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Una mutación de la proteína TAU humana, conocida por su implicación en la enfermedad de Alzheimer, no sólo provoca la degeneración prematura de algunas zonas cerebrales del hipocampo, sino que evidencia un marcado comportamiento depresivo en roedores, según ha comprobado un equipo del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (UAM-CSIC).
María Victoria Llorens-Martín, primera firmante de este estudio publicado en Neuroscience —en el que también han participado Jesús Ávila y Félix Hernández—, explicó a GM que lo primero que les llamó la atención es que esta proteína siempre se había relacionado más con patologías de tipo cognitivo, y en este caso este animal era un modelo de demencia frontotemporal asociada a parkinsonismo.
Centrándose en la capacidad regeneradora del hipocampo, que tiene mucha implicación tanto en patología cognitiva como en alteraciones de tipo emocional, han comprobado que hay ciertas áreas más sensibles a la expresión de esta proteína, y aunque la cantidad de Tau es mucho mayor que en otras zonas, esta estructura se degenera más y la capacidad regenerativa del cerebro es menor.
En el ensayo con ratones, se les sometió a un test de depresión consistente en meter al animal en tu tubo con agua. Ante esa situación estresante, cuando esta proteína es sobreexpresada “el animal deja de querer luchar por sobrevivir, y se queda prácticamente flotando. Es muy llamativo que la sobreexpresión de esta proteína tenga un efecto tan drástico, los animales están muy deprimidos”, detalla Llorens.
Los investigadores asocian ese efecto a la degeneración de la zona ventral del hipocampo, que es la que se está utilizando en patología depresiva en los últimos tiempos.
En humanos, está comprobado que, además de la patología de tipo deterioro cognitivo, en enfermedades como el alzhéimer existe una carga de depresión muy importante que afecta a los pacientes. El siguiente paso a esta investigación pasaría por ensayar terapias en animales, tratando de evitar la degeneración en estas áreas más sensibles.
En este sentido, Llorens comenta que hay varias vías de otras proteínas que están en rutas enzimáticas por encima de Tau que intentan paliar esta sobreexpresión.
El equipo cree que se pueden realizar avances en el campo de la prevención reforzando la capacidad regeneradora del cerebro, sobre todo porque el problema es que una vez que la patología ha degenerado las zonas y hay pérdida neuronal, es mucho más difícil que si se actúa precozmente.
Si tuvieran manera de comprobar cómo están estas zonas cerebrales en el humano con la persona viva antes de que ocurra la patología, y comprobasen degeneración en esas zonas, se podría prevenir la aparición de la enfermedad. “Realmente, otro de los datos importantes de este estudio es que la patología depresiva aparece cuando aún no hay alteración cognitiva, lo cual no quiere decir que esto sea causa de la alteración cognitiva, sino que probablemente ciertas zonas son más lábiles ante la expresión de una proteína tóxica”, concluye la investigadora.