C. S. Madrid | viernes, 24 de junio de 2016 h |

Cirugías innovadoras en niños con cardiopatías congénitas, nuevas técnicas no invasivas para evitar operaciones a corazón abierto y nuevos corazones artificiales más duraderos son algunos de los últimos avances que se han producido en el área de la cardiología y que han sido el hilo conductor del XXIII Congreso de la Sociedad Española de Cirugía Torácica Cardiovascular (SECTCV).

“Ya no hay que hacer una estereotomía o una incisión concreta, abrir el tórax por completo al paciente, sino hacer pequeñas incisiones y a través de ahí hacer la cirugía de las válvulas del corazón o la cirugía de bypasses”, explicó Jacobo Silva, jefe del Servicio de Cirugía Cardiaca del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en relación con las nuevas técnicas menos invasivas.

En este sentido, también puso en valor los logros que se han conseguido, gracias a la implantación de válvulas a través de catéteres. No obstante, aprovechó el marco para recordar que es vital garantizar primero que “los resultados de estas técnicas son al menos tan buenos como la cirugía” y luego, matizó, “hay que tener en cuenta que, a largo plazo, no se conoce la durabilidad de estas nuevas prótesis, dado que se implantan desde hace siete u ocho años”.

Asimismo, hizo referencia a los nuevos modelos de gestión que consiguen reducir las listas de espera. ¿En qué consisten exactamente estos sistemas? “Se trata de cambiar un poco el concepto antiguo de la organización de las instituciones sanitarias, ya que el centro es el paciente, no los médicos”, afirmó, precisando que “desaparecen los servicios y se comparte un espacio en el que diferentes profesionales (cardiólogos especialistas en clínica, en cateterismo, imagen; cirujanos torácicos, etc.) tratamos al paciente”. Se refería así al Área de Corazón, del HUCA, la cual dirige desde su creación en 2015.

“Con este modelo, hemos conseguido reducir la lista de espera quirúrgica de una forma importante”, aseveró, explicando que en 2014, había 380 enfermos en lista de espera y ahora 70. “Antes había 110 personas que tenían una espera de más de seis meses y hoy en día ninguno espera más de tres”, puntualizó.

Una de las sesiones del encuentro se encargó íntegramente de este aspecto y en ella participaron médicos, cardiólogos y cirujanos del Hospital Clínico de Valencia, del Juan Canalejo (A Coruña) y del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona). “Poco a poco se va implementando, puesto que promueve un uso más eficiente de los recursos, lo que facilita la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS) y consigue que se reduzcan las estancias hospitalarias, debido a que el paciente no tiene que pasar de un servicio a otro tras la cirugía”, señaló el facultativo.

Cardiología infantil

Para Ángel Aroca, del Servicio de Cirugía Cardiovascular Infantil del Hospital Universitario La Paz (Madrid), si hay algo que deba quedar patente es “la drástica reducción en la mortalidad” que se ha logrado con las cirugías cardiacas infantiles. Actualmente, las cifras hablan de que la mortalidad se sitúa por debajo del cinco por ciento, lo que supone “un avance enorme”, gracias a técnicas de soporte vital avanzado, como la ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea). “Esta técnica permite supervivencias muy importantes en neonatos y pacientes de menos de 30 días de vida y ha permitido lograr unos resultados que eran prácticamente impensables hace cinco años”, agregó.

Respecto a la llegada de nuevos corazones artificiales, Aroca, señala que estos dispositivos, al reducir su tamaño, “probablemente, tendrán un papel en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca (IC) terminal en niños pequeños, limitada actualmente a los dispositivos de asistencia a medio plazo”. En este punto, Silva agregó que estos dispositivos ya están llegando a los hospitales españoles y, en unos años, auguró que se practicarán más implantes de dispositivos de asistencia ventricular mecánica de larga duración que trasplantes tradicionales.

En opinión de Aroca, respecto a las operaciones a corazón abierto, lo más novedoso son las técnicas híbridas (cirugías mixtas en las que parte del procedimiento es a corazón abierto y parte mediante catéteres percutáneos). “También la evolución de algunas técnicas quirúrgicas sobre todo del tratamiento de arco aórtico en neonatos y niños pequeños ha supuesto un avance muy importante de cara a los resultados de mortalidad”, precisó.

Sin embargo, recordó que la escasez de donaciones en niños es “preocupante” porque es “muy difícil” conseguir donantes en trasplante cardiaco en menores.

A la hora de destacar las asignaturas pendientes, el experto resaltó que se deberían centralizar los procedimientos más complejos en hospitales de referencia. “Los pacientes más complejos deberían referirse a los CSUR y esto todavía no ocurre necesariamente”, concluyó, añadiendo que la concentración de los casos más delicados en estos centros permitiría mejorar los resultados.

Los últimos modelos de corazones artificiales, como el HeartWare o el HeartMate3 suponen una alternativa, a largo plazo, al trasplante cardíaco, logrando una ratio de supervivencia del 92 por ciento en seis meses, reduciendo los efectos adversos como las trombosis y, aparte, pueden bombear hasta 10 litros de sangre por minuto. La mayoría tienen una vida estimada de más de 10 años, tras los cuales se debería sustituir una parte del dispositivo. Estos son algunos de los datos que se han puesto de manifiesto durante el congreso de la SECTCV.

Asimismo, estos dispositivos se utilizan en casos graves de insuficiencia cardíaca (IC) y cuando no pueden aplicarse otras terapias, como en cáncer con pronóstico vital favorable, edades muy avanzadas o patologías asociadas en otros órganos) .

En los últimos años, diversas empresas han desarrollado dispositivos cada vez más pequeños y ligeros. Estos dispositivos de asistencia ventricular se colocan en el interior del tórax y se conectan al corazón para que bombee la sangre desde el lado izquierdo hacia la aorta.

Funcionan con una pequeña computadora externa —un controlador conectado a la bomba por un pequeño cable—, que monitoriza al paciente. Para ello, cuentan con una batería eléctrica que tiene una autonomía de entre 8 y hasta 12 horas. Además, son mucho “más seguros” que un corazón artificial total, que sustituye el órgano enfermo y obliga a extirparlo.