INVESTIGACIÓN/ El reto ahora es estimular la segregación de estas moléculas

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Altos niveles de esta molécula ralentizan la progresión de la enfermedad

Son un “arma” del 5% de los seropositivos que no requiere terapia antirretroviral

| 2010-02-26T16:38:00+01:00 h |

Cecilia Ossorio

Barcelona

¿Se puede conseguir que la mayoría de los pacientes infectados por VIH-1 se conviertan en “controladores de élite”? Actualmente estos afortunados, también llamados ‘no progresores a largo término’, sólo constituyen un 5 por ciento del total de los pacientes seropositivos, y reciben este nombre porque son capaces de controlar de manera natural la infección sin recibir terapia antirretroviral.

La pregunta inicial es hoy sólo un reto que va adquiriendo más viabilidad, según los resultados de una investigación realizada por un equipo del Hospital Clínic-Idibaps, en el marco del Hivacat (Centro Catalán de Investigación y Desarrollo de Vacunas para el Sida), publicado en PLoS One. “Las alfa-defensinas 1-3 secretadas por las células dendríticas juegan un papel clave en el control de la infección”, afirmó Josep Mª Gatell, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del centro e investigador sénior del estudio.

Diez veces más

Por primera vez han demostrado que las células dendríticas de los “controladores de élite” producen niveles elevados de estas moléculas pequeñas también conocidas como péptidos de neutrófilos humanos, que están asociados a una progresión más lenta de la enfermedad. En concreto, estos pacientes tienen una capacidad constitutiva de alfa defensina entre cinco y diez veces por encima de los que no controlan o de los sanos no infectados. “Se trata de un cálculo relativo, pues lo que detectamos es un ambiente artificial grande in vitro, subrayó Teresa Gallart, otra investigadora sénior del trabajo, del Servicio de Inmunología del Clínic.

Como explicó Gatell, las células dendríticas son las principales presentadoras de antígeno, que captan el virus del VIH y lo transporta a los ganglios linfáticos, tras lo cual median la transmisión de los viriones del VIH-1 a las células T CD4. Las alfa defensinas, por su parte, tienen capacidad de inhibir el VIH que infecta a las células dendríticas, ejercen un efecto inmunomodulador. En el estudio —cuya primera firmante es Marta Rodríguez-García, hoy investigadora posdoctoral en el Instituto Ragon del Hospital Gral. de Massachussets y de la Universidad de Harvard—, analizaron las células dendríticas inmaduras derivadas de monocitos, generadas in vitro, de controles sanos, no infectados e infectados por el VIH-1. Éstos últimos se agruparon en controladores de élite (carga viral inferior a 50 copias de ARN/ml), controladores virémicos (más de 50 y menos de 5.000 copias/ml sin terapia), no-controladores virémicos (más de 5.000 copias sin terapia) y pacientes con tratamiento antirretroviral.

Gatell puntualizó que, si bien el control del VIH no depende sólo de las alfa defensinas, el objetivo es ver cómo se puede estimular la producción de estas moléculas.