Gastroenterología/ Primer Congreso Mundial “Gut Microbiota for Health”

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E. Sainz Corada Madrid | viernes, 06 de abril de 2012 h |

El éxito logrado en el estudio MetaHIT, que investigó en profundidad el microbioma y gracias al cual se descubrió que la población se clasifica en tres grandes grupos según su flora intestinal, no ha hecho más que poner de relieve la importancia creciente del estudio de la microbiota y sus posibles —y cada vez más reales— aplicaciones médicas.

Tanto es así que este año ha tenido lugar el primer congreso mundial “Microbiota intestinal y salud”, celebrado en Évian (Francia), organizado por la Sociedad Europea de Neurogastroenterología y Motilidad.

Y en él se han presentado los nuevos avances logrados por el consorcio europeo que lo promueve como identificar el impacto que tienen las bacterias en algunas enfermedades “pero solo desde un punto descriptivo”, explica Francisco Guarner, del Grupo de Fisiología y Fisiopatología Digestiva del Instituto de Investigación del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y responsable del proyecto en España.

“Lo que se ha visto es que en las personas que tienen colitis ulcerosa (CU) hay una deficiencia en el ecosistema en el sentido que es menos completo y, por tanto, es más variable y facilita episodios de inflamación”, continúa el experto.

También se ha relacionado microbiota y obesidad y, aunque ya había algunos datos previos que lo asimilaban con algunas bacterias con mucha capacidad de extraer energía de la comida, lo que MetaHIT ha visto es que se distinguen dos grupos: uno en el que la obesidad se asocia al síndrome metabólico (y por tanto a diabetes tipo 2) y en el que hay también un ecosistema diferente, y otro en el que no. “En este subtipo de obesidad se puede ver que el ecosistema intestinal es deficiente (aunque no tanto como en la CU) y por tanto tiene un cierto grado de inflamación intestinal, que se ha medido en este caso por la proteína C reactiva de alta sensibilidad. Son personas que tienen un mínimo nivel de inflamación, resistencia a la insulina y que en el seguimiento responden peor a la reducción de calorías en la dieta. Por eso, aunque coman menos y hagan una dieta hipocalórica, como hay una inflamación de bajo grado en el intestino mantienen un estado de adquirir mucha energía y responden menos que los obesos que no tienen este trastorno”, continúa Guarner, que también es miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos.

“Esto abre la posibilidad de que, mejorando el ecosistema intestinal se pudiera corregir este defecto”. De hecho, este es el camino seguido por un estudio reciente fuera de MetaHIT, que ha empezado ya a ver si infundiendo algún tipo de bacterias se podría reducir la inflamación.

3.000 especies nuevas

También se habló de las aportaciones del segundo gran proyecto internacional en el área, el Human Microbiome Project, financiado por el Instituto Nacional de la Salud de EEUU, que empezó en mayo de 2008 y está a punto de finalizar (lo hará en 2012).

Así el director del Texas Children’s Microbiome Center, James Versalovic, dio una visión global del trabajo, que ha estudiado las comunidades microbianas en distintas partes del cuerpo (boca, intestino, piel, vagina) y que refleja cómo estas comunidades son distintas en cada una de ellas, así como que hay una cierta variabilidad en el mismo individuo. Pero su aportación más importante es que han ampliado el número de especies bacterianas de las que se tiene la secuencia de su genoma completo, un total de 3.000, lo que aumenta la base de datos de referencias.