claras: “Ni es una terapia a la desesperada, ni se puede aplicar a todos los pacientes, ni en todos los centros”, subraya. “Los criterios de indicación son muy estrictos, el momento idóneo es lo más precoz, entre cinco siete días del inicio de la ventilación mecánica”, continúa porque, puntualiza, no es una técnica de inicio.

Según este protocolo, su uso estaría recomendado en pacientes que la dolencia sea potencialmente reversible; en espera de trasplante pulmonar; o con fallo primario de injerto. Y contraindicado cuando hay fallos multiorgánico, neurológicos, neoplasia no controlada, lleve más siete días de ventilación mecánica invasiva o tenga más de 60 años.

La experiencia de La Fe

La experiencia de La Fe hasta ahora abarca un total de siete pacientes con unas estadísticas de 20 días de media en ECMO, cinco casos destetados (el 71’45 por ciento), una estancia en la UCI de 35 días y una supervivencia en la serie del 71,45 por ciento. “Dimos el alta hospitalaria a cuatro pacientes, una sigue todavía ingresada y en dos no hubo desconexión por presentar una situación más grave y tenían días de retraso en el ingreso”, apunta Fuset. “La mortalidad sigue siendo elevada, del 35-40 por ciento, pero hemos conseguido bajarla del 40-45 por ciento que había antes”.

Respecto a en qué centros debe usarse, es contundente: aquellos especializados en los que haya implantados protocolos. Además el coste del material fungible es aceptable, 192 euros por día.