Aunque aún quedan muchas preguntas por responder, lo cierto es que las células CART están ya dando sus primeros pasos para posicionarse como una alternativa más dentro del arsenal terapéutico frente a determinados tumores hematológicos.
Como explica José María Ribera, jefe del Servicio de Hematología Clínica del ICO-Hospital Universitario Germans Trias, esta terapia celular se basa en la producción de linfocitos T genéticamente modificados para que reconozcan antígenos de superficie de células tumorales y las destruyan.
El proceso pasa por diferentes pasos: primero se extraen los linfocitos T, a continuación se hace una inserción de un virus que contiene un gen que hará que estos linfocitos expresen en su superficie las moléculas que les hagan capaces de reconocer determinados antígenos tumorales, luego se expanden estos linfocitos y una vez expandidos se infunden por vía intravenosa al paciente. “Estos linfocitos no sólo destruyen las células tumorales que reconocen específicamente, sino que mientras que destruyen se activan y proliferan”, señala Ribera al tiempo que especifica la importancia de que se genere un número suficiente de estas células, los denominados linfocitos T CAR, y que a la vez tengan una capacidad de activarse y “recargarse” una vez están dentro del cuerpo para tener capacidad de destruir el máximo número posible de células tumorales. “Por tanto no sólo importa el número de linfocitos T CAR infundidos sino también su calidad”, aclara el especialista.
Se dispone de resultados de ensayos clínicos en tres grupos de enfermedades: leucemia aguda linfoblástica (LLA), linfomas no hodgkinianos y leucemia linfática crónica (LLC). Así, en EE.UU. hay varios estudios fase II en LLA y más de 200 pacientes que ya han recibido linfocitos T CAR y también hay resultados de ensayos clínicos en LLC y linfomas no hodgkinianos. En estas tres enfermedades se utiliza como diana de célula tumoral el antígeno CD19, pero se podrían diseñar linfocitos T CAR para otros antígenos, incluyendo aquellos que se expresan en tumores sólidos. De hecho, ya se cuenta con linfocitos T CAR activos frente al antígeno CD 22 y contra el CD123. La investigación está también avanzando en leucemia mieloide aguda, mieloma múltiple y linfoma de Hodgkin.
“En los tratamiento con linfocitos T CAR se ha observado una alta tase de respuestas, en concreto superiores al 80 por ciento en pacientes con LLA que ya ha sido resistente a otros tratamientos”, puntualiza Ribera al tiempo que incide en que uno de los problemas de los linfocitos T CAR es que pueden agotarse, y si se agotan y no se ha frenado la enfermedad el paciente vuelve a recaer. Por esta razón, en muchos ensayos clínicos esta terapia se utiliza como un puente al trasplante de progenitores hematopoyéticos, es decir, una vez que se logra poner la enfermedad en remisión, se efectúa el trasplante para consolidar la respuesta. No obstante, las investigaciones indican que en pacientes con una larga remisión de la LLA y que no se han trasplantado se ha constatado que los linfocitos T CAR persisten, no siempre se agotan. “Hay casos en remisión de la LLA de hasta dos años en los que siguen detectándose linfocitos T CAR viables y, por el contrario, en los pacientes que recaen tras el tratamiento con linfocitos T CAR es frecuente que no se detecten estos linfocitos”, acota.
Con todo, aún quedan cuestiones por resolver al respecto. Para Ribera lo primero es escoger bien el antígeno tumoral frente al que diseñar los linfocitos T CAR y después incluir a los pacientes en ensayos clínicos. En España ya hay dos hospitales, el Clínico de Barcelona y el de San Pau que están diseñando CARTs en fase preclínica. “La inmunoterapia celular con linfocitos T CAR es un arma más, que se suma al arsenal terapéutico para tratar el cáncer, está naciendo y aún hemos de aprender mucho, tanto en su diseño como en el tratamiento de las complicaciones asociadas a su empleo”, concluye.