carmen m. lópez Madrid | viernes, 07 de noviembre de 2014 h |

Es enfermera y ha venido a hablar de su libro, pero Satur no se esconde detrás de las páginas. Aunque prefiere mantener el anonimato, cuenta el día a día de su profesión sin tapujos. Eso sí, la precariedad laboral y las deficiencias del propio sistema le han servido como base para poner la sonrisa a un sector “debilitado”.

Pregunta. Cuentas anécdotas enfermeras a través de 127 páginas, ¿la conclusión es que la profesión no está lo suficientemente valorada?

R. Nuestra sensación es que no. La sociedad sigue con la idea de que la enfermera es la ayudante del médico, cuando eso es totalmente erróneo. Son dos profesionales que se ocupan de la atención del paciente, cada uno con sus competencias, unas interrelacionadas y otras independientes. En parte puede ser culpa de la propia enfermería, que no damos la suficiente visibilidad a lo que hacemos.

P. Las cosas de palacio van despacio, ¿en enfermería a la hora de negociar con el ministerio es así?

R. Históricamente la enfermería siempre ha estado a un nivel inferior al de la medicina, la profesión médica siempre ha sido la mimada y la enfermería parecía que se había acostumbrado. Por suerte desde hace años esto está cambiando. El nivel de capacitación de la enfermería española es de la más altas de Europa, la enfermería de hoy investiga, tiene un papel docente, está metida de lleno en la prevención de la salud. El siguiente reto es la gestión y la visibilidad.

P. Hablando de palacios, el control de enfermería es vuestro pequeño reino, ¿es sólo ahí donde tenéis la autonomía de gestión?

R. Poco a poco la enfermería va reclamando el lugar que le corresponde dentro de la gestión sanitaria, pero todavía queda mucho por hacer. Eso sí, el control de enfermería es intocable.

P. Conocéis a los pacientes más que nadie, y así lo reflejas en el libro. ¿Existen demasiados pacientes “pesetas” o “ratas de hospital”?

R. En el plano de la Administración, el paciente que existe en exclusiva es “el pesetas”. Hoy día los únicos criterios que existen son los económicos, y a un paciente se le interviene o no según su rentabilidad económica y no teniendo en cuenta criterios como su calidad de vida.

P. La vida es suero… ¿Y la sanidad está goteando?

R. La sanidad es un suero a punto de despurgarse.

P. Actualidad pura y dura es el tema de las reposiciones en enfermería…

R. ¡Uff! Llevo diez años sustituyendo aquí y allá como enfermera y nunca había estado peor: las bajas por enfermedad no se cubren, las jubilaciones tampoco, y lo poco que sustituyen es a media jornada o con contratos de lunes a viernes en el mejor de los casos. La crisis es la excusa perfecta.

P. Por cierto, además de la enfermería lo tuyo es escribir, pero…¿y lo de traducir la letra de los médicos?

R. En el libro cuento que tengo un póster que me traje del Museo Británico con la piedra Rosetta, y es cierto, si en su día sirvió para descifrar los jeroglíficos yo tenía esperanza con las recetas. Pero nada, los médicos no pillaron la indirecta.

P. Los turnos de mañana y noche están a la orden del día en la profesión, ¿hay mucho trasnochado en el SNS?

R. (Risas) La noche al final siempre acaba por confundirnos. Hay trasnochados como en todas las profesiones, pero no son ni mucho menos la norma.

P. Háblame de la nube…

R. Para quien no lo sepa, la nube es como le llamo a mi supervisora. La nube no deja de ser un peón de la gerencia, el último eslabón, la que hace el trabajo sucio. No sirve cualquiera para ese papel.

P. Dices que la enfermería es una de las profesiones más bellas, pero… ¿Siempre hay alguien que la estropea?

R. La nube lo intenta a menudo, y algún que otro paciente desagradable también, pero siempre me quedo con el aspecto positivo de las cosas.

¿Una enfermera que pincha en el turno de noche, es una DJ?

Manejamos las agujas con más destreza que algún DJ.

¿Cómo te defines? Ácida.

Si no fueras enfermera, ¿serías? Piloto, para volar entre las nubes.

¿Habrá segunda parte?

Desde luego, a Satu todavía le quedan muchas cosas que contar del hospital.