Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 20 de febrero de 2015 h |

La publicación del informe del instituto norteamericano ECRI, su ‘Top 10 Hospital C-Suite Watch List 2015’, que repasa las tecnologías sanitarias emergentes para este año, evidencia una de las principales carencias de los sistemas sanitarios europeos, en opinión de los expertos en esta tecnología.

Jesús Lucinio Manzanares, presidente de la Sociedad Española de Electromedicina e Ingeniería Clínica (Seeic), no tiene ninguna duda al respecto: “En Europa y España se echa de menos un instituto, en la línea de ECRI, o una agencia de evaluación que, sin injerencia de las partes y con total asepsia, pueda hacer un informe de evaluación de prospectiva, tanto en el área de las nuevas tecnologías como a la hora de evaluar los errores que producen estas tecnologías, ya sea por manejo, por falta de desarrollo o porque no están a punto para llegar a la población”.

La actividad de este instituto independiente, financiado con ayudas públicas pero también con aportaciones de entidades como organizaciones de pacientes, es toda una referencia para el portavoz de la sociedad científica, que subraya que de este modo cuentan con un colchón económico para hacer el desarrollo del impacto a niveles macro.

Un análisis serio y con rigor

Manzanares insiste en que un instituto en esta línea podría analizar, “con seriedad y rigor”, las tecnologías sanitarias existentes y emergentes, y medir los resultados de los diferentes incidentes adversos, poniéndolos en conocimiento de los responsables del Sistema Nacional de Salud, de modo que, con la coordinación y apoyo de los centros hospitalarios, se pueda realizar un análisis de los mismos y adoptar medidas oportunas que eviten riesgos innecesarios.

Por ello, continúa el presidente de SEEIC, es necesario” incidir en la cautela e implicar a los profesionales indicados y formados en el campo de las tecnologías sanitarias, que deben estar gestionadas por profesionales formados y con una cualificación específica y con experiencia en la instalación, evaluación, mantenimiento de las mismas y su gestión”. Si se lleva a cabo de la forma correcta, puntualiza el especialista, con una mejora continua, compartiendo éxitos y fracasos y sumando en conjunto, el ahorro de los costes y la optimización de la tecnología serán aún mayores, con un beneficio claro y directo para todos.

En la misma línea, Jesús L. Manzanares, defiende el papel de las sociedades científicas. El experto destaca que, dentro de las administraciones hay responsables que apoyan la visión de las sociedades científicas, que no están contaminadas por los intereses de las multinacionales del sector. El presidente asegura que algunas administraciones son una especie de “fashion victim,”, y empresas avezadas consiguen “colocar” esa tecnología al primer país o administración que cuente con recursos para ello. “Se pone en marcha —denuncia— y si luego no funciona o tiene un coste de mantenimiento muy alto se silencia”. De ahí la importancia de integrar en los procesos de toma de decisiones de la administración a “actores que tengan acceso a estos conocimientos”.

De las tecnologías incipientes destacadas por el Instituto ECRI, la Seeic pone el acento en aquellas que, a medio plazo, pueden ser implantadas en Europa y España. En el informe de este año, el foco de interés está en el manejo de las infecciones, que, además, han pasado a un primer plano con la crisis del ébola. Los robots empleados en los hospitales norteamericanos para desinfectar las habitaciones de los enfermos contagiados por este virus se sitúan en el puesto número uno, una relevancia merecida para los expertos de Seeic, que destacan que “evitan los contagios y favorecen el control, porque los drones actúan guiados por un programa informático que, en principio, comete menos errores que el ser humano ante este tipo de procedimientos”.

Otra tecnología que ha generado grandes expectativas son los denominados middleware. Se trata de un software diseñado para evitar los fallos en la conexión de sistemas informáticos y que pretende ser interoperable con distintos sistemas operativos. De este modo, mediante la carga y captura de una serie de datos, es posible medir altas, tiempos de recuperación, prevalencias en la medicación, estancias, costes asociados etc. que permiten evaluar el proceso en su conjunto.

Asociados a esta implementación informática, explica Manzanares, nacen también las clínicas post- alta, un nuevo concepto sanitario que quiere optimizar, recibiendo datos e interaccionando con los sistemas de los pacientes, que son supervisados en muchos casos desde su domicilio con distintos dispositivos.

Impresoras en 3D

Junto a estas herramientas, las impresoras en tres dimensiones también son tendencia para el instituto americano. Una de sus aplicaciones principales es la cirugía, recuerda el presidente de Seeic, pero también jugarán su papel en todo tipo de reconstrucciones óseas, de tejidos, etc., “cuando las posibilidades de fabricación de tejidos sean acordes con los procesos implementados en este tipo de tecnología en alza y en fase de programas experimentales muy avanzados por empresas en campos como el de la biotecnología”. Todas ellas podrían estar implantadas a lo largo de este año o de 2016 y a medio plazo a nuestro país.

No en vano, muchas otras tecnologías fueron tendencia en un pasado reciente y ya están implantadas. Los sistemas mamográficos para la detección precoz del cáncer de mama han avanzado mucho, al igual que los de detección in vitro mediante pruebas del aliento, repasa el especialista. En la misma línea, son una realidad los sistemas de cribado neonatal, con tecnología 4D, y ha experimentado un gran avance todo aquello que tiene que ver con diagnóstico por imagen: resonancias magnéticas de ultra alta resolución que están integradas en centros de excelencia o cápsulas endoscópicas guiadas por campos magnéticos que pasan las imágenes para ser analizadas por un software ya se emplean en los centros sanitarios.

Es un proceso muy lento, recalca, que se ha visto muy afectado por la crisis, pero también por la falta de equipos multidisciplinares. Y es que el sector de la electromedicina, por ejemplo, ha caído un 60 por ciento como consecuencia de la crisis económica en nuestro país. Los ajustes en inversiones y los recortes en I+D han dibujado un escenario difícil para estas empresas que, según el presidente de Seeic, han de superar tres problemas principales: la falta de planificación de las inversiones, la actitud pasiva en la gestión del conocimiento y la falta de producción de tecnología en nuestro país, en parte por la ausencia de ingenieros y físicos especializados en biomedicina. La realidad es que las empresas españolas de tecnología médica media-alta, concluye el portavoz de esta sociedad científica, facturan entre 100 y 100.000 veces menos que las de Francia, Italia, Inglaterra o Alemania.